Pibes armados, pibes desesperados

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Por Carlos del Frade

(APe).- -Está bien que pueda votar a los 16…Es algo para pensar y parece importante, pero a mi gustaría tener un lugar para ir a trabajar porque es eso lo que necesito…-le dijo una chica, alumna de una escuela periférica del oeste rosarino a este cronista, con menos de diecisiete años, sentado al lado de otra que decidía ir todos los días a clase junto a su bebé a pesar que allí, durante esas más de cuatro horas, no ganaban dinero.

Valiente decisión cotidiana de chicas y chicos que, a pesar de todos los pesares, son capaces de mancarse la maternidad o la paternidad y, al mismo tiempo, rechazan cualquier oferta del mercado delictivo.

Esos chicos, esas chicas son capaces de elegir con valentía muchas cosas que van más lejos que el voto a los dieciséis años.

El problema es que no los escuchan, no sienten autoestima como consecuencia de la estigmatización que generalmente se imponen desde los grandes medios de comunicación que siempre están en el centro de las grandes ciudades.

Aquella niña quería trabajar. La Constitución Nacional reformada en 1994 dice que tiene que haber trabajo digno para los mayores de quince años.

Sin embargo no hay ofertas laborales para ellas que son capaces de sostener a sus hijas y el sueño que siempre anida en la experiencia educativa cotidiana.

Pero hay cosas que si parecen llegarles más fácilmente a muchas pibas y muchos pibes en la zona del Gran Rosario.

La noticia de las últimas horas dice que “un alumno de 15 años que concurre a la escuela técnica Osvaldo Magnasco concurrió a clases con un arma. El hecho ocurrió el viernes en el colegio de Lagos y Zeballos, y fue denunciado por un docente tras ser alertado por otros estudiantes. El arma, calibre 22 cargada con ocho cartuchos, fue entregada por el adolescente a personal policial de la seccional sexta”, apuntaba la información.

Un profesor de la escuela fue alertado por un grupo de estudiantes y por un preceptor que un alumno de 15 años había concurrido a la institución con un arma cargada.

-El alumno reconoció haber cometido un error, aclaró que no tenía intenciones de usar el arma ni de amenazar a nadie de la institución y se mostró arrepentido, admitió no haber medido las consecuencias de lo que estaba haciendo – sostuvo un docente a los medios regionales.

"No es un chico conflictivo y no tenía ningún antecedente violento. Tal vez se trató más de un caso de intento de ostentación ante sus pares que otra cosa", agregaron otras voces.

El adolescente dijo que el arma no pertenecía a sus padres, sino que la compró él mismo. "Reconoció que se trató de una mala decisión y desligó a sus padres. La violencia que existe en la sociedad inexorablemente se traslada a la escuela. Por eso hay que reforzar el diálogo con padres y alumnos para que estas situaciones no se generalicen. La sola presencia del arma en el colegio puede generar un accidente irreparable si hay una incorrecta manipulación del arma, y eso hay que evitarlo", advirtió un docente.

-Así como los bebés lloran de pequeños para manifestar algún malestar o demanda, en este caso puede ser el emergente de una situación de fondo que habrá que indagar junto a los padres, sus compañeros, otros docentes y el mismo alumno – reflexionó otro profesor.

En las últimas semanas, en la ciudad de Rosario comenzó un operativo de desarme voluntario. La gran cuestión pasa por saber por qué un arma llega con mayor facilidad a la vida de un pibe que una oferta laboral.

En los papeles y expedientes que abundan en los tribunales provinciales hay indicios. En la causa que sigue el triple crimen de tres muchachos en Villa Moreno en enero de 2012, las escuchas telefónicas y los documentos policiales dan cuenta de la existencia de un mercado de armas al que es muy sencillo ingresar y operar y que cuenta con total conocimiento de los integrantes de las fuerzas de seguridad.
Mientras hay pibas y pibes que necesitan trabajar y no encuentran un puesto laboral y otros que consiguen con llamativa facilidad algún tipo de armas, el paisaje existencial parece estar mostrando la urgencia que tienen los adolescentes de ser escuchados y atendidos. Urgencias que no parecen formar parte de las ganancias de la década ganada.

Edición: 2505


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