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Por Carlos del Frade
(APe).- La primera campaña de vacunación que existió en el país la hizo José de San Martín, mientras gobernaba Cuyo y preparaba al primer ejército popular latinoamericano para emprender la epopeya de la liberación continental.
Una medida política a favor de los que eran mayoría en aquellos territorios abrazados por la Cordillera de los Andes y que fue registrada por los historiadores oficiales de la Argentina.
Medicina, desde el Estado, para darle salud a un pueblo que estaba dispuesto a pelear por su liberación. Ese pensamiento no estaba entre las conclusiones de los cronistas admitidos por la academia. Ellos simplemente acotaron el hecho, no lo ocultaron.
Salud dentro de un proyecto de liberación, vacunas para pelear por la Patria Grande.
El país, sin embargo, viró a favor del proyecto de los enemigos de San Martín y desde hace algún tiempo no hay vacunas destinadas a impulsar una epopeya libertaria sino, todo lo contrario, a garantizar la dependencia de las grandes multinacionales.
Algo de esta historia puede vislumbrarse en los cuerpos siempre estragados de las chicas y chicos empobrecidos de las provincias saqueadas.
Es lo que sucede en Santiago del Estero.
La información habla del ensayo denominado Compas, por el cual se presenta una nueva vacuna para prevenir infecciones que causa la bacteria del neumococo, como la otitis media y la neumonía. La vacuna es promovida por el laboratorio GlaxoSmithKline y está en la fase final de prueba en niños sanos de esta provincia. Ya fueron vacunados 1.480 niños santiagueños y el objetivo fijado es llegar a 4.500. En el país, serán en total 17 mil chicos, ya que se contarán también a los de Mendoza y San Juan.
Estos chicos son usados como cobayos previa aceptación de parte de sus padres en presencia de un supuesto testigo independiente.
Algunos medios, por ejemplo, informaron que “el Gobierno nacional envió inspectores y cuestionó el modo de informar a los padres, habitantes de una provincia con analfabetismo y desigualdad de acceso a la educación. El resultado de la visita quedó plasmado en un acta de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), el organismo del Ministerio de Salud que regula la investigación clínica en la Argentina”.
"Se solicita al investigador principal (de este estudio) documentar la imparcialidad de los testigos que participan de la firma del consentimiento informado de los diferentes pacientes", apuntaba el informe de la repartición oficial.
"En vez de explicarle bien a los padres los potenciales riesgos que existen, los minimizan, para que la gente firme de una vez. Los conchaban, los presionan para que entren al programa", asegura Leandro Gamba, jefe de terapia intensiva del Hospital Eva Perón.
Por cada chico, el médico que convence a los padres recibe 350 dólares que vienen desde Europa, desde donde recibirán las vacunas.
Una obscenidad si existiera la ética médica o sobreviviera aquello del juramento hipocrático.
Aquí lo que sobra es la hipocresía que es otra cosa.
En total habrá cuatrocientos médicos, radiólogos y asistentes que trabajarán en la selección y captación de nenas y nenes de Santiago del Estero y Cuyo para que sirvan como si fueran animales de laboratorio para las multinacionales de los medicamentos.
¿Ocurrirá lo mismo en Europa o Estados Unidos?
Y hay riesgos: ya se verificaron media docena de muertes entre los seis mil pibes que participaron del programa.
La industria farmacéutica se defiende: el laboratorio GlaxoSmithKline señaló que "todos los estudios son conducidos de acuerdo a los más elevados estándares éticos y científicos y son supervisados por las autoridades sanitarias locales" y que "el estudio Compas es el más importante en vacunas que se está realizando en el mundo y parte de la fase tres se realizó también en Europa. Participan hoy Panamá y Argentina", sostuvo la empresa.
Para la llamada Cámara Argentina de Especialidades Medicinales (CAEME), "la investigación clínica es una actividad altamente controlada y regulada" y que los estudios "han permitido alcanzar importantes adelantos en el tratamiento de enfermedades como cáncer, diabetes y sida".
Experimentan con chicas y chicos santiagueños y los médicos que los convocan reciben 350 dólares por cobayo humano.
La más clara expresión del desprecio por la vida, del manoseo a las chicas y chicos, más allá de lo que dicen las leyes que juran proteger su desarrollo existencial.
Las multinacionales de los medicamentos prueban vacunas entre los pibes argentinos porque saben que su proyecto de salud no alienta ninguna independencia o rebeldía, sino que garantiza la dependencia, la misma situación que les permite hacer grandes negocios con este esclavismo del tercer milenio.
Fuente de datos: Diario Clarín 23-12-07 / “El general San Martín y la emancipación americana”, de Bartolomé Mitre
Edición: 1174
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