Más resultados
Por Néstor Sappietro
(APe).- La bronca ante el tamaño de la indiferencia social, en más de una ocasión, nos lleva a la búsqueda de un adjetivo o una imagen que ayude para describir la desidia.
Por eso solemos decir que los pibes que rondan la calle parecen invisibles para los funcionarios.
Decimos invisibles para no repetir que no los ven.
Decimos invisibles que es como gritar que no los quieren ver.
Por eso decimos invisibles.
Sin embargo, la realidad supera cualquier búsqueda poética y se ríe de los eufemismos.
Ahora podemos confirmarlo sin apelar a ninguna metáfora.
Los pibes que rondan la calle son invisibles, al menos para la responsable del área que debiera ocuparse de la situación en el municipio de Roca, provincia de Río Negro.
La titular de Acción Social del municipio, Delia Gómez, al ser consultada sobre el estado de orfandad que sufren los chicos que piden moneditas en el centro, señaló: “Sinceramente, no los he visto…”
La Municipalidad, el Concejo y la Iglesia se encuentran en el mismo radio que transitan los pibes invisibles; los mismos que llevan el cartelito pidiendo una ayuda de 2 pesos para pañales o la leche del hermanito.
No son sordos ni mudos. Tal vez, ahora lo comprendemos, la estrategia de mostrar el cartel en silencio tenga que ver con su condición de invisibles.
Las calles de Roca contienen la misma postal que se repite en cada ciudad de nuestra geografía. Pibes que atraviesan los 7 y 14 años pueblan las esquinas, caminan las calles revuelven la basura…
La encargada del área social del municipio no los ha visto…
¿Por qué calle tomará cuando sale de su oficina? ¿Andará en helicóptero? ¿Dónde vive esta buena señora?
Semejante declaración podría ser suficiente para comprender las razones de tanto desamparo. No obstante, la titular de Acción Social (¿qué entenderá por acción social?) va por más, y empieza a tornarse temible…
“Nosotros no intervenimos en ese tema”, aclara, y ante la pregunta del periodista sobre qué debe hacer la gente cuando se encuentra con los pibes desguarnecidos, lanza una respuesta temeraria: “Hay que hacer las denuncias a la policía. La policía debe intervenir, ellos son los que pueden indagarlos”.
Afortunadamente, en el informe aparecen voces sensatas que se levantan contra la “solución” recomendada por la funcionaria. Desde todos los organismos, las ONG y Justicia coinciden en que nada más lejos de lo que debiera hacerse: “¡Nunca! Ni pensarlo. La policía no tiene nada que ver con esto”, explicó Mónica Berenguer, Defensora de Menores en el fuero penal.
"En Río Negro los menores son “inconsiderados”, debe ser prácticamente la única provincia que no tiene Justicia de Menores, ni policía de menores, no hay Juzgados de Menores penal, y los programas de Promoción Familiar trabajan como pueden, sin gente capacitada y con los recursos contados", señaló Berenguer.
“Sinceramente, no los he visto”, dice la funcionaria del área de Acción Social…
Quizás tampoco haya visto la pobreza extrema en los barrios, las situaciones de hacinamiento, la precariedad, las familias enteras sin escolarizar…
Ese paisaje debe haber escapado a los ojos de la funcionaria del municipio de Roca que como toda solución recomienda acudir a la policía para decidir qué hacer con los pibes del olvido…
Algo así como poner a Herodes al frente de un Jardín de Infantes.
Fuente de datos: Diario Río Negro 11-04-09
Edición: 1493
Suscribite al boletín semanal de la Agencia.
Fundación Pelota de Trapo nació hace décadas para abrigar de las múltiples intemperies a niñas y niños atravesados por diferentes historias de vulnerabilidad social.
Agencia Pelota de Trapo instala su palabra en una sociedad asimétrica, inequitativa, que dejó atrás a la mayoría de nuestros niños y donde los derechos inalienables de la persona humana solo se cumplen para unos pocos elegidos por la suerte