Jujuy y Chaco: El litio y un femicidio

Lucha y rebeldía en el corazón de las construcciones feudales

Detrás de la reforma constitucional jujeña se esconde la disputa por el litio. Las protestas y la brutal represión, están eclipsadas en la realidad mediática argentina: la principal organización social del Chaco, aliada en la calle y en las boletas con Capitanich, se vio envuelta en un femicidio aún sin cuerpo.

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Por Silvana Melo y Claudia Rafael

(APe).- Apenas menos de mil kilómetros separan a Chaco de Jujuy. Pero comparten explosiones sociales con historias comunes y diverso presente. Hoy el poder viene por los recursos naturales y la puna lo sufre por la riqueza de su vientre. El litio y el agua desesperan a los poderes del mundo que se preparan para el saqueo con la complicidad de los feudos. Jujuy es la muestra clara de que habrá represiones y muertes si fuera necesario. Las instituciones ya fueron reducidas al vasallaje. El Chaco es una muestra cabal de que las construcciones feudales crían leviatanes que, circularmente, terminan afectando un poder político que parecía inexpugnable. El sistema parecería comenzar a caer en su propia fortaleza. Mientras la política discute cargos.

El corazón de litio que late en las entrañas de la Puna ya es territorio de saqueo y sacrificio.

Detrás de la reforma a gran parte de la constitución jujeña se esconde la disputa por el “oro blanco”. Hubo un tiempo en Argentina en el que ese título se lo llevaba la extendida producción de leche, que en zonas del sur cordobés llegó a celebrar “la fiesta del oro blanco”. Ese mote hoy lo tiene el litio, un metal blando y blanco plata por el que desespera un amplio abanico de poderosos en el mundo. Laura Richardson, una de las militares más relevantes de Estados Unidos y jefa del Comando Sur, lo dejó al desnudo: “el 60 % del litio del mundo está en el triángulo: Argentina, Bolivia, Chile… Tenemos 31 % del agua dulce del mundo en esta región… Con ese inventario, a Estados Unidos le queda mucho por hacer, esta región importa, ya que tiene mucho que ver con la seguridad nacional y tenemos que empezar nuestro juego”.

Los colmillos imperiales están cada vez más cerca de las yugulares de Chile, Argentina y Bolivia. A Laura Richardson le complace demasiado viajar a este trasero del mundo.

Los salares de Jujuy, Catamarca y Salta engordan los feudalismos eternos que designan a los jueces, proclaman a las Cortes y negocian con las multinacionales la migaja que después le ofrecerán a un pueblo empobrecido. Para que aplauda a quienes vaciarán su territorio y tendrán una constitución escrita especialmente para responder a sus necesidades.

Entonces no es casual que en tan solo un manojo de días se eligieran los constituyentes jujeños y se aprobara de apuro y casi a escondidas, con el democrático apoyo de los dos lados de la falsa grieta, la reforma de 193 de los 212 artículos vigentes en la constitución de 1986.

Ahí se encuentra el trasfondo más temible de la reforma a pesar de que globalmente apunte contra infinitas libertades que dejan al desnudo las viejas metodologías feudales: recorte de la libertad de expresión, eliminación de las elecciones de medio término, mayoría automática en la cámara al ejecutivo ganador y desconocimiento y quita bajo falsas legalidades, de las tierras que habitan desde tiempos ancestrales las comunidades originarias. Y, en este último punto, lo coronan remarcando cuáles serán “las condiciones para el desalojo y para que los titulares del derecho de propiedad afectado (la ejerzan) de manera inmediata, aun cuando los autores de la ocupación no consentida se atribuyan la representación o los derechos del pueblo”.

La revuelta de comunidades y trabajadoras y trabajadores jujeños obligaron al gobernador Gerardo Morales a anunciar que volvía a poner en discusión dos artículos de la nueva constitución y que, por ahora, los ubica prolijamente en el congelador. Pero redobló la apuesta y aseguró que “los que participaron en las manifestaciones se van a comer una multa de un millón y medio de pesos”. El nivel de hervor social en las provincias gobernadas con mecánicas feudales deja al desnudo cómo se descascaran ciertas fortalezas pero hay un trasfondo estructural que subsiste.

Nada es azaroso. Cada letra y cada artículo responden a una realidad incontrastable: los recursos mineros están mayoritariamente pegados a los asentamientos de las comunidades.

