Masacre cultural

No es una batalla cultural sino una guerra. Pero en realidad una masacre, porque en una guerra hay combatientes. La masacre cultural incluye que la Libertad sea una palabra vaciada por la variante argenta del fascismo. Porque la libertad de morirse de hambre no es libertad: es esclavitud. 

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Por Alfredo Grande

(APe).- Que yo recuerde, aceptando que cada vez recuerdo menos pero curiosamente sufro más, la batalla cultural era para que pudiera advenir el hombre nuevo. Palabras del Che y cantos de Viglietti.  Todavía el genérico hombre lo incluía todo. Lo que exige que hablemos hoy de la mujer nueva y el hombre nuevo.

Análogamente, deberíamos re-editar el célebre “El hombre mediocre” de José Ingenieros, como “El hombre y la mujer mediocre”. Pero lo que fue fue, aunque ahora no lo sea. ¿Por qué nuevo? Porque la cultura de un capitalismo global, sobre todo post derribo de la Unión Soviética, era lo viejo. Un viejo lozano pero viejo al sostener las ideas clásicas de un individualismo a prueba de balas grupales.

En esas luchas se asesinaron militantes, líderes, pueblos enteros. Con tal de no perder hegemonías, las burguesías podían enfrentarse entre ellas. Luego vendría el festín del reparto del mundo. Ganadores y perdedores. Como dice una hermosa canción del grupo ABBA, el ganador se lleva todo. Se lo llevó y se lo sigue llevando.

Por eso más que batallas es una guerra cultural. Y más que guerra yo hablo de masacre. Porque en una guerra hay combatientes. No siempre desde el comienzo. Pero la guerra es cuando hay respuesta del agredido. Lo digo de otra manera: para que haya boxeo se necesitan 2 boxeadores. Si me revientan a trompadas no estoy boxeando. Me están masacrando. La diferencia creo que vale la pena establecerla, porque siempre sigo la advertencia de Sigmund Freud: “empezamos a ceder en las palabras y terminamos cediendo en las cosas”. Un ejemplo actual es la palabra “seguridad”. Se llama fuerzas de seguridad justamente a las encargadas de vulnerarla. Por acción, omisión o ambas. Los únicos seguros son los que integran las fuerzas de seguridad. Porque tienen el monopolio más preciado: el de la fuerza pública. O sea: la fuerza bruta pero legal. Cualquier forma de legitimidad te la debo.

La masacre cultural no es reconocida como tal.  Es una derrota. Pero no solamente. Hay que insistir en la masacre cultural. Y cuando digo cultural, no digo intelectual.  La cultura abarca todo el quehacer humano. El que escribe sobre la revolución y el que inscribe su lucha revolucionaria. Hay una cultura represora que aún es hegemónica. Pero hay multiples culturas de liberación. Que han tenido sus consignas, sus verdades, sus enseñanzas, sus arengas escritas con tiza y carbón. Cuando no había Tik Tok ni trolls ni toda la dominación digital que padecemos.

Lo dije al principio del texto: cada vez recuerdo menos. Por eso intentaré esas verdades que formaron parte de décadas de nuestra batalla cultural por el mundo nuevo.

  • Los únicos privilegiados son los niños.  Masacrada
  • Detrás de cada necesidad hay un derecho.  Masacrada
  • Una patria justa, libre y soberana.  Masacrada.
  • La tarea de todo revolucionario es hacer la revolución. Masacrada
  • Traigamos arcilla para el hombre nuevo. Masacrada
  • Y pagarán su culpa los traidores. Masacrada.
  • El pueblo unido jamás será vencido.  Masacrada
  • Sean realistas. Pidan lo imposible. Masacrada.
  • La imaginación al poder. Masacrada
  • Con la democracia se come, se educa, se cura.  Masacrada
  • Capitalismo serio y derechos humanos. Masacrada.
  • Arriba los pobres del mundo. Masacrada.
  • Se alcen los pueblos con la Internacional.  Masacrada
  • Todos unidos triunfaremos. Masacrada
  • El pueblo nunca se equivoca. Masacrada

La masacre cultural incluye que la Libertad sea una palabra vaciada por la variante argenta del fascismo. Dicho mejor: termina de vaciar, porque la libertad de morirse de hambre no es libertad: es esclavitud.  Y hace más de 40 años que niñas y niños sin niñez tienen hambre. De comida, pero no solamente. Los narcos saben más que los progres, muchas izquierdas y los nacionales y populares de esas hambres. Los soldaditos son una identidad, siniestra quizá, pero identidad. Y la identidad y la autoestima son importantes. Fundamentan el sentido de la propia vida. Cuando el hambre de identidad es saciada puede empezar a pensarse en dignidad.

Mi generación todavía puede darle dignidad a la vida. Y en cada masacrado descubrir un rebelde. Y en cada rebelde descubrir un combatiente. Y en cada combatiente descubrir un revolucionario. No puedo asegurar que venceremos. Pero podemos empezar por esta consigna: 

30.000 detenidos desaparecidos masacrados: presentes. Ahora y siempre

¡Lucharemos!


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