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Por Silvana Melo
Foto de apertura: AP Photo/Rodrigo Abd
(APe).- ¿Ya forma parte del paisaje? La represión de los miércoles a los viejos ¿está escrita en la rutina de los miércoles? Gasear a gente de más de setenta que gana 300 mil pesos y tiene que optar entre pagar remedios o comer ¿es un retazo de cultura de la zona de Congreso para mostrarles a los turistas europeos? ¿Hay en el mundo civilizado esquinas donde se castigue con gas pimienta reforzado a jubilados que apenas reclaman una calidad de vida más digna? ¿Están hechas las policías y los policías, sean federales o de la ciudad, están preparados, están formados para lanzarse a una manifestación de cien viejos, enceguecerlos con gases venenosos y luego, bastonazos sin piedad?
Esa mujer viralizada, esa mujer tomada de frente con el pelo tirante, vestida de uniforme, con la impunidad del gas en la mano, disparando hacia quién sabe quién pero seguro con canas y los huesos doloridos por la humedad de los días y los 40 grados y el aire que no alcanza para respirar. ¿Están formados, están formadas para obedecer la orden de gasear y apalear viejos? La soberbia y la crueldad de la cara política del estado decide que el trabajador al que los empresarios que lo contrataron lo tuvieron en negro, que hoy cobra una mínima de esclavos, al que se saquearon los medicamentos, al que la familia ya no puede ayudar porque también fue diezmada, decide, esa cara política de este estado que sí les sirve, que a ese viejo que fue trabajador y ahora fue abandonado por estéril, por improductivo, ahora hay que pegarle. Para que no proteste más. Y apurarle su encierro. Su ostracismo hasta el final.
Se siente poderosa la horrible cara política de este estado. La inédita crueldad saca pecho porque les pega a los viejos y logra rociar con anestesia a la sociedad. Nadie reacciona. Los miércoles a la tarde hay que evitar el Congreso porque está la policía pegándoles a los viejos. Entonces hay que pasar por otro lado. La violencia está naturalizada. Que no vayan a hacer un piquete, los viejos. Que no bajen a la calle. El que las hace las paga.
¿Y ellos qué hicieron?
Gritar. Entonces hay que amordazarlos para que el modelo funcione. Para que no se caiga. Si en realidad, son viejos y se van a morir. Como ya lo dijo la ex canciller Diana Mondino, una de las caras más descollantes de la inhumanidad política.
Sin embargo, llegaron los hinchas de Chacarita, por un Carlos funebrero, un Carlos de ellos, de 75 años, gaseado, apaleado y con la muñeca rota. Si los tocan a los viejos, cantaron.
Y empezaron a asomar las hinchadas de los clubes prometiendo presencia hoy a las cinco de la tarde. Y se sumaron más. Gremios sueltos -la CGT ausente- y motoqueros. Como para sacudir rutina. Con la frase de Diego como emblema. Esa que hablaba de una especie de cobardía de aquellos que no defienden a los jubilados. Decenas de hinchadas de clubes andan prometiendo por las redes pasar hoy a la tarde por la marcha. Dice la ministra que son barrabravas violentos. Pero a los viejos no les pegan. Van con fotos de Norma Plá y la frase de Diego. Contra los escudos y los gases venenosos en la cara.
Quién sabe si la magia no se desplegará hoy en una cancha sucia de sangre seca, barros y gases pimienta de siglos. Que abre una rutina automática todos los miércoles.
Por ahí un par de sombreritos y una rabona –locuras mal vistas en las canchas de estos tiempos- descoloquen a los despiadados y los dejen miserables y expuestos.
Colgados del arco.
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