Para partir, para llegar

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 Por Miguel A. Semán

Ya no hay tiempo que perder
en mitos y melancolías
Ya no es tiempo de perder
Mario Trejo

(APe).- A veces uno se encuentra con un poema, como me pasó hoy a mí con éste de Mario Trejo, y le queda la sensación de que ese poema existió siempre. Quiero decir que no hubo un día del mundo sin esa suma de palabras, aunque el poeta las haya escrito de una vez, en una tarde definitiva.
Mario Trejo fue un poeta que casi no existió. Aunque nació en 1926 y murió hace un año, recién ahora, tarde y despacio, como de costumbre, empezamos a reconocerlo. El poema en cuestión no lleva fecha. Imposible anclar en un día cualquiera ese puñado de palabras que van y vienen, llegan y parten, como dice el título, y dejan la impresión de escribirse una y otra vez a sí mismas.
Trejo también partió, llegó y volvió a partir, y ahora uno abre el libro y se lo encuentra ahí, al lado del poema, como sentado junto a una ventana. Nos da la bienvenida, muestra las palmas de las manos y nos dice: Miren lo que hice. Lo que estoy escribiendo. Lo que no puedo dejar de escribir:
También aquí se quiso huir
dejarlo todo atrás
reanudar el silencio
desbaratar una copiosa primavera
pasar por alto algo más todavía
Pero muchos años han pasado por este poema
con mujeres y orgasmos
amores y guerras
soledad y dictadores
¿Cuánto tiempo tiene un poema al momento de escribirlo? ¿Con cuántos años sobre la espalda nacemos un día? Seguro que muchos más que los que llevamos contados al morir. De eso se trata, de una simple resta. Todo, menos el tiempo perdido.
El tiempo es una paciencia/
largamente presentida/
y elástica.
El poema sabe de nosotros mucho más de lo que dice y calla. Los largos años de nuestra derrota. Tantos como orgasmos, guerras, dictadores y soledades. El poeta nos conoce, por eso escribió en Los campeones de la noche: Pero mis compatriotas juegan a dormir y a olvidarse de todo/ borrachos que invocan a Dios como una deuda de juego/ soldados que hacen patria en los umbrales.
Dicen que pocos días antes de morir Mario Trejo celebró su matrimonio religioso en el sanatorio donde estaba internado. Después de la ceremonia se tomó un whisky y detrás del whisky recibió la extremaunción. Tenía la eternidad menos los 86 años que vivió en la tierra, lo que nos da un número imposible. De todas maneras escribió poemas que lo sobreviven y que, inexplicablemente, lo vieron nacer.

Edición: 2442


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