Los otros reyes

La paradoja es tan brutal como la desigualdad. La realidad patas arriba: las fiestas de “la monada” garantizan alegría popular y seguridad. Desde los gobiernos, no. Por lo menos en el barrio no. Los otros reyes lo hacen posible.

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Por Carlos del Frade

(APe).- La noche de Reyes es siempre la geografía en que habita la necesidad de cuidar a las pibas y los pibes. Un punto en el calendario que traspasa lo bíblico y se inscribe en la vida cotidiana. La hermosa convicción de hacer más alegre y dulce la existencia de las chicas y los chicos.

En el inicio de 2023, a cuarenta años de recuperada la democracia en Argentina, hay otras cifras redondas en el almanaque recién estrenado. El 26 de mayo, por ejemplo, se cumplirán diez años del asesinato de Claudio “el Pájaro” Cantero, el otrora indiscutido líder de Los Monos, en Rosario, la ex ciudad obrera, ferroviaria, portuaria e industrial. Desde el sur profundo, aquella sangre derramada inició una escalada de violencia urbana hasta ahora ilimitada.

Una década después, las pibas y los pibes que apenas superan los diez años, en aquellos arrabales de la tierra de Fontanarrosa, Messi y Di María, tienen la posibilidad de divertirse en fiestas que organizan integrantes directos o indirectos de la familia Cantero.

Gente del lugar, cercano a Estella Federal y Flor de Nácar, está desesperada porque muchos de los chicos que asisten a las celebraciones organizadas por estos reyes rantifusos de los barrios sureños, no terminan bien. No solamente por el consumo de algo que se llama “la jarra loca” si no porque después de alguna semana hay que visitar a esos pibes en las cárceles de la región acusados de formar parte de asociaciones ilícitas que tienen distintos objetivos ilegales.

Una manera de captación casi irresistible.

Construyen fiestas a las que solamente hay que pagar 300 pesos para ingresar. El problema viene después. No para todos. Si para algunos. La comisaría cercana, como suele suceder, mira para otro lado. Los reyes del lugar no los necesitan. Pero sí necesitan a los pibes. Renovar su plantel. Parece de serie Netflix de segunda categoría pero es una realidad concreta desde hace medio año en el sur rosarino.

La pibada va a las fiestas de “la monada”, como se le dice en la zona, porque no hay otra cosa, porque no hay espacios que generen alegría para esas chicas y esos chicos. Desde hace veinte años venimos alertando en la necesidad de triplicar los presupuestos en trabajo, educación, cultura, alegría y deportes en los barrios de las grandes ciudades de la provincia que tiene un producto geográfico de 50 mil millones de dólares y un presupuesto de un billón ochocientos mil millones de pesos para este 2023.

Pero no hay “alegría” desde los estados, entonces la gente de “la monada” la construye y convoca a decenas y decenas de pibas y pibes. Y además con un valor agregado nada menor en estos lares: la seguridad está garantizada.

La paradoja es tan brutal como la desigualdad, la realidad patas arriba: las fiestas de “la monada” garantizan alegría popular y seguridad. Desde los gobiernos, no. Por lo menos en el barrio no se producen esas posibilidades. Los otros reyes lo hacen posible.

Una persona muy preocupada por esta captación de chicas y chicos, dice que “los padres de los chicos prefieren que vayan a esta fiesta porque allí les garantizan seguridad. En general el barrio está agradecido a lo que hacen porque son los únicos que tienen una propuesta para los jóvenes. Como suelen hacer con todo, se disfrazan de buenos y gente preocupada por las necesidades de los demás, pero organizan este sistema de esclavización de los más chiquitos: hacen todos les agradezcan, que los admiren, que confíen en ellos…”.

A horas de la noche dedicada para las chicas y los chicos en estos atribulados arrabales del mundo, en la zona sur rosarina, la alegría y la seguridad están garantizadas por los otros reyes, aquellos que crecen sin parar a partir de los negocios ilegales del narcotráfico y el contrabando de armas, mientras los gobiernos miran para otro lado.

Imagen de apertura: intervención sobre revista Anfibia.


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