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Por Claudia Rafael
(APe).- Fue hace más de dos décadas que el escritor Manuel Vicent publicó un artículo en el que aseguraba que “la crueldad humana es un misterio”. Y decía: “Está aun por dilucidar en qué punto de las entrañas reside ese impulso que obliga a las personas a exterminarse, un raro honor que sólo compartimos con las ratas”. Un misterio “insondable” que “no concede ninguna salida honorable”.
Es tal vez en ese misterio que se pueda explicar el horror de Lucio, el pequeño niño de La Pampa, que con tan solo 5 años cargó sobre su vida y su muerte el compendio mismo de la crueldad. Es inaceptable e incomprensible el daño por el daño mismo, la tortura y la muerte posterior. La humanidad elige cercenarse a sí misma de porvenir cuando destroza la vida de Lucio. Hay quienes afirman que la crueldad emerge cuando se aniquila lo humano. Y tal vez no sea otra cosa que el intento por preservar a la humanidad de una crueldad intrínseca.
Cómo se nombra lo ejercido sobre Lucio. Cómo se sobrevive a la crueldad, a la capacidad de ejercer lo cruel, en el sentido más desmedido de dar vuelo a lo siniestro.
Hannah Arendt planteaba que en los campos de concentración las escenas de crueldad y de tortura implicaban posponer la muerte durante largo tiempo o, incluso, de un modo indefinido. Entre las cuatro paredes de la casa, las pericias al cuerpo de Lucio parecen hablar de escenas de crueldad y tortura que pospusieron durante largo tiempo su muerte hasta que, por error o en modo programado (tal vez el juicio pueda dar cuenta de cuál de las dos opciones es la válida) el niño dejó de vivir.
La vida y la muerte de Lucio deberán explicarse puertas adentro del hogar. No importa la identidad de género de las o los victimarios –esgrimida hoy en un debate falaz- porque la crueldad es inherente a la condición humana.
Pero también deberá haber una respuesta por parte del Estado. Es que Lucio fue asistido en distintos hospitales en al menos cinco ocasiones entre finales de 2020 y principios de 2021. Pero no figuran registros de denuncias por lesiones poco explicables.
Walter Martos, uno de los tres fiscales asignados a la causa por la muerte de Lucio, aseguró: “Dentro del ámbito del Ministerio Público Fiscal o en la Unidad de Género, Niñez y Adolescencia, no existe una denuncia formal de maltrato contra Lucio”.
La muerte del niño y su largo camino hacia ese final constituyen una radiografía de la crueldad. A la que Alfredo Grande definió en APe como “la planificación sistemática del sufrimiento”. Eso que, en la corta vida de Lucio, fue la planificación sistemática del sufrimiento por parte de quienes debían amarlo y protegerlo. De quienes estaban puestos en el mundo para dibujarle un camino de tizas y un castillo de chocolate.
Y de quienes deben asegurar que no existan infiernos en la tierra para las niñeces y, sin embargo, siempre suelen distraerse guardando polvillo bajo la alfombra o mirando hacia otros lados.
Lucio. 5 años. Icono y receptor de todas las crueldades del mundo bajo su piel.
Edición: 4428
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