Los inocentes de siempre

Dos grupos de pibes. Uno responde a un entramado criminal que roba vehículos para revenderlos, regenteando pibitos desde los 12. Otro se divierte disparando a personas en situación de calle. La justicia justa y equitativa, la baja de imputabilidad y la libertad propia de una democracia bastardeada por los privilegios de clase.
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Por Martina Kaniuka

(APe).- Desde la ventanilla de un auto sin patente que tomaron prestado, disparan.

Los de Córdoba, a punta de caño roban un auto. Después otro. Y otro tanto más. Los más chicos, de entre 12 a 15 años, con el celular como otra de sus extremidades, bucearán entre la marejada de identificaciones de apps, creando perfiles falsos, ingresando en la plataforma de UBER, mintiendo domicilios, a la espera de que el líder del grupo dicte la orden. Entonces, enviarán el chamuyo de un viaje tentador para el tendal de precarizados que manejan para la trasnacional que heredó el macrismo y, con suerte, los más grandes no tendrán que usar el arma para quedarse con el vehículo.

Según datos de la Procuración General de la Corte Suprema de Justicia en 2023 se registró un aumento -al que hace referencia Milei y su gobierno- en las causas que tramita el fuero juvenil. Ese aumento es del 8% en la participación de robos, hurtos, agresiones, abusos y hasta asesinatos (1.6% sobre entre 21 y 26 mil denunciados) en los que participaron niñeces y adolescencias. Lo que no dicen es que la incidencia de los imputados menores de 18 años sobre el total de los delitos es del 2.6% del total y que, en la mayoría de los casos, los menores fueron instigados por mayores de edad.

De la venta posterior del automóvil, con adultos involucrados, los que acarician la veintena en el grupo calcularán los porcentajes y la ganancia quedará repartida. Son vecinos y hay códigos compartidos, esquinas que se respetan, veredas que no se cruzan. Cada uno hará lo propio: los más chicos delirarán la guita en los botines nuevos que muestra el Dibu Martínez, los más grandes en una de esas Motomel o en cripto, para ahorrar, ampliar el negocio y ser sus propios jefes.

Los del Barrio de Belgrano eligen un FIAT Cronos y no necesitan ninguna clase de inteligencia. No reciben órdenes, acostumbran a darlas, y no tienen obligaciones ni necesidades insatisfechas. Pueden chasquear los dedos y aparecer, como en un truco de magia, botines, motocicletas, acciones en criptomonedas, viajes al exterior, posgrados en universidades privadas. Entonces disparan, pero no para apropiarse un auto y revenderlo sino para divertirse. Y el objetivo son esos que viven sin nada de eso que a ellos les sobra. 

Sus víctimas duermen en la vereda, entre los cartones que envuelven las cosas nuevas que los vecinos de esa avenida patricia compran. Una tijera invisible corta al paisaje urbano entre los edificios que entierran su techo en las nubes y el suelo que pare a los que duermen el sueño de los injustos. 

La policía detiene a los sospechosos. En Córdoba, tras 50 allanamientos, hay fotos circulando. La visera, las llantas y los tatuajes poco favorables en primer plano. Se conocen sus apodos, nombres propios, conversaciones por chat y, como las bandas criminales que alumbró el cine, tienen santo, seña y antecedentes, pedido de captura y destino de “sin remedio”. Será por eso que los mismos medios que aplauden que el gobierno haya bajado la edad para portar armas- apartado Legislación y Avisos Oficiales del Poder Ejecutivo numeración 1081/2024 del decreto que lo establece- están pidiendo a gritos la baja de la imputabilidad.

En Belgrano, los cuatro sospechosos, apresados por dispararle a personas en situación de calle, entran gritando a la comisaría. Son libertarios, de la colectividad judía con contactos, su abogado es Alejandro Broitman y no van a declarar. No sabemos cómo se llaman, cómo lucen y según declaró Diego Kravetz, entonces ministro de Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires y ahora número 2 de la Secretaría de Inteligencia, “estaban tirando tiros un poquito alcoholizados (…) los cuatro jovencitos yendo de madrugada rápido con el auto y encima tirando tiros con este arma, que es un arma no letal. Una locura en cualquier caso”.

La reforma que propone llevar la edad de imputabilidad a los 13 años plantea que “los jóvenes no están exentos en cuanto a la actuación y comprensión de la criminalidad de los actos (…) deben ser protegidos y respetados en todo momento, incluido el derecho de ser tratados de manera justa y equitativa en el sistema judicial”.

De igual manera, justa y equitativa, la justicia determina que la banda de Córdoba y la de Belgrano se subieron a un auto sin identificación, portando un arma, amenazando la propiedad y la integridad física de sus víctimas. Según la ley, los que ya tienen 18 podrían andar armados. Pronto podrían quedar presos desde los 13. Y mientras unos abrazan las rejas con la misma velocidad en que dejaron de ser pibes por la impunidad concedida a quienes sin conocer el pasado viven la urgente crueldad del presente desatendiendo el futuro, los otros abrazan la libertad que desprecian en nombre de una democracia bastardeada que escupen cada día en nombre de sus privilegios de clase.


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