No hay deuda para pagar

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Por Alfredo Grande

“Una noticia mala y otra buena. La mala. El gobierno quiere pagar la deuda. La buena: ya se pagó varias veces” 

(aforismo implicado)

“y redrados del mundo responden…al gran pueblo argentino redrú”
(aforismo del bicentenario)

Cristina les apuntó a los fondos buitre y dijo que no hay "deuda ilegítima. La Presidenta los comparó con "las ratas del Riachuelo". También sostuvo que no tiene enemigos, sino que los que tienen enemigos son "los intereses del país". Y advirtió que pasó "el momento de analizar si la deuda dejada por la dictadura era legítima o ilegítima". La presidenta Cristina Fernández de Kirchner comparó hoy a "las ratas del Riachuelo" con "los buitres que acechan desde afuera", en referencia a los bonistas extranjeros denominados "fondos buitres". Y advirtió que "no se puede hablar de deuda legítima e ilegítima" porque la oportunidad para esa discusión fue el primer gobierno democrático. "Ustedes han limpiado de ratas el Riachuelo y eso me hizo acordar a los buitres que acechan desde afuera para interrumpir un proceso político y económico que no sólo ha reconocido en el trabajo y la generación de riqueza sino también en el desendeudamiento de la Argentina", dijo Cristina al encabezar un acto en Lanús, en medio de la polémica por el uso de reservas para el pago de la deuda. "Yo no tengo enemigos, los que tienen enemigos son los intereses del país, es el modelo económico y social. Esta presidenta no tiene enemigos", afirmó la jefa de Estado. "He escuchado a algunos hablar de deuda legítima o ilegítima. El momento de analizar si la deuda dejada por la dictadura era legítima o ilegítima era durante el primer momento democrático. Una vez que el primer gobierno democrático y los posteriores reconocieron la deuda no hay manera de hablar de deuda ilegítima, por más que suene lindo y algunos lo agiten como un slogan electoral", planteó. Entre los principales defensores de esa línea de pensamiento se destaca el diputado de Proyecto Sur Fernando 'Pino' Solanas.
(Clarín 13-01-10)

