Qué dice el hambre

|

Por Sandra Russo

 (APE).- La flecha señala al Nordeste. Imaginemos un mapa argentino y una flecha señalando, oblicua, ese rincón que para la geografía se concentra en la sigla NEA. El décimo Informe Anual sobre el Estado Mundial de la Infancia, que presentó UNICEF e incluye un capítulo argentino, indicó que en el Nordeste se concentran los datos más crudos: allí, más de siete de cada diez niños (74,5%) viven bajo la línea de pobreza, mientras el 42% es indigente.

 

 

Las otras tres regiones que le siguen al NEA en ese triste ranking son el Noroeste (NOA), donde un 70,7% de los niños son pobres y el 35% indigentes; el Gran Buenos Aires, con un 61,9% y un 25,8 respectivamente; y Cuyo, con 59,3% de niños pobres y un 24,3% de indigentes. Los datos más livianos, en tanto, provienen de la región patagónica, pero incluso allí, el 43,2 por ciento de los niños se encuentra en situación de pobreza y el 18,7% conoce los rigores de la indigencia.

 

Como balance de este primer ítem del que se ocupa el Informe, surge que más del 60% de los niños y niñas argentinos (lo cual equivale a hablar de más de tres millones y medio de personas) es pobre, y que tres de cada diez niños es indigente.

 

El nombre del trabajo queda repiqueteando en la mente de quien lo lee: Informe Anual sobre el Estado Mundial de la Infancia. Se produce un clic y uno se queda pensando qué pasaría si los niños crearan su propio Estado, si hubiera un Estado Infantil que garantizara, regulara y controlara el cumplimiento de los derechos que asisten a los niños en tanto personas todavía dependientes de los otros. Uno se queda pensando por qué los respectivos Estados nacionales y provinciales atentan tanto y de un modo tan ruin contra ese virtual Estado Infantil que aseguraría a los niños y niñas de la Argentina y del mundo derechos tan elementales como crecer sin hambre. Si siete de cada diez niños viven hoy bajo la línea de pobreza, eso implica un tejido social desgarrado ahora pero implica y asegura también el desgarro de mañana. Del hambre nacen mil demonios, y no demonios abstractos. Del hambre nace la desnutrición crónica, las disfunciones clínicas y neurológicas, la deserción escolar, la desesperanza y también la rabia. Del hambre nace la máxima injusticia. El hambre es en todo caso una respuesta social a los débiles. ¿Qué le dice un Estado a su población con hambre? Le dice no, a todo le dice que no. El hambre es la negación por excelencia. Quien tiene hambre no vale, no cuenta, no pesa, no sirve, aunque vote. El hambre es también el revés paradójico y brutal de la democracia. El hambre afirma la insoportable levedad de las formas democráticas, cuando su contenido es un estómago infantil vacío. Los datos se difundieron, se publicaron y se comentaron en los noticieros. El mundo sigue andando.

 

Fuente de datos: Informe Anual sobre el Estado Mundial de la Infancia 2005 - UNICEF


Suscribite

Suscribite al boletín semanal de la Agencia.

Sobre la fundación

Fundación Pelota de Trapo nació hace décadas para abrigar de las múltiples intemperies a niñas y niños atravesados por diferentes historias de vulnerabilidad social.

Sobre la agencia

Agencia Pelota de Trapo instala su palabra en una sociedad asimétrica, inequitativa, que dejó atrás a la mayoría de nuestros niños y donde los derechos inalienables de la persona humana solo se cumplen para unos pocos elegidos por la suerte