Postales de Federación

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Por Carlos Del Frade

(APe).- Raúl Combis es cantor, poeta, periodista y muchas otras cosas más. Es uno de los enamorados de Federación, la ciudad entrerriana que al borde del río Uruguay fue refundada después de la inundación provocada para que funcionara la represa de Salto Grande. Raúl insiste en recordar en medio del turismo que produce las termas, el boom de inversiones extrañas, los aserraderos, los casinos y la explotación de los cítricos.

Entre los años setenta y lo más pesado de los noventa, Raúl recuerda, resiste. Familias enteras deambulan con grandes toallones como salidas de baño, cruzan las avenidas y las calles, recorren las múltiples galerías que dejó la curiosa arquitectura de la dictadura cuando trasladó al pueblo de una manera brutal porque no había árboles, ni pájaros ni mariposas, ausencias que tragaron la vida de muchas y muchos que partieron a la pampa de arriba de pura tristeza impuesta, los que todavía necesitaban de la vieja Federación que quedó bajo las aguas.

Esos turistas parecen formar parte de una extraña cofradía de monjes Jedi en la nueva Federación. Cerca de aquí está el ombú de Mandisoví, donde Belgrano montara su cuartel de guerra revolucionaria, hoy privatizado por un estanciero de Concordia al que no le interesa ese fragmento de la mejor memoria del pueblo que soñaba con que la igualdad estuviera en el trono de la vida cotidiana.

Aquí cerca, también, en el Ayuí, andan los fantasmas del gran proyecto colectivo emancipatorio del artiguismo. Pero en una de las escuelas ningún estudiante parece recordar aquellos fantasmas del siglo diecinueve. Quizás porque la Nueva Federación, la del turismo, las inversiones extrañas, los aserraderos y los casinos se mueve más fácil en el olvido. Sin embargo, acá, en Federación, Raúl recuerda, resiste mientras pelea como puede con lo más pesado del presente.

Un gran jugador de fútbol, número cinco de Estudiantes de Federación, hoy devenido en eximio asador, llegó a apuntarle con un remo en sus tiempos de pescador al helicóptero que, en su momento, traía a Jorge Rafael Videla y otros muchos asesinos para contemplar los efectos de la construcción de aquel nuevo municipio con árboles, pájaros y mariposas desaparecidos. Todavía llegaban las jangadas y era necesario recibir los troncos con el agua hasta la cintura, en pleno invierno, con una buena dosis de caña o vino. Hoy, los tiempos en la Nueva Federación, tienen otros pulsos íntimos más allá del turismo y los casinos.

-Acá hay tres bandas que traen la cocaína desde Concordia – cuentan las chicas y los chicos de una escuela técnica. La del Colo Chacona, “los sapos” y los Mieres, denuncian al cronista. “Todo el mundo lo sabe”, apuntan, mientras también dicen que hay mucho miedo.

-A mí ya me mataron dos de mis amigos con los que nos criamos e hicimos la escuela primaria. Me da mucha bronca que sea así. Hace algunos meses hicimos una marcha para denunciar todo esto. Que paren de matarnos chicos y que no haya justicia. Nos prometieron que iba a haber justicia…quizás sea tiempo de hacer una nueva marcha – dice uno de los muchachos cuya tristeza parece tener una edad mucho mayor que la cantada por su número de documento.

Frente a la Biblioteca Rivadavia, en un bar que espera la llegada de los turistas, un muchacho joven, mozo del lugar, cuenta que lee poesías y siente que el rap en español dice cosas muy profundas. Dentro de la biblioteca, una gran fotografía enmarcada, en blanco y negro originales aunque ahora parece amarilla por el paso del tiempo, presenta una iglesia vieja y autos y camiones especiales que reflejan uno de los instantes de la destrucción de la Vieja Federación. “La Fuerza Aérea a la Comisión Mixta de Salto Grande. Momento de la demolición de las últimas construcciones de la Vieja Federación”, junio de 1979, apunta la información en la fotografía enmarcada.

Casi cuatro décadas después, en este rinconcito entrerriano, bello y misterioso, la nueva Federación no solamente es consecuencia de los negocios del presente sino también de las insistencias varias del pasado.

Las pibas y los pibes, como en tantos otros lugares de la Argentina, pelean por hacer realidad su proyecto intentando gambetear las garras de los que los quieren usar y también los devastadores efectos de la hipocresía y el olvido.

Fuentes: Entrevistas propias del autor de esta nota en la ciudad de Federación, Entre Ríos, el viernes 27 de marzo de 2015.

Edición: 2886


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