Los “excluidos totales”

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Por Sandra Russo

(APE).- Más de un 70% de los chicos indígenas menores de cinco años (se trata aproximadamente de entre 4 y 6 millones de personas) sufre actualmente desnutrición crónica en los países latinoamericanos. El dato fue dado a conocer en Madrid, en el Encuentro Iberoamericano sobre Derechos de la Niñez y Adolescencia Indígena. El director regional de UNICEF en América Latina y el Caribe, Nils Arne Kastberg, señaló que la mayoría de los 20 millones de chicos y adolescentes indígenas está padeciendo “exclusión total”.

 

¿Un nuevo status éste de la “exclusión total”? ¿Qué implica, qué agrega, qué negrura aporta la palabra “total” a la palabra “exclusión”? Implica situaciones límite cotidianas. Mal nutrición. Falta de educación. Exposición al Sida. Bloqueo ante los servicios sociales. Aislamiento. Discriminación. Kastberg agregó que la situación tiene ribetes tan graves, que en países como Guatemala se habla de “emergencia nacional”. No quiere decir nada, por supuesto. Que niños indígenas protagonicen una “emergencia nacional” no cambiará las cosas. Sobre todo porque las cosas están como están sin que por un momento alguien se haya preocupado por esos chicos. Son población sacrificable. Según los voceros de UNICEF, la solución de la emergencia “no sólo pasa por la necesidad de hacer inversiones multimillonarias, sino también por un cambio en las políticas públicas”. Justamente. ¿Quién estaría interesado en hacer inversiones multimillonarias para salvar las vidas de millones de niños indígenas? ¿Y las políticas públicas? ¿Es que acaso las que existen se implementaron sin conciencia de que desfavorecían o descuidaban a los niños indígenas? Nada de lo que sucede con la niñez es fruto del azar. Lo es, en todo caso, de la desidia.

“Llevamos 500 años en los que deberíamos haber aprendido que en las comunidades indígenas no se habla español. Sin embargo, seguimos con escuelas en las que lo primero que se encuentran los niños es que les cambian su modo de vestir tradicional y se les habla en una lengua que no entienden”, afirmó Kastberg.

Los abusos sexuales acechan a las niñas indígenas, especialmente a las que tienen entre 12 y 18 años. Esos abusos no vienen solos: demasiado a menudo traen con ellos el virus del VIH. Y embarazos. Y nuevas generaciones de expatriados en sus propias tierras ancestrales llegan al nuevo mundo para vivir vidas miserables. La situación actual de esos millones de chicos reproducen la marca del genocidio original. No ha cesado. Se perpetúa día a día en la piel y el corazón de cada uno de estos chicos, los más pobres entre los pobres, los más rechazados entre los rechazados. La “exclusión total” debería ser tomada como una pena de muerte extrajudicial. No es otra cosa.

Fuente de datos: Diario Hoy - La Plata 07-07-05


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