Obscenidades

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Por Carlos del Frade

(APe).- Quizás sean extremos. Pero son dos realidades de un mismo país, la Argentina.
En la provincia de Corrientes, donde los que menos tienen cada día son más, casi una docena de ladrilleros coparon la esquina donde funciona la llamada Secretaría de Desarrollo Humano.

No estaban solos, vinieron con sus carros y caballos. Reclamaban un cachito de atención. Tan sólo un cachito: ampliar un subsidio que reciben a solamente doscientos pesos y pidieron, también, útiles escolares.
Así de insaciables son los hacedores de ladrillos correntinos: doscientos pesos y útiles para sus hijos porque empezaron las clases y no tienen qué darle a sus pibes.
Hasta ahora venían recibiendo cien pesos y hasta comenzaron a notar que casi no quedaba tierra para cocinar y parir los ladrillos.
En la hermosa capital correntina hay más de dos mil ladrilleros y para producir cinco mil ladrillos necesitan más de quinientos pesos semanales. ¿Cómo hacen? ¿Cómo viven los ladrilleros correntinos?
Por eso cometieron el “delito” de hacerse visibles y pedir doscientos pesos mensuales, ayuda alimenticia y cuadernos y lápices para sus hijos.
La postal de los ladrilleros es uno de los posibles extremos de los cuales hablaba el principio de esta crónica.
Ahora viene el otro.
Hay que prepararse porque las diferencias son muy grandes y ocurren en la misma geografía estragada de la Argentina.
La historia arrancó el 26 de agosto de 2005. Fue cuando el entonces presidente Néstor Kirchner se reunió con el ministro de Planificación, Julio de Vido, y con empresarios de la industria de las telecomunicaciones.
Allí estuvieron, entre otros, el titular de la Bolsa de Comercio, Anselmo Gabbi, y el presidente de la empresa local NG Electrónica, Gustavo Pizarro, elegida para llevar adelante la iniciativa de construir el primer celular argentino que, supuestamente, sería el más barato del mundo.
“Es decir que este celular argentino no solamente va a tener la posibilidad de llegar a todos los niveles del país, sino que también vamos a contribuir con financiamiento a la exportación de mano de obra argentina, de técnicos argentinos, y que va a ir por el mundo a precios absolutamente competitivos”, apuntó un eufórico Anselmo Gabbi.
El proyecto tuvo un aporte inicial de ochocientos mil pesos de parte del gobierno nacional, el mismo gobierno nacional que no sabe que en una de las más hermosas provincias argentinas, Corrientes, hay ladrilleros que piden ganar doscientos pesos mensuales y que alguien repare que ellos tienen hijos que deben ir a la escuela.
Gustavo Pizarro, presidente de NG Electrónica, la empresa designada para llevar adelante el proyecto, aseguró que el dinero se usó para desarrollar el primer y único modelo del celular argentino, pero que “el desarrollo del modelo llevó dos años y que, una vez finalizado, no lo pudieron colocar en ninguna de las tres prestadoras del mercado (Movistar, Personal y Claro). ‘No me puedo parar en el medio de la 9 de Julio a vender el teléfono. Lamentablemente las prestadoras no se mostraron interesadas y entonces el proyecto quedó en la nada’”, explicó Pizarro.
Ochocientos mil pesos tirados por el gobierno nacional para un teléfono que jamás llegó a sonar y, por el otro, dos mil ladrilleros correntinos que piden ganar doscientos pesos por mes. Postales extremas de un mismo país. Obscenidades argentinas.

Fuentes de datos:
Diarios El Litoral - Corrientes y Perfil 10-03-09

Edición: 1464


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