(APe) En el año 1985, concurrí como delegado de la entonces Confederación Socialista Argentina, cuyo Secretaria General era Héctor Polino, a la Conferencia sobre la Deuda Externa de América Latina y el Caribe. Se realizó en el Palacio de las Convenciones en La Habana. El formidable discurso de cierre de Fidel Castro coronó 4 días donde hubo mas de 400 ponencias de delegados de todos los países de nuestro continente. Podría resumir diciendo que Fidel dio un diagnóstico, un tratamiento y un pronóstico. La deuda externa no se podía pagar, simplemente porque su diseño lo impide. Es una deuda hecha para no ser pagada. Una deuda histérica y perversa. Terrible combinación. Pero aun así, el mecanismo sigue desbordado. El big stick financiero como el arma privilegiada para el sistemático desangre de nuestros países 20 años después de esas palabras, sigue vigente. Si las venas están abiertas, la deuda externa es la aparatología necesaria para la extracción de las riquezas producidas por los pueblos. La denominada “deuda externa” es un analizador. Un analizador es aquello que permite un análisis que desborda el espacio inicial donde se manifestó. Por ejemplo: en una discusión familiar el padre le da un cachetazo a la esposa. Como tal, se constituye en un poderoso analizador de la violencia patriarcal y de la cultura del sometimiento de las mujeres. En última instancia, plantea femicidios de baja intensidad (el golpe) que pueden terminar en femicidios de alta intensidad (asesinatos). El analizador nos lleva del nivel convencional encubridor para asomarnos en el nivel fundante. Entonces el debate abre un espacio donde lo importante es: “cuando hablamos de deuda: ¿de que hablamos?”. Cuando hablamos de “legitimidad, legalidad, democracia: ¿de que hablamos? Porque la democracia es también un discurso colectivo, un sentido compartido. La construcción de sentidos quizá sea la ley primera, algo así como “establecer agenda”. Si el Padre dice: no se olviden de llevar protector solar y la sombrilla, el sentido que ya estableció para las vacaciones es mar y playa. ¿En que espacios se discute ese sentido, que de tan común, empieza a divorciarse del saber popular? El sentido común de nuestros gobernantes nos habla de deuda externa. Luego, desde ese sentido, se plantean interrogantes varios: 1) pagarla 2) no pagarla) 3) con reservas ) 4) sin reservas 5) honrarla 6) deshonrarla 7) con ajuste 8) con mucho ajuste 9) defoltearla 10) no defoltearla 11) desconocerla 12) reconocerla. Lo que tenemos que pulverizar es el significante deuda, porque es una palabra vacía rellenada con toda la basura reaccionaria, o sea, basura sin reciclar. El saber popular conoce que una deuda implica un pago diferido de algo que se compró. O se entregó. El saber popular sabe que nada es gratis, pero que muchas cosas se pagan sin dinero. El canje, el trueque, el hoy por ti, mañana por mi. Pero adeudar implica que alguien anticipó. Nunca se debe algo a cambio de nada. Nunca le debo algo a quien me sacó mucho. Nunca le debo a nadie por demasiado más de lo que me dio. Y mucho menos, debo entregarle una o dos o tres libras de carne. “Me debés una”, le dice un amigo a otro después de una gauchada. Pero una, no cien, no mil, no millones. El denominado “principio general de equivalencia” establece una regla de oro para equilibrar el conflicto social: la proporción. Entre culpa y castigo. Entre capital e intereses. Entre daño recibido y reparación exigida. Entre goles y goleada. Y todas estas cosas el saber popular las sostiene. Pero debe ser socavado por un sentido común cipayo y mentiroso que nos dice que las deudas se pagan. Con lo que sea, menos, naturalmente, con la plata de los gobernantes. Con palabra del ex Juez Salvador María Lozada, en conceptos salvadores: “Lo grave, lo gravísimo, es que se pretende afectar reservas del Banco Central para asegurar el pago de una deuda que en su origen fue declarada parcialmente ilegal. Lo dispuso así la sentencia dictada el 13 de julio de 2000 por el juez en lo Criminal y Correccional Federal Jorge Ballesteros; también implica desconocer, además, que esa deuda, en alguno de sus segmentos más recientes, es materia de tres causas penales que tramitan en el Juzgado Federal Nº 2 interinamente a cargo del Dr. Eduardo Martínez de Giorgi, lo que determina que hasta tanto este magistrado no se expida sobre su legalidad, resulta imposible que el Poder Ejecutivo efectúe alguna renegociación de la misma o afecte fondos del Estado para su pago.” (Pasión pagadora. Diario Página 12 17.1.2010). Es simple, es claro. Si la Deuda es ilegítima por su origen e ilegal por sus procedimientos, entonces… NO ES. Por lo tanto, el significante DEUDA debe ser dinamitado conceptual y políticamente y reemplazado, sin dudas de los intelectuales con jactancia (como solía decir nuestro falangista ñato) por el significante ESTAFA. Consumada desde los tiempos de la conquista, o mejor dicho, de las conquistas. Y el que se obstina en pagar una ESTAFA, configura el delito de “estafa al cuadrado”. Mejor sería contratar a Brad Pitt y a George Clooney para otra versión de la mejor estafa de todos los tiempos. ¡Otra que robar un banco! Entonces, usar el Aparato del Estado, que no somos todos y que solo algunos muchos lo sufrimos, para pagar una ESTAFA, es traición. Para empezar, a nuestros héroes fundadores, y una de las formas más miserables de negociar la sangre derramada. Por lo tanto: honramos la deuda, escupimos la ESTAFA. Pero la gravedad de los dichos es que, si las democracias hubieran ratificado por acción u omisión, eutanasia pasiva o activa todo lo actuado por las dictaduras: ¿para que deberíamos votar? Entonces. ¿sí era más de lo mismo? No era esa afirmación, como el sentido común nos decía, producto de un alzheimer troskista? Ahora nos dicen; “se igual”. Tarde piaste. Lo mismo entonces sería con todos los actos de la dictadura, incluyendo la ley de medios, las afjp, la corte suprema de los anillacos boys, todo el monstruoso aparato represor político, jurídico y policial. Un antidepresivo ahí. Entonces, la gobernabilidad es la resignación de no poder gobernar y el deseo nunca abandonado de lograr reinar. Por otra parte, no veo que tienen de malo los slogan electorales. “El cambio recién empieza…” ¿Qué era? ¿Un versículo de un evangelio apócrifo? Creo, lamentablemente creo, que las declaraciones de nuestra Presidenta son destituyentes, aunque yo lo digo desde una carta cerrada. Cerrada a todo intento de blanquear buitres para que parezcan palomitas de la paix. En ese sentido, una parte de la declaración del Secretariado Nacional del Partido Comunista del 8 de Enero, es a mi criterio, parte de ese sentido común: “A su vez, resulta claro que todos estos personajes representantes de los segmentos económicos mas concentrados, ven facilitada su actividad por la falta de decisión política del gobierno al no haber derogado oportunamente la Carta Orgánica del Banco Central cuya sanción viene de la época de Menem-Cavallo y expresa la ideología monetarista mas ortodoxa sustentada en el “Consenso de Washington” responsable del saqueo de los pueblos latinoamericanos y de la depredación de sus riquezas naturales. (Secretariado nacional del Partido Comunista (8 enero)”. No se trata, nunca se trata, de una falta. Siempre se trata de un sobrante. Al gobierno le sobró convicción política para no derogar la Carta Orgánica, más allá que durante 6 años esa Carta Cerrada la leía Redrado, el “golem boy”. La política no es negatividad. Siempre es positividad. Si me falta decisión para intervenir cuando abusan de un niño, he tenido la decisión de intervenir a favor del abusador. No hay neutralidad. Mi falta con el débil es mi sobrante con el poderoso. Algunos llaman a esto lucha de clases. Hay una clase de estafadores y otra de estafados. Y si me quieren convencer que no he sido estafado, sino endeudado, acudiré a mi saber popular, que es el saber acumulado en las luchas de los pueblos, para decir que jamás aceptaré pagar esa estafa, porque es solamente eso, una colosal estafa y no hay, no hay, no hay deuda para pagar.

Edición: 1682


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