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Por Carlos del Frade
(APe).- “…Yo soy de Arroyigasito, Central de Rosagasario, de la pasión de los barrios, nacimos entre los obreros, crecimos como atorrantes, por eso yo soy guerrero, guerreros con mucho aguante…”, canta la hinchada de Central en las tribunas del Gigante de Arroyito al ritmo de “Parte de la civilización”, de “Divididos”.
Esos versos de inspiración colectiva arrastran una identidad rosarina que ya no es.
Pero la historia insiste en las voces de esas pibas y esos pibes que están enamorados de los colores azul y amarillo.
Sin embargo, ciertos atorrantes de guante blanco fueron achicando el número de los obreros.
Y el viejo ferrocarril que fue la cuna de Central, hoy es una melancólica referencia que apenas funciona para los transportadores de cereal.
El jefe de la barrabrava canaya, con la y que le puso Roberto “el Negro” Fontanarrosa, se llama Andrés “Pillín” Bracamonte.
Un caso único en la Argentina y en muchas geografías en las que lo que sucede en la cancha chica del fútbol se mueven millones de dólares y también millones de alegrías o tristezas individuales.
Durante dos décadas “Pillín” se mantuvo como jefe de una organización que trabaja también en la cancha grande de la realidad.
“Empresario” fue la definición que eligió para definirse. También contó que apenas terminó la primaria.
Pero no pudo gambetear el embate de un fiscal que ahora lo puso preso por el supuesto delito de lavado de activos agravado.
Parece que el “Pillín” perdió.
Que el único jefe de una barrabrava importante durante veinte años comienza su viaje final al olvido, a bajarse, definitivamente, del paravalancha de Arroyito.
Parece.
Lo acusan de tener un patrimonio de por lo menos 38 millones de pesos, muchos departamentos y muchos más automóviles.
Allá por el año 2013, fue denunciado como el principal referente de una de las principales cuatro organizaciones dedicadas al narcotráfico que estaban en la ex ciudad obrera: “Los Monos”, en el sur; Alvarado en el centro; Luis Medina en la zona oesta y “Los Pillines”, en el norte.
Pero “Pillín” es, hace y deshace porque lo dejaron ser, hacer y deshacer.
Su suerte personal no puede tapar tantos años de violencia urbana que se tragó decenas de vidas jóvenes que latían de acuerdo a la suerte canaya.
En las audiencias, la fiscalía dijo que el Guille Cantero, sobreviviente líder de “Los Monos”, desde el interior de la cárcel, maneja la barra de Ñuls.
La pregunta fundamental, ahora, es qué pasará con “Los Guerreros”, con “Los Pillines”, tanto en la cancha chica del fútbol como en la cancha grande de la realidad.
La pibada mientras tanto, entre bombos, bengales y banderas, seguirá cantando la identidad de una ciudad que hace rato no es obrera ni tiene casi contactos con el Che.
Es de esperar que esa muchachada tenga una mejor suerte, que no dependa de los negocios presentados por empresarios como “Pillín”.
Mientras tanto, en la cancha grande de la realidad, el lavado de dinero se lleva puesto al último máximo referente del poder de las barrabravas.
Fuentes: “Central, Ñuls: La ciudad goleada”, tomos 1 y 2, del autor de esta nota. Audiencias del jueves 25 y viernes 26 de junio de 2020, en el Centro de Justicia Penal de Rosario, en las que también participó este cronista.
Edición: 4034
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