Muera el cáncer

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“Lo que no me enoja, no me molesta, no me fastidia...no me sirve para pensar" 

(aforismo implicado)

Como ya es de amplio conocimiento público, en la madrugada del 1º de Enero de 2012 fueron brutalmente masacrados tres compañeros jóvenes militantes populares del Barrio Moreno de la ciudad de Rosario, por una banda de sicarios con armamento de guerra.
Jere, Mono y Patom, como los conocíamos en el barrio, eran pibes de entre 17 y 21 años que tenían familia, amigos, compañeros. Los tres militaban en el Movimiento 26 de Junio del Frente Popular Darío Santillán. Los tres soñaban con construirse un futuro diferente al que les impone este sistema injusto, en una sociedad igualitaria donde los y las pibas del barrio puedan vivir una vida digna. Los tres eran parte del grupo de Jóvenes del movimiento, habían participado recientemente de un masivo Campamento Nacional del FPDS, acababan de inaugurar el local comunitario que habían aportado con su esfuerzo y trabajo a construir, estaban armando una banda de cumbia porque “nos cagamos de risa y sirve para sacar a los pibes de la esquina” (como alguna vez dijo Patom) y esperaban comenzar en Febrero con un emprendimiento de trabajo cooperativo.
Lo que mató a Jeremías, Claudio y Adrián no fueron solamente las balas de los matones a sueldo de los narcos y las barras. El aparato policial que ampara, oculta y vive del “crimen organizado” es responsable también de cada una de las balas que recibieron nuestros compañeros. No alcanza con pasar a disponibilidad al “poli” que ocultó en el Hospital de Emergencia Clemente Álvarez a uno de los presuntos asesinos. Es imprescindible que de una vez por todas se actúe a fondo contra esa maquinaria de negocios sucios, control territorial, amparo estatal y violencia que condena y mata a nuestros pibes.
Los verdaderos responsables de los asesinatos de Jeremías Jonathan Trasante, Claudio Damián Suárez y Adrián Leonel Rodríguez son quienes desde el Estado siguen sosteniendo un sistema que margina, que condena, que mata todos los días a cientos de pibes en todos los barrios de nuestro país. (www.frentedariosantillan.org.ar)

(APe).- Cuando estudié medicina, un profesor de clínica solía decir: “la salud es un estado transitorio que no presagia nada bueno”. Supongo que era un pesimista, y como sabemos, la diferencia con el optimista es que el pesimista tiene más información. Supuestamente, con los diferentes medios de comunicación escrita, auditiva y visual que tenemos, tendríamos demasiada información. Lo que no significa necesariamente que tengamos buena calidad de información. La verdad suele venir en cuotas y la mentira siempre es al contado. La angustia frente a la incertidumbre nos obliga a la aceptación de cualquier certeza. Mejor engaño conocido que verdad por descubrir. La información sobre la enfermedad de la Presidenta sorprendió por su precisión y claridad. Y a mí me sorprendió que sorprendiera que un comunicado oficial fue claro y preciso. La maldita palabra cáncer fue exorcizada asegurando que la curación total era segura y que en no más de un mes nos despertaríamos de la pesadilla. Me refiero a los temores - terrores sobre la salud de Cristina, no a la presidencia de Boudou. Sin sorprenderme ya, también la reacción sobre el cáncer de tiroides fue clasificada como adecuada al modelo nacional y popular o la evidencia del contubernio con la “opo”. No faltó el recuerdo sobre el infame graffiti que vitoreaba la enfermedad que segaría la vida de Eva Perón. Pero los tiempos de hoy son otros. En algún momento, se barajó y se dio de nuevo, y un cuatro de trébol terminó en el mismo mazo que un 7 de diamante. No sé si manoseados, pero bastante revueltos sí. Las tres fórmulas presidenciales del kirchnerismo lo prueban. Hoy el presidente en ejercicio es un activista de Upau, que era la corriente universitaria de la UCEDÉ, que era el ente que inventó el Ingeniero Alvaro Alsogaray, mas gorila que King Kong, aunque cruzado con chancho. Vive en la Gran Manzana de Puerto Madero. No me interesa demasiado que no resista el archivo, me preocupa que no resista mi estómago. Pero la noticia es que la operación fue un éxito y que pronto volverá la Presidenta, lamentablemente con la compañía de muchas obscuras golondrinas que revolotean a su lado. Si el cáncer de tiroides es extirpado, y harto de opiniones médicas que olvidan lo que alguna vez se llamó “secreto profesional” y que ahora parece un “gran hermano” con guardapolvo y estetoscopio. Por lo tanto, sin gozar de los privilegios de vivir en la Gran Manzana, apenas de sostenerme en la Pequeña Mandarina, quiero amplificar la palabra maldita para sacarla de su sentido más excluyente. Cáncer alude a una organicidad descontrolada y maligna. Por obra sin gracia de la mega industria de los medicamentos, vacunas y tratamientos curativos son reemplazados por el sostenimiento crónico. O sea: el cáncer, como el sida, tiende a cronificarse, lo que asegura una ganancia colosal y permanente para los que patentan los medicamentes específicos. En el caso concreto de la enfermedad de la presidenta, la cura será completa. Pero es buena ocasión para hacer un listado de “el otro cáncer”, aquel que maligniza la vida cotidiana y que, al igual que aquel que tiene expresión orgánica, puede estar silencioso por mucho tiempo, y recién darnos cuenta por las metástasis más virulentas. Pretendo pensar en el cáncer como un analizador, y desde él mencionar las diferentes formas que toma en el marco de la cultura represora.