Las calles, los valles, los territorios que por derecho propio ocupan los pueblos originarios explotan de protestas por estos días. La tierra erosionada y violentada vuelve a estallar de revueltas como 25 años atrás los piquetes se sucedían en los rincones de San Salvador de Jujuy, Ledesma, Mosconi, Tartagal, Sierra Grande, Cutral Co, Plaza Huincul e infinitos territorios del país contra un menemismo que venía vaciando el corazón del trabajo y de los territorios.

Hoy el vaciamiento no admite dilaciones: hoy vienen por los recursos naturales. Gerardo Morales y sus socios de un lado y otro de la grieta escucharon claramente las palabras de Martín Pérez de Solay, CEO y director general de la minera Allkem, que tiene en sus manos explotaciones en Jujuy, cuando decía que “la oportunidad del litio es una ventana de 30 años; esperemos que no esté la tentación de querer sacar la fruta antes de que madure la planta por las necesidades de corto plazo, porque todos quieren meter la cuchara, y la incertidumbre es permanente”. Ocurrió durante un panel de políticos y empresarios del litio y participaban los gobernadores Gerardo Morales (Jujuy), Raúl Jalil (Catamarca) y Gustavo Sáenz (Salta).

Clientes sistémicos

La gobernación radical de Gerardo Morales rompe con el mito de las provincias peronistas de configuración feudal que cautiva personas como clientes de ese sistema. Al que deben tributar con el voto y con el sostén de una estructura viciada de origen. Sin embargo, la reforma constitucional del jujeño, las protestas que generó y la brutal represión que vino después, están eclipsadas en una realidad mediática argentina sin grises: la principal organización social del Chaco, aliada en la calle y en las boletas con el gobernador Capitanich, se vio envuelta en un femicidio aún sin cuerpo. Que tiene el aditivo político de la cercanía con el gobernador: la organización de Emerenciano Sena es subsidiaria del estado chaqueño y ha crecido como un cliente de privilegio en la provincia. La desaparición y muerte inexorable de Cecilia, de 28 años, se alzó como una nube sombría sobre Capitanich. Esa es la miniserie truculenta que eligió el manojo de medios preeminentes. Y que le permite cuidar a Gerardo Morales en desmedro del chaqueño.

El matrimonio Sena y su hijo en prisión y un criadero de cerdos que concentra los ojos científicos que buscan huesos humanos es una postal que remite al Santiago del Estero de los Juárez. Cuando el torturador Musa Azar hacía el trabajo sucio y tributaba los cuerpos de los inoportunos a los tigres de su zoológico personal. Como sucedió con Patricia Villalba, asesinada para encubrir el crimen de Leyla Nazar. Dos femicidios sin figura legal.

En esas soberanías despóticas y nepóticas como la Catamarca de los Saadi, responsable política del terrible crimen de María Soledad Morales. Treinta y tres años atrás tampoco había femicidios. Menos aun cuando eran los hijos del poder quienes drogaban, violaban, mataban y abandonaban un cuerpo en la ruta. El gobierno de Saadi se diluyó cuando el diputado nacional Angel Luque, padre de uno de los condenados por el crimen, dijo “yo tengo el suficiente poder y la estructura como para que ese cadáver, si lo hubiera matado mi hijo, no apareciera nunca más”. Ramón Saadi fue expulsado de la provincia con la misma celeridad que su diputado se eyectó de la Cámara.

Originarios y maestros

Chaco no ha sido complaciente ni piadoso con sus originarios. El allanamiento policial en mayo de 2020 a un hogar qom es una historia terrible: los torturaron y humillaron, con varios niños como aterrados espectadores. En marzo de este año la policía reprimió a quienes pedían por la aparición de un joven wichí. 20 detenidos y cuarenta heridos, algunos de ellos con balas de plomo fueron el certificado de brutalidad que la policía chaqueña les dejó escrito sobre la piel. Los originarios y los maestros que decidieron en la calle no aceptar la nueva constitución jujeña fueron atacados con balas de goma. A muchos los apuntaron a la cara. Como los carabineros chilenos, que cegaban a los rebeldes. La policía de Jujuy ya dejó a un chico de 17 años sin un ojo.

La mayor parte de los poderes mediático, político y económico tienen los ojos y los intereses puestos en el cierre de las listas. Apoyan o denigran respectivamente a Morales o a Capitanich según en qué lado de la grieta se encuentren ocasionalmente. En estos días, a nadie le importan demasiado los recursos naturales, las hambres ni las vidas anónimas que transcurren tan lejos de su zona de confort.


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