No es el lenguaje inclusivo, estúpido

Lo que llamamos pobres no es un dato de la naturaleza. No es derecho natural. La historia inclusiva nos permitirá entender el proceso de empobrecimiento permanente. Es decir, no es un hecho de la naturaleza, del tipo siempre habrá pobres entre ustedes. Es un hecho de esta cultura que sostiene un proceso activo de exclusión de cualquier forma de vida digna.

|

Por Alfredo Grande

(APe).- “Es la economía, estúpido” La frase estandarte de la campaña de Clinton cuando enfrentó y le ganó a Bush. La frase se instaló en la cultura política estadounidense y también internacionalmente. Usualmente se expresa precedida de la palabra “es”. Adicionalmente, la estructura de la expresión, orientada a destacar lo esencial en determinada situación, ha sido utilizada para referirse a otras cuestiones consideradas esenciales, como “¡es el déficit, estúpido!”, “es la empresa, estúpido”, ​ “son las matemáticas, estúpido”,​ “son los votantes, estúpido”. 

Con mi TOC personal, le he hecho un pequeño cambio. O sea: se puede ser estúpido en una afirmación, pero también, y he aquí mi aporte a la confusión general, se puede ser estúpido desde la negativa. Hay un personaje actual que es el vocero presidencial. Adorni. Es un adorno, pero como esos jarrones grotescos, uno no sabe dónde ponerlo para que no arruine la vista. Lo bautizaré con ese poder del lenguaje, como el agorero presidencial. O pájaro de mal agüero, o “animo tu fiestita”.

Este agorero se despachó contra el lenguaje inclusivo. Sin embargo, el tema de fondo, es que lo inclusivo no es solamente un lenguaje. Personalmente, no daría mi vida por defender el uso de la letra e. Es cierto que a mis 75 años tendría que pensar muy bien por qué daría mi vida. Pero el tema que me obsesiona es que no dejemos la lucha por la inclusión, solamente, a un tema de lenguaje.

En una opción política que hace estandarte con el remanido la libertad avanza, una prohibición es una paradoja que debe ser denunciada. Obviamente muy lejos del recordado mayo francés que marcó para siempre que “Prohibido prohibir. La libertad empieza con una prohibición.” Este gobierno, para decirlo de alguna manera, con la maldita sutileza de la cultura represora preconiza una libertad que avanza en la libertad de prohibir. Ahora mal: la prohibición puede ser positiva al tipo de “prohibido pisar el césped”. Supongo que fundada en el amor al césped. Pero la libertad de prohibir comer se materializa en la negatividad de NO entregar alimentos.  O sea: no hay un decreto de necesidad y urgencia que prohíba comer a los pobres. Pero la prohibición se materializa no entregando alimentos.

Si pensamos en una historia inclusiva, entenderemos que lo que llamamos pobres no son un dato de la naturaleza. No es derecho natural. Es el derecho de la cultura represora. La historia inclusiva nos permitirá entender el proceso de empobrecimiento permanente. Insisto: no es un hecho de la naturaleza, del tipo siempre habrá pobres entre ustedes. Es un hecho de esta cultura que sostiene un proceso activo de exclusión de cualquier forma de vida digna.

La educación inclusiva remite a leer, releer, recontra leer el Manifiesto Liminar de la Reforma Universitaria de 1918. Donde los estudiantes de Córdoba pulverizaron los cimientos de la Casa de Trejo. Esa universidad no inclusiva fue arrasada por el gobierno tripartito. La propuesta de la libertad actual es avanzar en el cierre de universidades. Recordando esa frase agorera de “es lo mismo fabricar caramelos que acero1, parece que ahora es lo mismo arrasar con la “casta” que con ferias comunitarias, comedores populares, el INADI, el CONICET, el Instituto del Teatro. Nuestro casto presidente, sin corrupción concebido, utiliza el estandarte de la casta no para suprimirla sino para monopolizarla.  Si el recordado rey sol, Luis XIV decía “El Estado soy yo”, si fuera tan sincero como Luis, Javier I diría: “la casta soy yo”. Y agregaría, convertido en un chapulín agorero: “no contaban con mi astucia”.   Y tendrá razón.

Una vida inclusiva implica alegría, creatividad, confianza, vínculos eróticos, diversidades varias. Pero en la actualidad, la libertad avanza hacia lo exclusivo. Exclusivo para los sectores del privilegio, la no tan nueva nobleza, la siempre presente aristocracia. Casta no, Nobleza sí. Aunque la nobleza actual se vista de corporativa seda, nobleza se queda. El grotesco mágico en el cual vivimos ha mostrado cómo de un excéntrico participante de programas de opinión, se puede ser presidente en 2 años. No es un país generoso, es un país masoquista. Pero sádico para los condenados de la tierra.

En un imaginario y delirante diálogo con el agorero presidencial del peor adorno, le diría: “no es el lenguaje inclusivo, estúpido”.  Arrasan con todo lo inclusivo desde la comida hasta el conocimiento. De tanto mirar el cielo, ni siquiera pisan la tierra. No es el lenguaje inclusivo, estúpido. Lo inclusivo les sienta mal. Muy mal. Lo único que les sienta bien es la muerte.  Obviamente, de los otros, las otras, LES OTRES.

Insisto: la batalla cultural de las derechas sólo puede ser enfrentada con la guerra cultural de las izquierdas. No volveremos. Pero si con la firme convicción, que nada tiene que ver con la certeza, de que finalmente iremos a un lugar donde nunca estuvimos. El reino de la inclusión.

  1. “Da lo mismo producir acero que caramelos”, sostenía Alejandro Estrada, secretario de Comercio del primer ministro de Economía de la última dictadura militar, José Alfredo Martínez de Hoz. ↩︎

Suscribite

Suscribite al boletín semanal de la Agencia.

Sobre la fundación

Fundación Pelota de Trapo nació hace décadas para abrigar de las múltiples intemperies a niñas y niños atravesados por diferentes historias de vulnerabilidad social.

Sobre la agencia

Agencia Pelota de Trapo instala su palabra en una sociedad asimétrica, inequitativa, que dejó atrás a la mayoría de nuestros niños y donde los derechos inalienables de la persona humana solo se cumplen para unos pocos elegidos por la suerte