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Por Carlos del Frade
(APe).- Si el hombre es la medida de todas las cosas –como dicen que pontificó Protágoras en el siglo quinto antes de Cristo- cada uno, entonces, en medio del capitalismo exacerbado, puede convertirse en víctima – victimario.
Lo particular por encima de todo.
Lo individual por encima de todo.
Protágoras ganó mucho dinero por enseñar y hasta hay historias que lo reconocen como el mentor de la educación pública y obligatoria.
También puede encontrarse en internet que “la filosofía de Protágoras encajaba bien con las ideas del círculo gobernante liderado por Pericles, dentro del cual el agnosticismo del sofista no generaba rechazo; pero una vez muerto Pericles, los nuevos líderes de la ciudad dejaron de lado la actitud tolerante”.
Algunas crónicas afirman que lo condenaron a muerte y otras sostienen que debía cumplir con el destierro.
En eso estaba cuando murió ahogado como consecuencia del hundimiento de su barco rumbo a Sicilia.
Pero aquella frase atribuida a Protágoras tiene una vigencia contundente en el presente.
Quizás porque el sistema capitalista se basa en dos poderosas cuestiones culturales: el individualismo exacerbado y el consumismo.
En la histórica ciudad de San Lorenzo, donde San Martín iniciara el sueño colectivo inconcluso de la Patria Grande y por cuyos puertos sale el 80 por ciento de las exportaciones cerealeras argentinas, el linchamiento de un ladrón encontró justificaciones en las que Protágoras parece revivir pero también es evidente una respuesta deliberadamente inexistente de parte de ciertos pliegos del estado.
-Acá todo cambió, hasta los vecinos se corren a machetazos por lo que sea – dice una señora del barrio norte sanlorencino ante los medios de comunicación regionales.
Preguntan: “¿Y usted qué hubiera hecho si ve que un ladrón se mete en la casa de una vecina que tiene cuatro pibitos chiquitos? Porque para el que no estuvo es fácil juzgar”.
El miércoles 19 de agosto de 2020, Cristian Alvarez, de 21 años, a quien le atribuyeron el robo de una mochila, fue golpeado con dureza por muchos vecinos del barrio y murió, tres horas más tarde, en la seccional séptima de la ciudad histórica.
-Para los que no viven en el barrio es difícil de entender, pero los que vivimos acá sabemos que todo está descompuesto. Acá no hay sólo problema de drogas. Acá no hay hampones, hay rateros. Te roban cualquier cosa, hasta las bombachas de la soga. No sos dueño de nada, tus hijos tienen que estar tras las rejas porque en la calle te los pueden matar de un tiro. En esta zona siempre hubo droga, pero hace seis o siete años esto se pone cada vez peor. Antes los que vendían no se metían con la gente del barrio, la cuidaban. Pero ahora todo cambió. Si hasta los propios vecinos se pelean por cualquier cosa y agarran machetes y pelean con eso, se corren a machetazos. Da mucha indignación porque ayer (en alusión a la mortal golpiza perpetrada el miércoles al supuesto ladrón) había ocho patrulleros y cuando vos llamás a la policía porque te robaron no viene nadie a ayudarte. Así nadie puede vivir – remarca una señora.
“Estamos muy mal por lo que pasó. Es como que quedamos en el ojo de la tormenta, bajo la mirada de los vecinos. No estuvo bueno, aunque nosotros no tuvimos nada que ver. Lo que pasó fue que al pibe lo encontraron algunos vecinos en el fondo de mi casa. Uno no le desea la muerte a nadie pero también hay que entender cómo se vive en este barrio”, sostuvo con pesar Leandro, el dueño de la casa donde ocurrió la golpiza. Y agregó: “La gente está harta de que lo roben. Harta de que se llame a la policía y no vengan. Yo llegué de trabajar y me encontré con ocho patrulleros en la puerta. Pensé en mi familia, en los nenes. Pensé que les había pasado algo, pensé en lo peor. Es una desgracia, pero así estamos viviendo”.
Si el hombre es la medida de todas las cosas, cada uno, entonces, en medio del capitalismo exacerbado puede convertirse en víctima – victimario.
Mientras tanto, los verdaderos responsables del drama que presenta el renovado reinado de Protágoras, deben observar con satisfacción que su más elaborada política que es hacer enfrentar entre sí a las víctimas, goza de muy buena salud, al mismo tiempo que lo colectivo, la responsabilidad social y la democracia se van haciendo cada día un poco más angosta.
Fuente: Diario “La Capital”, de Rosario, viernes 21 de agosto de 2020.
Edición: 4067
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