Remedios y sacrificios

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Por Carlos del Frade

(APE).- Aquello que no es negocio está de más en este planeta. Estados Unidos invirtió billones de dólares en armas y guerras. Billones, con b larga. En cambio, el dinero para la salud apenas supera los cien millones de dólares en todo el mundo.

 

La diferencia es grande.

Pero también es obscena e inmoral cuando se profundiza en cómo se distribuye ese dinero destinado a combatir las enfermedades.

La organización llamada Iniciativa de Medicamentos para Enfermedades Desatendidas sostiene que el SIDA, la malaria, la tuberculosis, el Mal de Chagas y la enfermedad del sueño, afectan a millones de personas pobres.

Por lo que esos millones de seres humanos están al borde del final por no poder entrar en el mercado que justifica todo.

Si hay dinero, habrá vida. Si no lo hay, entonces, ni siquiera la necesaria asistencia sanitaria.

Por eso se ofrece como demostración que entre 1986 y 2001, la inversión en salud creció de 30 mil millones a 106 mil millones de dólares, pero solamente el uno por ciento de los nuevos medicamentos cubren las enfermedades tropicales y la tuberculosis, es decir, las enfermedades de los pobres.

La conclusión de la organización es que "la ciencia básica para enfermedades infecciosas existe y la biomedicina está desarrollándose con mucha rapidez, pero sin la determinación política, este progreso no puede ser utilizado para desarrollar productos esenciales. El modelo de desarrollo de medicamentos basado en el lucro no es adecuado para desarrollar herramientas de salud esenciales para enfermedades desatendidas".

Agregan los integrantes de la Iniciativa: "Apelamos a los gobiernos para que ofrezcan: liderazgo político; permanente apoyo financiero; y nuevas reglas para estimular la pesquisa y desarrollo esencial para la salud".

Pero está claro que el negocio no está en la salud ni en la vida, sino en la enfermedad y la muerte planificada.

Una lógica que parece prolongarse desde los griegos hace miles de años cuando sostenían que la palabra fármaco era sinónimo de sacrificio.

La mejor salud, el presupuesto para contar con un presente mejor era la permanente sangría que se ofrecía a través de los sacrificios, como solía ocurrir en ciudades como Esparta, según narran los libros de historia.

Hoy, a tanta distancia, los hacedores de bienestar son cada vez más selectivos y, por ende, imponen más cantidad de fármacos, sacrificios a los que son más.

Por eso los pobres no tienen medicamentos, porque serán sacrificados en homenaje a los dioses terrenales que únicamente brindarán salud a los que la puedan comprar.

A pesar de organizaciones humanitarias que todavía mantienen la dignidad de rebelarse ante la obscenidad y la inmoralidad del sistema.

Fuente de datos: Agencia de Noticias Adital - Brasil 17-05-06

 

 


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