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Por Carlos del Frade
(APe).- Luisana tenía la hermosa edad que expresa el límite entre la primaria y la secundaria, trece años y vivía en la zona oeste de Rosario.
Estaba durmiendo en una cama que daba a una ventana con vista la calle pero el final de su vida no tuvo relación con la arquitectura si no con el negocio de la violencia en este lugar del mapa argentino donde fue parida la bandera de la igualdad, como la imaginaba el revolucionario que la enarboló por primera vez sobre esas barrancas talladas por el Paraná.
Medio centenar de balazos fueron disparados contra esa casa y terminaron con la vida de Luisana.
Los tiradores están relacionados con Esteban Lindor Alvarado, un narco al que denunciamos por primera vez en febrero de 2013 como el mayor distribuidor de cocaína en el centro de la ciudad y luego nos incluyó en su lista de potenciales asesinados.
Hoy, desde el interior de un penal, sigue ordenando las balaceras para disputar territorios con los que quedaron vivos de Los Monos, mientras asoman otras bandas con gente muy joven y feroz que ordenan tirar contra bebés y trozar cadáveres de sus adversarios y traidores.
Luisana tenía la edad en la que no debía conocer nada de estas historias que crecen en esos mundos paralelos que condicionan la vida cotidiana de miles y miles de personas cada vez más preocupadas por su tranquilidad.
Mundos paralelos que multiplican la sangre de las pibas y los pibes en los barrios pero que hacen circular su dinero en los bancos oficiales, las mutuales legales y las mesas de dinero que pululan por el centro rosarino.
Dicen las crónicas periodísticas que Luisana Biagiola vivía en 27 de Febrero al 7300; que su casa fue rociada con plomo de tres calibres diferentes y que un proyectil perforó una abertura y la mató.
No son noticias policiales solamente, son informes de la economía real, postales de las consecuencias de la circulación del dinero fresco.
La violencia es constitutiva del capitalismo.
-Todo este quilombo viene porque miembros de esa familia mantienen un vínculo con Esteban Alvarado. El año pasado a uno de los pibes lo balearon en una pierna y en octubre del año pasado se llevaron detenido a uno de los pibes en un allanamiento. Pero mucho de lo que está a la vista es de Esteban Alvarado – dijo un vecino.
Una señora contó que “fue desesperante escuchar ese montón de tiros. La que peor la pasó fue la vecina que a la nena le dieron dos balazos y murió. Nosotros teníamos los chicos (cinco nenes de hasta 14 años) que se estaban por bañar y por suerte mi hija alcanzó a meterlos en el baño donde quedaron a resguardo. Todos nos pegamos un susto bárbaro”.
En treinta horas hubo media docena de homicidios, entre ellos, Luisana, de solamente trece años.
-"Amor: cuántas ganas de vivir y una bala te sacó toda la ilusión. ¿En qué ciudad vivimos que nuestros niñ@s no pueden vivir libremente? Que no pueden lograr las metas deseadas. Que cualquiera interrumpe su vida en la mejor edad. Luisi, siempre estarás en nuestros recuerdos. Un beso al cielo de tus seños y tus compañerit@s. TKM”, escribió para despedirla, desde las redes, una de las docentes de la escuela número 91 “República Federativa del Brasil” de las Cuatro Plazas de barrio Belgrano, donde la nena asesinada asistía.
Cuentan que Luisana, como miles y miles, soñaba con la fiesta de los quince años.
Esos negocios mafiosos impunes que siguen haciendo personas como Alvarado, Brandon Bay, Los Monos y otros tantos, arrasan con nenas como Luisana.
Es imprescindible salir de las recetas de siempre para que la vida vuelva a ser más parecida a los sueños que a las pesadillas.
Edición: 4164
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