Matar el futuro (*)

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Por Alfredo Grande

Dedicado a Laura Carlotto y Luciano Arruga

(APe).- Abuelas- Madres de Plaza de Mayo... En torno a ellas, preguntas que no quieren callar. ¿Por qué, cómo, para qué las abuelas y las madres hoy, en este ensueño democrático apenas sacudido por pesadillas del terrorismo de estado insepulto? En esta Argentina de la obediencia debida, el punto final y el indulto-insulto, hay más preguntas que no quieren callar. ¿Qué podemos hacer? ¿Qué debemos hacer? ¿Qué queremos hacer? Si hay una ética del deseo, ¿no habrá también una ética del deber? Si la institución militar pregona el valor para subordinarse, quizá sea necesario mucho más valor para insubordinarse.

(…) En el Plenario sobre Derechos Humanos del 1° Encuentro El Espacio Institucional , la Presidente de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, preguntó al nutrido público mayoritariamente del área psi: "Dígannos ustedes, ¿qué tenemos que hacer?" Lamentablemente el área psi a veces es demasiado "como si" y algunas respuestas tardan mucho en llegar. Por supuesto, respuesta no significa receta. Pero cuando lo que está en juego es la vida y la muerte, abrir infinitamente los interrogantes es una forma especular de enfrentar la delirante certeza del totalitario. ¿Será la duda la jactancia de los intelectuales, como pregona un militar demócrata converso, notorio por su afán de pintarse la cara? Tampoco lancemos anatemas contra el pretendido carácter fascista del pueblo argentino. No porque yo piense que nunca se equivoca. Una cosa es la soberanía popular y otra la divinidad popular. Pero sí creo que no pueden enfrentarse las tendencias reaccionarias con democracias truchas. Pero la pregunta no quiere callar… ¿Qué hacer? La paradoja es que esta pregunta la formula una de las representantes de las organizaciones que más cosas han hecho en esta Argentina de dictadores, demócratas conversos y yuppies republicanos. Pienso que justamente por todo lo que han hecho, saben mejor que nadie todo lo que aún queda por hacer. Es la misma pregunta que leí en la conmovedora novela “Fontamara”. Su autor, Ignacio Silone, la pone en boca del autobiográfico protagonista: "después de tantas penas y tantos duelos, de tantas lágrimas y tantas calamidades , de tanta sangre, de tanto odio y de tanta desesperación..¿qué debemos hacer?

En el prólogo, Silone propone que cada uno tenga el derecho de relatar a su manera. Haré mío ese derecho. Y para ejercerlo, no utilizaré testimonios, relatos clínicos, historiales de las Abuelas- Madres producto de sus incansables búsquedas. Siempre recuerdo el recurso del abogado defensor del maestro acusado de enseñar la teoría de Darwin, durante la década del 30 en Estados Unidos. Acorralado por el jurado y el juez, absolutamente religiosos e intolerantes, militantes de un clericalismo fanático, propuso el único libro que no podía ser recusado: la Biblia.

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"Heredarás el viento" fue el texto dramático que inmortalizó ese combate entre la verdad y el dogma. No sé si pretendo imitarlo. Pero utilizaré una de las biblias modernas. Una película de ciencia-ficción, donde la abundancia de violencia y efectos espectaculares ha permitido su éxito mundial. Me refiero a la película TERMINATOR .Desde el análisis que les pienso proponer, la entiendo como un ejemplo de que toda producción artística, aún aquella que parece más alejada de consideraciones políticas, puede pensarse como retorno del inconsciente político y social que está reprimido de una forma mucho más profunda y radical que el inconsciente libidinal-sexual.

TERMINATOR es una máquina programada para la exterminación. Construida por otras máquinas que en un futuro no demasiado lejano, someten y esclavizan a los hombres sobrevivientes de un cataclismo nuclear. Reeditando los ancestrales combates entre los pequeños mamíferos y los colosales dinosaurios, los hombres comienzan a rebelarse. Son liderados por John Connor, que les enseña tácticas de combate que pueden controlar a las máquinas, para finalmente obstruir toda la capacidad ofensiva de los robots, anulando sus programas de ataque. El último recurso de las máquinas es enviar a un TERMINATOR al pasado, para destruir a la que será la madre de John, Sarah Connor. De esa forma, todos los sucesos dependientes de la presencia del lider no existirán, y las máquinas habrán triunfado. Sin embargo, utilizando por última vez la capacidad de un traslado temporal, el sargento Reese también regresa al pasado para proteger a la madre de John e intentar la eliminación del TERMINATOR.