1) Cáncer político: la constante construcción de maniqueísmos bizarros donde cualquier crítica, cuestionamiento, incluso reproche, desaprobación, a las decisiones del oficialismo, es rotulado como parte de una conspiración de la derecha antinacional. Siguiente la tesis del ahora senador, si a la izquierda del kirchnerismo no hay nada, todo lo existente está a la derecha, más lejos o más cerca, pero a la derecha. Las metástasis de este maniqueísmo son el pensamiento único, el macartismo, la maníaca amnesia del pasado reciente, por ejemplo el del senador citado, etc.
2) Cáncer institucional: el presidencialismo es una forma de jefatura mesiánica donde la idea de construcción colectiva queda en tercer plano. En todo caso, lo colectivo es también efecto del líder y por lo tanto los cielos del poder marcan los caminos a los habitantes de la tierra. La constante prédica de un modelo que se autoengendró a si mismo, sin pasado, sin origen, sin pecados concebido, pulveriza el instituyente social para construir varios mausoleos, algunos de material, otros de ideas. Mejor dicho, de certezas.
3) Cáncer mediático: la lucha contra el Monopolio, ha hecho creer que Monopolio hay uno solo. O peor: que hay monopolios buenos y monopolios malos. O que el Estado no es también un monopolio, aunque su consigna “el Estado somos todos”, pretende disimularlo. Clarín miente, pero no solo miente Clarín.
4) Cáncer ecológico: las industrias extractivas, en especial la megaminería, están logrando la total destrucción de suelos, aguas y aire. Poblaciones enteras resisten ante la complicidad de los Estados nacional y provincial. Muchos cánceres producidos por los agrotóxicos, alteraciones genéticas producidas por metales pesados, etc, son ignorados por los responsables de la ¿salud? pública.
5) Cáncer sexual: el tráfico de mujeres, niñas y niños para el ejercicio esclavo de la prostitución sigue en expansión. Desaparecidas en democracia de las cuales nunca mas se habla, ni tienen repercusión alguna en esferas oficiales.
6) Cáncer alimentario: el hambre en la argentina sigue matando. Preocupados todos por el precio de los commodities, pero despreocupados por la desnutrición y la mortalidad infantil evitable. Las metástasis son los déficits intelectuales de por vida y la creación de enormes poblaciones de niños y niñas con reducida capacidad de aprendizaje.
7) Cáncer de tránsito: el pésimo estado de las rutas, la superpoblación de automóviles y camiones, la inexistencia en rutas con peaje de banquinas y señalamientos, la danza de los vampiros de los semáforos, al menos en la ciudad de Buenos Aires, provocan graves metástasis conocidas como “accidentes viales”.
8) Cáncer bailable: la impune masacre de Cromagnon, la muerte de Marianita Iglesias en el Paseo de la Infanta, los chicos de Khevys, los derrumbes por medianeras arrasadas, han logrado que la alegría, el esparcimiento más sencillo, el solo hecho de habitar en un edificio, sean catástrofes potenciales.
9) Cáncer tributario: el iva generalizado sigue en el 21% incluso para alimentos de primera necesidad, como los fideos secos que yo me preparo cada tanto. El impuesto a las ganancias para los salarios es una paradoja perfecta de esta cultura represora. La lucha contra la pobreza apenas esconde que no habrá lucha contra la riqueza. Se siguen mandando ganancias al exterior, con algunos maquillajes de temporada.
10) Cáncer represivo: Jere, Mono y Patom lo padecieron. Las metástasis llegan a todos lados, municipios, provincias, ciudad de buenos aires. La mafia es maffia, con o sin uniforme, y para entender la extensión de este cáncer, que puede ser terminal, basta hojear las estadísticas de Correpi. El cáncer de tiroides de la Presidenta, uno entre tantos, ha sido extirpado. Otros no podrán serlo, porque las políticas logran que se cronifiquen. Hoy temprano a la mañana, quise dar testimonio de mi implicación ante la operación de la Presidenta y escribí lo siguiente:
“Hoy se opera la presidenta de todos los argentinos. La sangre derramada por generaciones de militantes exige que solamente el pueblo cambie lo que el pueblo elige. Ni la enfermedad, ni el delirio fascista, pueden cambiar la historia. Hoy se opera la presidenta de todas las argentinas. Yo deseo que en el menor tiempo posible retome su cargo y cumpla con la totalidad de su mandato y con la totalidad de su deseo. Y yo cumpliré con el mío, que siempre será el pensamiento crítico.”

Pero tengo claro que mi pensamiento, por más crítico que sea, no pudo defender a Jeremías, Claudio y Adrián. Y quizá hasta pensar pueda ser otra forma de cáncer. ¡Cuanta impotencia para combatir el mal!

 

Edición: 2148


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