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Por Carlos del Frade
(APe).- La Celulosa fue anterior a la fundación del pueblo. Así dicen las crónicas orales y hasta las escritas. Pueblo Andino, en el sur de la provincia de Santa Fe, un punto en la geografía del departamento Iriondo, con una población cercana a los 2 mil habitantes. Esa empresa, la primera en su tipo en América Latina, es el corazón productivo, económico y, por lo tanto, social y cultural de la localidad. Su suerte define la vida cotidiana de la comarca. Una vez más, como viene sucediendo desde hace muchas décadas, los empresarios que se hicieron cargo de la industria decidieron retirarse. El costo, entonces, es devastador. Hay cien familias que quedaron en la calle y desde hace cuatro meses que no cobran un peso. Hay promesas. Pero nada más.
-Los padres se meten en su hueco profundo. En su dolor de ya no ser. Y eso repercute en los chicos que empiezan a sentirse solos…-cuenta una mamá que se acerca al cronista.
-Desde que cerró el club del pueblo, las pibas y los pibes empezaron a consumir drogas. Es algo evidente. No entiendo cómo no se reabre ese lugar que por lo menos servía para que los chicos estuvieran contentos haciendo deporte – se pregunta Coco, otro de los vecinos de Pueblo Andino con un contundente análisis que surge de la observación y el sentido común.
En barrio Copello, uno de los más empobrecidos de Capitán Bermúdez, ciudad cercana a Rosario y también emblemática por la Celulosa inaugurada en los años treinta del siglo pasado y que llegó a pertenecer al Citygroup, ya no funciona la escuela y los profesionales del centro de salud empiezan a irse por los niveles de violencia que tienen que soportar.
En ese lugarcito del mapa, besado por las aguas marrones del Paraná, hay alrededor de 1.600 personas, casi la población de Pueblo Andino.
-Acá estamos nosotros y los narcos – empieza diciendo Marita Milagro, integrante de la organización “Poriajhú” (los pobres en guaraní) que desde hace veinte años vienen peleando contra distintas formas de injusticia.
-Los chicos entre los diez y los doce años nos cuentan que sus padres consumen y que ellos y sus hermanos van trabajando para las distintas bandas que tiene el barrio. Igualmente son las mamás las que salen a pelear a la calle para que el presente de sus familias sean otras. Pero muchos de esos chicos han perdido el horizonte, se les ha roto el futuro. Tienen un agujero negro en el centro de sus vidas. Sufren una soledad sufriente…Por eso lo comunitario es atacado – explica Milagro.
Esa fue la razón por la cual el pasado 13 de junio les “reventaron” la radio comunitaria que tenía tres puertas de hierro muy sólidas. Lo que no se llevaron fue una CPU que permitió que la voz de la radio no se apagara. Y por eso “Poriajhú” sigue, insiste con tozudez frente al negocio que multiplica pesadillas en semejante mapa donde se inventó la pobreza y desarrolló la economía del delito, especialmente en los últimos tres años.
El viernes 29 de agosto, se conoció la noticia de la actividad laboral de una nena de catorce años en el sur rosarino. “En Balcarce 5957 los vecinos hacían silencio. Miraban a través de sus ventanas y con las puertas entreabiertas cómo la policía desbarataba un espacio donde se vendía droga. Pero no era un búnker, sino un pasillo, donde alguna vez había funcionado una construcción de ese tipo, que luego fue derribada por las autoridades. Sin embargo, allí el expendio seguía bajo otra modalidad. Y lo más llamativo: la persona que entregaba los estupefacientes era una niña de 14 años”, publicó el diario “La Capital”.
La crónica agregaba que “fue poco, prácticamente nada, lo que dijo la nena que "ejercía su trabajo", según los portavoces que dialogaron con este diario acostumbrados a ver este tipo de situaciones en distintos barrios rosarinos. Es que muchos menores aún siguen en el negocio. Antes lo hacían resguardados por las estructuras de doble ladrillo cerradas a cal y canto, mientras que hoy es el menudeo recorriendo algunas cuadras o en las cercanías de ex búnkers donde todavía los clientes concurren con asiduidad…La adolescente de 14 años fue demorada y quedó a resguardo de la policía mientras se trata de ubicar a sus familiares. “Era una nena flaquita conocida en la zona donde se la halló”, apuntaba el artículo periodístico que decían en el lugar.
Más allá de los megaoperativos, de las declaraciones de funcionarios nacionales, provinciales y municipales, el negocio del narcotráfico continúa su penetración, multiplicando el dinero que se acumula en delincuentes de guante blanco y abusando de la soledad y desesperación de chicas y chicos.
Fuentes: Entrevistas propias del autor en Pueblo Andino y Capitán Bermúdez; diario “La Capital”, del viernes 29 de agosto de 2014.
Edición: 2766
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