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Por Silvana Melo
Fotos: Carlos Brigo
(APe).- El miércoles 4 de junio cayó la soledad. Esa soledad flaca y artera que deja a los jubilados desnudos e inermes ante los lobos armados que los castigan impiadosamente. Ayer la plaza se colmó de mujeres que llevaban en sus espaldas diez años de lucha contra el femicidio, de médicos del Garrahan vilipendiados, de científicos en situación de desprecio oficial, de familiares de discapacitados descartados por carga fiscal. Todos cómplices del déficit.
Ya no estaban solos. Y los lobos no atacaron.
Enfrente, en un edificio vacío de contenido para millones de personas, una triste confirmación de que la búsqueda de la inutilidad parlamentaria por parte de la ultraderecha es eficaz. El Congreso sólo es útil si sostiene el ideario inhumano y totalitario que se profundiza cada vez más.
Ayer los retazos de la oposición, los harapos de los viejos partidos que el sistema diluyó, lograron milagrosamente un quorum y votaron un par de perjurios. Sacrilegios para el dogma libertario. Amenazas para el déficit cero. Un aumento del 7,2 por ciento a los jubilados (una migaja), poco más de un 50% de aumento para el bono que no se cuenta para el aguinaldo (110.000) y extensión de la moratoria previsional. Aprobaron también la emergencia en discapacidad en todo el territorio. Un brote de humanidad imperdonable.
Degenerados fiscales acusaron el presidente y toda su cohorte en las redes.
Dándoles aire (momentáneo, porque el veto presidencial espera en la puerta) a los argentinos del mal. Los jubilados y los pobres, los niños con malnutrición, desnutrición o discapacidades (problemáticas que implican a las familias y no al estado según la biblia gobernante), la medicina pública, los científicos, las mujeres sometidas son los villanos de esta época. Y es la villanía la que llena las calles.
La que por un rato deroga la soledad. Le aplica un veto fatal para dejarles en claro que nada va a ser tan fácil.
Que la inflación pisada y el déficit cero con bota gendarme –lo que encandila a la argentinidad de bien- dejan demasiado daño, no hiere sensibilidades. Quién paga a los que mueren por los medicamentos oncológicos que no llegan. Quién paga por las mujeres muertas en manos de los femicidas con presupuesto cero en todos los programas de rescate. Quién paga por el hambre no atendido. Quién paga por las muertes en las rutas que hace un año y medio que no se reparan. Quién paga por los viejos que se mueren cuando no debían, con PAMI vaciado, sin medicamentos, con haberes miserables. Quién paga por los jóvenes que ya no encuentran abrigo para su tragedia en el Bonaparte.
Nadie.
Hay una crisis de insensibilidad social. Acaso legitimada desde arriba. O permitida, sin culpas.
Porque enfrente de la villanía trágica están los héroes: los empresarios, los que evaden, los que fugan, los que blanquean legalizados sin declarar desde dónde.
Porque plata hay. Depende para qué. Y para quiénes. Para aviones de guerra sin guerra, sí. Para aumentar con frecuencia los fondos reservados de la Side y controlar opositores y periodistas, sí. Para viajar 29 veces al exterior y apenas visitar, de paso, 10 provincias, sí.
Detalles, que no mueven ningún amperímetro de la sensibilidad social. Víctima de una ola de frío polar.
La plaza de ayer, la que derogó por un rato la soledad, empujó una alegría efímera.
Ahora irá al Senado, donde los representantes de los gobernadores recibirán sus particulares instrucciones.
Los privilegiados que cobran 9 millones y medio mensuales de dieta se darán el lujo de decidir sobre los 300 mil pesos de un jubilado gaseado sistemáticamente los miércoles.
Pero en última instancia estará el veto presidencial. Que tampoco parece mover indignaciones enterradas.
De todas maneras, siempre hay buenas noticias: el 2025 será el record de patentamiento de Ferrari en la Argentina.
Los superhéroes en las fuerzas del cielo.
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