Ningún lugar

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Por Sandra Russo

(APE).- Esto sucedió en ningún lugar. No es lo mismo ningún lugar que un no-lugar. Según los teóricos de la posmodernidad, un no-lugar es, por ejemplo, un shopping o un aeropuerto. Territorios de todos y de nadie, zonas liberadas de identidad, puntos de encuentro en los que las diversidades se diluyen. Según algunos de esos teóricos, los espacios humanos occidentales avanzan hacia los no-lugares. Pero hay un dato que distingue definitivamente al no-lugar de ningún lugar. Una de las características vitales de los no-lugares es la ilusión de la seguridad. Si llueve, no importa. Si hace calor, no importa. Si hay ladrones, hay guardias privados. Y hay baños permanentemente limpios y con olor a Glade Violetas del Bosque. Y hay peloteros vigilados por empleados cuya tarea consiste exclusivamente en evitar que los niños se golpeen. En ningún lugar, en cambio, matan gente.

 

Lo que sucedió en ningún lugar sucedió en realidad en calles cuyos nombres parecen de ficción: en La Ilíada, entre Homero y La Odisea, barrio Transradio, Esteban Echeverría. Por allí pasó a las 5.45 de la madrugada del 12 de diciembre un colectivo de la línea 306. Al parecer, un grupo de ocho adolescentes apedreó al colectivo. Al llegar a la siguiente esquina, el colectivero detuvo la marcha. Algunos pasajeros se bajaron. Uno de ellos (se investiga si es un ex miembro de una fuerza de seguridad) sacó un arma calibre 9 milímetros. Apuntó y dio en el blanco: la nuca de uno de los chicos que habían apedreado el colectivo. Uno de diecisiete años. El chico murió. Los pasajeros que viajaban en el colectivo no fueron identificados y ninguno se presentó a declarar. Ya pasó. Mañana o la semana que viene alguien matará a alguien. Y será una muerte irrelevante, o acaso la muerte de alguien que se lo había buscado. Algún carterista, algún moroso, algún recién llegado. Y seguirán pasando cosas así por el estilo, y será como si no ocurrieran, porque todo esto pasa en ningún lugar.

Fuente de datos: Diario Clarín 13-12-04


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