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Por Carlos del Frade
(APE).- Tokuaj se llama el hacedor de los ríos, los animales y las mujeres y los hombres y los chicos, según narraban los abuelos wichís, los que vivían entre los montes y bosques del Chaco. La increíble tierra del Chaco, de pájaros gritones y estridentes, y árboles misterios como el palo borracho, siempre embarazado de vida, peces y seres mágicos y no tanto.
Los wichís dicen que el hombre profeta viene de abajo, de donde sale el sol y que volverá a pelear contra el hombre enfermedad, ese que suele estar cada día más presente entre ellos.
Los tobas, sus hermanos, también habitantes de la provincia saqueada una y decenas de veces que es el Chaco, dicen que el Payak anda dando vueltas como nunca y que por esa razón el mundo anda como anda.
Porque Payak es el espíritu del mal, el que coordina las pestes y casi todo lo malo que termina asfixiando la vida de los tobas, los enamorados de la naturaleza primera del Chaco, antes que los negociados trajeran el exilio del algodón, la ausencia de las vicuñas, el silencio de los árboles y la prepotencia de la soja.
Wichís y tobas saben que sus abuelos ya no tienen demasiada fuerza para esperar la llegada de un nuevo sol o el nacimiento que promete un descomunal palo borracho que alumbre días distintos y mejores.
Por eso van a pelear juntos contra los amigos de Payak, el patrón del mal.
Suman seiscientos los wichís y tobas que decidieron tomar la municipalidad de Villa Río Bermejito, en la provincia del Chaco.
Dicen que el intendente no los ayudó cuando las aguas de los ríos Teuco y Bermejito se hicieron incontrolables. "No estamos reclamando sólo mercadería. Denunciamos el maltrato del señor intendente hacia nosotros. Nunca quiere atendernos en su despacho porque dice que vamos a ensuciar el piso. Sólo nos atiende en la vereda o en la calle", dijo Ricardo Sandoval, uno de los representantes de los wichís y tobas que acampa en la plaza del pueblo.
-Es muy triste ver llorar de frío a un niño aborigen descalzo -dijo Ricardo, con bronca, tan larga y profunda como los mitos que contaban los abuelos sobre Payak, Tokuaj y los hombres enfermedad y profeta.
Para Lorenzo Heffner, jefe comunal de Bermejito, amigo de Payak, la cosa es distinta: "No guardamos la mercadería para darle un uso partidario sino para no entregarla toda de una sola vez. A los inundados los atendimos como nunca. Esto es todo político", sostuvo.
¿Qué habrá querido decir cuando sostuvo “como nunca”?
¿Será que desde siempre está previsto que haya inundaciones y que nunca dejará de haber inundados?
¿Eso habrá querido decir el amigo de Payak, el patrón de los males, según decían los tobas hace muchos años?
Para Orlando Charole, presidente del Instituto del Aborigen Chaqueño, "esto es parte de la miseria y la discriminación que hay contra los pueblos indígenas. Con las necesidades acuciantes que hay, no puede decir el intendente, veinte días después de que se recibieron alimentos y frazadas, que esperaba el momento adecuado para entregar la ayuda", remarcó con lucidez.
Al amigo de Payak lo custodia la policía del mismo Estado que le viene quitando tierras, ríos, montes y trabajo durante décadas a los pueblos wichís y tobas.
En Villa Bermejito no solamente se está desarrollando una pelea social y política, sino también una postal del regreso de los tiempos en donde los hombres profetas enfrentarán, de manera definitiva, a los hombres enfermedad.
Eso también está sucediendo en la geografía chaqueña.
Fuente de datos: Diario Clarín 07 y 08-05-06
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