Esta máquina es un ciborg. Tiene una apariencia humana para no ser descubierta, pero ejecuta implacablemente su programa de exterminio. Sin culpa, sin lástima, sin piedad, sin dudar. El TERMINATOR sabe perfectamente que hacer. Su única pregunta: ¿dónde está Sarah Connor?. Su única respuesta: exterminarla. El genocidio perfecto: matar al hijo antes de su concepción. La solución final antes que se presente cualquier problema inicial. El llamado Terrorismo de Estado me parece un siniestro ejemplo del TERMINATOR POLITICO, apariencias de hombres con y sin uniforme que encubren máquinas programadas para el exterminio.

El saber de la máquina es preciso: no es posible modificar la determinación histórica, porque los hombres siempre resistirán la opresión, siempre de una forma u otra buscarán la libertad, siempre lucharán con armas diversas (con la espada, con la pluma y la palabra, como se cantaba alguna vez) .Siempre encontrarán a los líderes para que los conduzcan a una victoria sin final, que como señalara Gregorio Baremblitt, no es lo mismo que una victoria final. Al no poder modificar la determinación histórica, entonces la máquina opta por la determinación biológica. La destrucción del cuerpo que engendrará otro cuerpo. El cuerpo de la madre y de su hijo futuro. TERMINATOR quiere destruir en la mujer Sarah, la futura madre de John. TERMINATOR sabe que tiene que destruir, aniquilar el último fundamento de la existencia, la inevitable unión entre los cuerpos de la mujer y el hombre, que engendrará al líder. La determinación biológica es aniquilada con la desaparición física. También por el hambre, las enfermedades, el abandono sistemático, la promiscuidad, las guerras. Chicos en la calle, chicos en la guerra.

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TERMINATOR no es ingenuo. Las políticas económicas tampoco. La sub-especie que originará el déficit proteico crónico, no será capaz siquiera de imaginar el ejercicio de derechos económicos y sociales. Enormes áreas geográficas serán remedos siniestros de la colonia Montes de Oca. Cadáveres psiquicos, oligofrénicos o psicóticos, serán el resultado final de estas políticas económicas, sofisticado garrote vil para el permanente ajuste. Para TERMINATOR, el problema es mas simple. Lo que es exterminado en el pasado, desaparecerá en el futuro. No habrá existido nunca, no habrá marca que delate su posible existencia. El TERMINATOR POLITICO no controla aún el pasado. Mas modesto, pero no menos salvaje, hace desaparecer en el presente la determinación biológica, los cuerpos, y la determinación histórica , es decir, la filiación.¿ Que hacer para enfrentar a la máquina asesina, de forma humana y programa antihumano? En primer lugar, no dudar con el diagnóstico: es una máquina de exterminio total. En segundo lugar, no dudar con el tratamiento: debe ser destruída.

Destruir al destructor. No olvidemos que liberar es, nada más y nada menos que reprimir al represor. Aborrezco los senderos luminosos, casi tanto como los caminos oscuros. Pero la destrucción que Terminator tiene programada no es solamente la física, aunque en ésa es especialista. Es también la de los valores fundantes de la humanidad. Es la amputación de las esperanzas, para entonces poder ofrecer cada vez mas ilusiones. Y alucinaciones. La amputación de la solidaridad, para poder manipular a los mancos del espanto, cuadripléjicos de toda moralidad. Cuando desaparece un cuerpo o una filiación, un universo de valores desaparece. Valores universales elaborados por los colectivos humanos en sus luchas históricas por justicia y dignidad.

