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Por Sandra Russo
(APE).- Son los gajes de su oficio, podría comentar algún periodista radial de ésos que suelen escucharse en los taxis porteños. Son los riesgos a los que se expone, estaría diciendo en realidad. No, no, en realidad no: si uno pensara que una chica de 14 años revuelve basura porque ésa es una decisión que ella ha tomado, estaría cometiendo un grave error de base, que es en el que incurren todos los días esos periodistas radiales que intoxican la cabeza de tanta gente hablando de los chicos pobres como de una amenaza latente, de un peligro del que hay que cuidarse. Y son esos taxistas que escuchan esas radios los que si pasa un pibe pobre por la esquina inmediatamente bajan los seguros de las puertas, y miran al pasajero por el espejo, en una especie de sobreentendido amoral.
La chica de 14 años juntaba cartones el martes pasado en un basural ubicado en las afueras de María Grande, Entre Ríos. Tuvo mucha mala suerte. Ya había tenido mucha mala suerte al nacer en un hogar desprotegido y al crecer sin jugar y sin estudiar y al tener que ayudar a su familia saliendo con ella por las noches a juntar cartones en un basural.
Alrededor de las once de la noche, la llevaron inconsciente al hospital de María Grande y de allí la trasladaron al Hospital Materno Infantil San Roque: la nena presentaba lesiones severas en sus miembros superiores y en gran parte de la cara. Le había estallado un aerosol en la cara.
Sus padres, desesperados, relataron que todos estaban revolviendo desechos para sobrevivir cuando se aproximaron a un sector en el que se estaba incinerando basura. Imprevistamente, estalló un envase de aerosol. Convertido en un proyectil peligroso, voló e impactó en la parte superior del cuerpo de la nena, cuya identidad no se conoce.
Tras los gritos y el espanto, personal policial trasladó a la nena al Hospital de María Grande, pero los médicos decidieron su inmediato traslado al San Roque, ya que se trataba de un cuadro grave. La nena quedó internada en la Sala de Cirugía, para ser atendida por los especialistas en cirugía reconstructiva y estética.
La noticia se limita a contar eso, pero es de suponer que a la mala suerte que la acompaña, la nena habrá de sumar la de un rostro desfigurado.
Que a los catorce años a la pobreza se le sume un accidente que le altere los rasgos y que su atención quede en manos de decisiones institucionales, no es solamente tener mala suerte, ni es el gaje de ningún oficio. Esa chica no debería haber estado allí, claro. Pero sobre todo: no tendría que haber necesitado estar allí. No se puede poner esta noticia en el mismo nivel de una cañita voladora que le estalla a alguien en la cara. Juntar cartones para sobrevivir, revolver diariamente la basura para sobrevivir no es el rigor el producto de la mala suerte ni esta niña ni de nadie. Es una de las miles de horribles consecuencias que paga la niñez desamparada.
Fuente de datos: El Diario De Paraná - Entre Ríos 15-02-07
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