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Por Carlos del Frade
(APe).- -Hay jóvenes esclavizados por el delito y la violencia – dijo en el aniversario 202 de la primera declaración de la independencia argentina, la intendenta rosarina, Mónica Fein. Una frase valiente y espesa. Muy espesa.
De la dimensión que expresan las últimas cuatro décadas de historia que pasaron como un tsunami invisible del hermoso Paraná pero cuyas consecuencias, justamente, se observan en los barrios de la ex ciudad obrera, portuaria y ferroviaria. Pero que se miran, especialmente, en las noticias que pueblan los amaneceres y en las que se distinguen los cuerpos de las chicas y los chicos que son arrancados muy antes de tiempo de esta aventura cósmica maravillosa y extremadamente corta que es la vida.
-Hay jóvenes esclavizados por el delito y la violencia – sostiene la intendenta y obliga a preguntar por los amos o señores feudales del tercer milenio que esclavizan y ganan mucho dinero con el delito y la violencia.
A principios del año 2000, un ex oficial de la entonces brigada de Drogas Peligrosas de la policía rosarina, hablaba de dos mil muchachos que trabajaban para el narcotráfico en Rosario.
Casi dos décadas después ya no hay datos oficiales sobre la cantidad de chicas y chicos que encuentran trabajo en algunos de los últimos eslabones de la cadena de la comercialización del negocio capitalista.
En la justicia federal, no hace mucho tiempo, hubo un fallo que hablaba de la situación semejante a la esclavitud que soportaban un grupo de pibes en uno de los puestos de venta de estupefacientes en la zona norte de la ciudad.
Esclavismo del tercer milenio.
Chicos esclavos que ahora aparecen en las noticias policiales pero que son la consecuencia de la impunidad que gozan sus explotadores, sus amos, sus señores feudales.
El Observatorio de Convivencia y Seguridad del municipio, informa que de las 500 personas que ingresaron baleadas al Hospital de Emergencias Clemente Alvarez en 2017, más de la mitad tiene entre 15 y 24 años.
Ciento doce víctimas fatales menores de 35 años, el 69 por ciento del total y de esos asesinatos, el 79 por ciento se cometieron con armas de fuego, otro de los grandes negocios del sistema absolutamente democratizado.
Que las pibas y los pibes sean independientes, 202 años después de la declaración de la casita de Tucumán, supone ir en contra de los esclavistas del siglo veintiuno.
Gente que no pisa ni los barrios ni los pasillos húmedos de las comisarías ni tampoco transitan los interiores de los tribunales.
-Hay jóvenes esclavizados por el delito y la violencia – afirmó la doctora Mónica Fein, mientras ellos y ellas, esos jóvenes de los que habla ni se habrán enterado de su preocupación.
¿Cómo serán los días de esas chicas y esos chicos esclavizados en una de las ciudades más importantes de Sudamérica?.
Hay otros funcionarios que, por las mismas latitudes, eligen pedir juicios sumarísimos para menores de dieciocho años, posando de fieles intérpretes de la mano dura, aquella glorificada por la demagogia punitivista.
Los que esclavizan a los jóvenes en los barrios de las grandes ciudades argentinas gozan de buena salud.
Las cámaras televisivas o las de los teléfonos celulares no muestran sus caras ni hay cadenas que denuncien sus nombres.
Son los que en fechas como el 9 de julio celebran ser los empresarios de la dependencia, los señores feudales del tercer milenio.
Edición: 3657
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