Por eso TERMINATOR es toda la mentira. Y hay que oponerle, como tercer camino, toda la verdad. Que no es lo mismo que una gran verdad. Pero si es nada más que la verdad. Aunque no tenga remedio. La misma de Sacco y Vanzetti, que aún hoy se sigue contando. En cuarto lugar, la elaboración colectiva de la culpa. Es la única forma de discriminar históricamente entre la culpa que la máquina quiere inocularnos para lograr nuestra parálisis y anestesia (como modernos ejemplos de histerias políticas), del legítimo remordimiento que podemos sentir cuando logramos destruir un TERMINATOR. Resistir a la opresión no es lo mismo que oprimir. Y aquellos que no han sido programados para el exterminio del semejante, no pueden evitar sentir cierta desazón, que Freud denomina remordimiento, aunque hayan realizado el acto letal en defensa propia. Este remordimiento es indicador de la agresión realizada efectivamente, y que fue necesaria para impedir nuestra desaparición y muerte. Pero la culpa, como Freud enseña, caracteriza más al santo que al pecador. Su origen es agresión vuelta contra el sujeto y un reaseguro inesperado del TERMINATOR. Por eso el programa de culpabilización debe ser enfrentado sin ningún titubeo. Sin jactancia. Pero también sin duda.

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La máquina de exterminio dirá :"por algo será". Le respondemos: "no es por algo; es por todo; por todo lo que es y tiene que ser". La máquina dirá: "el silencio es salud". Le respondemos: "tu silencio es salud, porque hablas con la mentira; mis palabras son salud, porque buscan una verdad". La maquina dirá : "en algo andará". Le respondemos: "andará y seguirá andando, haciendo camino al andar". La máquina dirá:: "no te metás". Le contestaremos: "ya estoy metido, metido hasta el cuello, lo único que me queda es averiguar es como salir" Y cuando la máquina cumpla con su programa de eliminación física de los cuerpos, convocaremos a especialistas, que desde el fundamento último de la vida, los genes, recuperarán la determinación biológica. Y cuando la máquina complete su programa genocida destruyendo la filiación, convocaremos a juristas y psicólogos que recuperarán la determinación histórica.

Pienso que en el imaginario social, las Madres-Abuelas de Plaza de Mayo son las organizaciones que por sus enunciados de verdad, pueden enfrentar a la máquina de exterminio. Son garantes fundantes, no simbólicos, de la continuidad biológica e histórica. No siempre obtienen lo que están buscando. Pero como dice Antonio Porchia en "Voces": "aunque obtuviese el bien que no merezco, no podría vivirlo; el bien que merezco, podría vivirlo, aunque no lo obtuviese." Pienso que es mucho el bien que merecen, y en ese bien estamos implicados. Desde nuestra ética, desde nuestra ideología, desde nuestra estética, desde nuestra poesía. Quizá alguna vez debamos plantearnos como constituirnos en garantes simbólicos de lo que las madres-abuelas garantizan desde sus propios cuerpos. Tema para un debate posterior pero que solo podrá ser concretado si Sarah Connor logra que TERMINATOR no extermine su hijo futuro. El programa de exterminación es también de extinción de instituciones, al modo de una selección cultural mucho más despiadada que la natural.

La institución de la solidaridad, de la democracia, de la justicia están dentro del programa de exterminio de los TERMINATOR MILITARES y POLITICOS . Algunos han decretado ya la desaparición de la institución de la historia y de la revolución. Entonces, la locura de la Plaza de Mayo será la única forma lúcida de vivir. No habrá por lo tanto solo la pregunta de ¿qué hacer? Los quehaceres que esperan son infinitos, aunque el fundante es aquel que hace 15 años se hizo alrededor de la pirámide de la plaza. Oponer al programa de exterminio de las máquinas genocidas el programa de amor de los colectivos solidarios, autogestivos, valientes y absolutamente convencidos de la legitimidad del reclamo y la legalidad de la lucha.

Lo que yo quiero hacer ahora es decirles a las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo- en este décimo quinto cumpleaños de justicia, palabras que hoy me presta Mario Benedetti:

"Pero hagamos un trato; yo quiero contar con usted; es tan lindo, saber que usted existe, uno se siente vivo, y cuando digo esto, quiero decir contar, aunque sea hasta dos, aunque sea hasta cinco, no ya para que acuda presurosa en mi auxilio, sino para saber, a ciencia cierta, que usted sabe que puede, contar conmigo."

(*) Trabajo presentado en el Seminario Internacional "Identidad, filiación, restitución". Organizado por Abuelas de Plaza de Mayo (1992).

 

Edición: 2751


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