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Por Oscar Taffetani
(APe).- Mientras solemnes jueces con peluca redactan en La Haya sus dictámenes sobre el diferendo entre la Argentina y el Uruguay por la instalación de la pastera en Fray Bentos, la pastera sigue funcionando. Día y noche, sigue funcionando, sigue embarcando y facturando miles de toneladas de pasta celulosa, a la vez que contaminando con dioxinas las aguas del río.
Mientras el gobernador de Entre Ríos decide, por su cuenta, reunirse con el presidente electo del Uruguay y tras una tarde de asado, de mate y de vino invitar a los asambleístas de Gualeguaychú a levantar el corte del puente y esperar calladitos el fallo de La Haya, mientras eso pasa, Botnia vende el grueso de su paquete accionario a la corporación finlandesa UPM, transfiriendo además la Forestal Oriental (propietaria de 180 mil hectáreas) al citado holding, tal vez confiando en su poderío e influencia para sortear airosa la instancia judicial.
A todo esto, los campos argentinos lindantes con el río Uruguay, en la zona del puente Gualeguaychú-Fray Bentos y también aguas abajo, comienzan a ser vendidos o alquilados para la explotación sojera, para la creación de bosques industriales (porque hay que alimentar al monstruo de las papeleras) y para destinos que jamás soñaron, ni en sus peores pesadillas, los dueños originarios. Tal el caso de la estancia “El Potrero”, de 29.000 hectáreas, uno de cuyos flancos está enfrentado, río de por medio, a la celulosa de Fray Bentos, y que fue vendida por estos días. Es que el futuro turístico de la región, con sus balnearios, con sus áreas protegidas, sus selvas, sus bosques y palmares, ha cambiado para mal, de golpe, sin que sus habitantes hayan tenido la oportunidad -aunque el derecho los asista- de decir, simplemente, que no.
Los números de la pastera
En su film “Estado de Sitio”, fresco de la política uruguaya en tiempos de dictaduras y guerrillas, el realizador griego Costa-Gavras supo mostrar con una sola imagen -los ojos de un changarín del aeropuerto de Carrasco- lo que era el sistema de información del MLN Tupamaros. En cualquier oficina o establecimiento, a cualquier nivel, la organización podía contar con un informante, dispuesto a colaborar en la lucha contra los verdugos de la patria. Del mismo modo, compañeros uruguayos mantienen informada a la Asamblea de Gualeguaychú de los movimientos de la pastera: a quién contrata; a qué periodista soborna; a qué nuevo destino envía sus cargas, etcétera.
Gracias a esos compañeros se difundieron documentos de los despachos de aduana y los reembarcos de Botnia en Nueva Palmira, con destino a Paysandú, para ser reenviados desde allí, a través del puente General Artigas, hacia puertos y/o compradores argentinos.
Examinando los cuatro despachos correspondientes al pasado 26 de enero, vemos que cada uno involucra en promedio 25 toneladas de pasta celulosa, a un valor CIF de 660,40 dólares. Haciendo una rápida cuenta, si recordamos que el plan de producción anual de de la planta Fray Bentos es de un millón y medio de toneladas, nos da un valor cercano a los mil millones de dólares anuales. ¡Vaya si tiene recursos, para pagar favores y comisiones!
De los leoninos contratos firmados por las autoridades uruguayas con Botnia, se puede tener idea al ver las exenciones otorgadas. Un Canal Verde, por ejemplo, exime las cargas procedentes de Fray Bentos de verificación (o vista) de Aduana. Y en rubros como IVA, IMESI, COFIS y Fondo Lechero, los productos de Botnia tributan… cero pesos.
¿Qué dejan las pasteras como Botnia, nos preguntamos, a cambio de lo que se llevan y del daño que producen a su alrededor?
Cuando llegue el día
El corte del puente internacional –única medida de fuerza que aplicó y que sostuvo la Asamblea de Gualeguaychú, ante la sordera del poder- no ha impedido en ningún momento la circulación con motivos laborales, con motivos deportivos o con motivos sanitarios, ni las compras domésticas de los vecinos de ambas orillas. Pero sí ha impedido la llegada de insumos para Botnia, el paso de las exportaciones de Botnia y el flujo del turismo mayor hacia Punta del Este y los grandes balnearios del Uruguay.
Sin embargo, de mil maneras, los medios y los comunicadores al servicio de Botnia han demonizado a la Asamblea de Gualeguaychú, tratando de convertirla en la gran responsable de todas las calamidades, cambio climático incluido. Por eso, muy pocos se han enterado por estos días de la decisión, ciento por ciento democrática, que han tomado los asambleístas de Gualeguaychú, para cuando se conozca el fallo del tribunal de La Haya.
Ellos decidieron convocar al pueblo, a todo el pueblo de Gualeguaychú, a una gran asamblea, donde la comunidad entera podrá votar, una vez conocido el fallo, si se levanta el corte del puente y si la lucha ambiental habrá de continuar de otras maneras y en otros escenarios.
Un miembro de la Asamblea de Gualeguaychú nos comentaba al atardecer de un tórrido día de febrero, cuando el plañido de los botnios y botnias ya estaba llegando a la Luna, que su vida ha cambiado por completo a partir de la instalación de la pastera, y que no se arrepiente del compromiso de lucha asumido. “No lo hice por mí, sino por los gurises”, dijo. “Lo hice por el río, por el campo y por estos montes donde me he criado. Los gurises tienen derecho a todo eso; tienen derecho a un futuro. Y defenderles ese futuro vale cualquier esfuerzo que hagamos”.
Edición: 1695
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