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Por Carlos del Frade
(APE).- María tiene 32 años, diez hijos y pesa 39 kilos. Las crónicas periodísticas exageran cuando eligen el verbo “vive”, por María, en una de las márgenes del Arroyo Las Piedras, en el barrio IAPI, en la populosa ciudad de Quilmes, en el Gran Buenos Aires. El cuerpo de María es la síntesis del saqueo.
Desnutrida mamá que tiene casi nada para defenderse y defender a sus nenas y nenes.
¿Dónde están los que deberían haber cuidado de María y sus hijos?
¿Quiénes son los que leen estas crónicas y tienen poder para ayudar a mujeres, mamás como María?
La noticia es la confirmación que la vieja canción emblemática de León Gieco, ese fenomenal y consecuente artista popular argentino, aquella que le pedía a Dios no ser indiferente no tuvo eco ni en los planos superiores del cosmos ni estos arrabales del mundo arrasados por la desidia y las más variadas justificaciones.
María cuenta que su compañero, Mariano, sale con el carro, el caballo y las dos nenas para juntar basura y chapas. Las necesita para hacer una pieza porque su madre la echó al enterarse de un nuevo embarazo.
María, 32 años, diez hijos y 39 kilos sigue peleando.
Y parece que nadie ve semejante pelea.
Que lo injusto no nos sea indiferente, cantaba León, porque si un traidor puede más que unos cuantos, que esos cuantos, aunque sea, no lo olviden fácilmente, marcaba el cantautor santafesino.
Pero sucede que se repiten las penas porque crecen los olvidos.
María, 32 años, diez hijos y 39 kilos, está atravesada por penas y olvidos.
¿Y cuántas Marías hay, señores que manejan los números en el distrito de Quilmes o en la provincia de Buenos Aires, primer estado del país del pan, la leche y la abundancia?
Es un monstruo grande y pisa fuerte toda la pobre inocencia de la gente, cantaba León y miles de gargantas se hacen eco de aquellos versos.
No ser indiferentes a la guerra cotidiana que desata cuadros individuales de estragados como María, en un barrio quilmeño, en la provincia más poderosa del país.
"Para que me atiendan a los chicos tengo que sacar un turno para dentro de dos semanas pero cuando tengo plata la llevó a Casa Cuna... De mi bajo peso me dicen que tengo que comer, pero qué voy a comer si tengo que estar con ellos, cambiándolos, cuidándolos pero ahora estoy embarazada de vuelta y eso no me ayuda mucho por más que coma... me dijeron", cuenta María, postal del triunfo de la indiferencia, esa que el poeta denunciaba como uno de los peores males que suelen atravesar estas tierras.
En oficinas a las cuales María nunca llegará se dice que “la secretaría de Desarrollo Social de Quilmes le debe millones de pesos en rendición a la Provincia a pesar de que ésta le envía dinero para la compra de alimentos para la ayuda social”.
Una explicación que a María poco le sirve.
Ella necesita comer bien para seguir peleando por cada uno de sus diez hijos. Necesita comer bien y no puede comer bien en la república que se ufana de alimentar al mundo.
María, síntesis de los límites de la poesía, de aquella bella canción que sigue pidiendo no ser indiferentes ante el dolor de los demás.
Fuente de datos: Agencia de Comunicaciones Rodolfo Walsh 07-07-06
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