Pies descalzos

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Por Carlos del Frade

(APE).- Los pies descalzos de las nenas y pibes tobas pisan las calles que llevan los nombres de los matadores de sus abuelos: “General Obligado” y “Presidente Roca”. Están en la plaza “25 de Mayo” de la capital de la provincia del Chaco, ciudad de esculturas, como bien rezan los carteles que saludan la llegada del viajero. En la ciudad de las esculturas, las culturas originarias, cuna de los chicos tobas de pies descalzos, sufren del desprecio cotidiano del poder político.

 

El gobierno provincial apenas envió a un representante de segunda línea para hablar con mil personas que desde hace casi un mes esperaban dialogar con el primer mandatario del territorio.

Hay lugar para las esculturas y ningún sitio para las culturas propias.

Metáfora del presente y del pasado.

Desde hace siglos las tierras de los tobas, wichís y mocovíes son arrebatas por medio de mucha sangre o si no, por poca plata.

Robo y extorsión contra los pueblos y después, cuando nace la necesaria rebeldía que busca recuperar algo de la vieja dignidad, la tortura de la espera que llega hasta la desesperación.

Cuando los artistas populares hicieron un festival en solidaridad con el acampe de las centenares de familias tobas, wichís y mocovíes, distintos funcionarios de la cartera cultural del gobierno chaqueño deslizaron no muy sutiles amenazas con aquellos que se subieran al escenario frente a la plaza San Martín.

El oficialismo dice que se trata de una jugada de la oposición pero ambas agrupaciones, radicales y peronistas, respectivamente, apenas son una mueca de las glorias de otros tiempos. Y las dos fuerzas no pudieron evitar que más allá de cálculos electoralistas baratos apareciera el sempiterno deseo de recuperar las tierras.

Porque la cuestión de las tierras atraviesa a toda América del Sur, en su geografía y en su historia. En provincias alejadas de los poderes centrales y en las ciudades más opulentas en donde la vivienda propia sigue siendo una quimera.

Las nenas y los chicos tobas con los pies descalzos pisando las calles que llevan los nombres de los matadores de sus abuelos están allí para recuperar lo que les robaron.

Lo demás es pura anécdota. Dicen algunos funcionarios nacionales que en los últimos años se mal compraron dos millones de hectáreas a precio ruin a favor de empresarios relacionados con las distintas administraciones chaqueñas.

Pero el problema viene de antes, cuando un tal Galtieri, jefe de la vida y la muerte de estas regiones, privatizó las tierras fiscales y las entregó a los que luego financiaron su carrera que terminó en las trincheras malvineras. La guerra del 82 no hubiera sido posible sin el saqueo de tierras a los tobas, wichís y mocovíes.

Ahora, un millar de mujeres, hombres, niñas y niños decidieron decir basta con sus propios cuerpos en el corazón del poder chaqueño. Levantaron el “acampe” como ellos le llaman y están ahí hasta que el gobernador en persona se decida a hablar con las comunidades.

-Nos quieren sacar nuestra tierra. Nos maltratan. Nos pelean porque somos pobres -dice uno de los muchachos a representantes de medios nacionales.

En realidad, tobas, wichís y mocovíes no son pobres, son empobrecidos, robados desde hace siglos.

Lo que no sabe la soberbia del gobierno es que su desprecio es una de las tantas formas que suele adquirir el suicidio.

Los chicos tobas de pies descalzos, mientras tanto, esperan.

Fuente de datos: Diarios Página/12 19 y 23-06-06 / Clarín 19-06-06 / Pelota de Trapo (cronista en el lugar)

 

 

 

 


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