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Por Carlos del Frade
(APe).- La situación de la niñez del país muestra el paso de la historia sobre su piel más sensible, la realidad de la pibada es consecuencia de la política económica y social de los últimos cincuenta años. Es la historia en carne viva. Son las chicas y los chicos quienes más sufren la democratización del veneno, la impunidad de los agrotóxicos como motor del negocio basado en el extractivismo del sojalismo exacerbado.
Por eso es fundamental destacar el reciente estudio de la Sociedad Argentina de Pediatría, titulado “Efecto de los agrotóxicos en la salud infantil”, de junio de 2021.
Es preciso y valiente.
-Nuestro país tiene una actividad agrícola que es de la más extensas del mundo; como consecuencia de esto, el uso de agrotóxicos es también generalizado y su tendencia aumenta sostenidamente con el tiempo. Este fenómeno es el resultado de la concentración progresiva de los regímenes de tenencia de la tierra en el mundo, con condiciones económicas de concentración de capital invertido en el agro, extensión de las superficies cultivables en forma intensiva a expensas de tierras otora destinadas a la cría de ganado.
La consecuencia de estos cambios es doble: por un lado crece en forma sostenida el uso de agrotóxicos por aumento de las áreas cultivables, con el consecuente impacto sobre la salud de las poblaciones expuestas, y por otro, al disminuir la tierra para cría de animales, proliferan a este fin los llamados feed lots que no son otra cosa que la cría en condiciones de extremo hacinamiento, en las que los animales se intercambian gérmenes permanentemente unos a otros, aumentando en consecuencia la contaminación de los alimentos derivados y las enfermedades transmitidas por alimentos – comenta diciendo la doctora María Gracia Caletti, coordinadora del equipo de trabajo que llevó adelante este notable trabajo que “fue escrito pensando especialmente en los pediatras y demás miembros de salud pediátrico. Esperamos que les sea útil para el cuidado de la salud de los niños que atienden”, termina diciendo en la presentación del documento.
La investigación sostiene que en los últimos años el mercado argentino de agroquímicos aumentó de 100 mil Kg/litros en 1996 a 520 mil para el año 2018 pero que los plaguicidas comenzaron a utilizarse en los años cincuenta, fundamentalmente los herbicidas como el 2,4 D y los insecticidas clorados como el DDT y el clordano, especialmente en la lucha contra la langosta.
Se remarca que el “proceso de modernización de la agricultura se incluye dentro de un proceso más amplio que es el de Artificialización de la naturaleza”.
Hoy los pesticidas inciden en la vida de 12 millones de personas, entre ellas, tres millones de niñas y niños.
En la Argentina del presente, pensada más de afuera que desde sus entrañas, hay 107 plaguicidas prohibidos en todo el mundo pero que se usan en estos atribulados arrabales del mundo.
Sus consecuencias sobre las niñas y los niños son duras, perversas, dolorosas:
“Los niños presentan una vulnerabilidad particular a las exposiciones ambientales a plaguicida, en relación a su mayor superficie corporal, mayor exposición y tasa de absorción por todas las vías, la presencia de succión no nutritiva y por vía de lactancia materna. Lo cual, sumado a lo restringido de su dieta, hace que en los primeros cinco años, acumulará el 50% de la exposición a plaguicidas, que recibirá en toda su vida”.
“Diferentes estudios, en niños, han demostrado que la exposición prenatal a pesticidas a bajas dosis, ha sido asociada con efectos sobre el neurodesarrollo. Trastornos como déficits de atención, hiperactividad, trastornos de aprendizaje, autismo y trastornos de conducta, han sido asociados a exposición a plaguicidas. Estas consecuencias inciden directamente, en la calidad de vida de los pacientes, así como en los costos de salud”.
“Existe evidencia, proveniente de estudios epidemiológicos, que sugiere que la exposición a plaguicidas está relacionada con la presencia de enfermedades neurodegenerativas tales como la Enfermedad de Alzheimer y la Enfermedad de Parkinson”.
“Así, si las neuronas del cerebro de un infante son destruidas por pesticidas, si el desarrollo reproductivo es desviado por disruptores endocrinos, o si el desarrollo del sistema inmune es alterado, la disfunción resultante puede ser permanente e irreversible”.
“La relación entre la exposición a pesticidas y tumores cerebrales es biológicamente plausible ya que muchos pesticidas tienen acción específicamente neurotóxica”.
Esta notable investigación de la Sociedad Argentina de Pediatría vuelve a marcar que la impunidad de los negocios genera consecuencias terribles en la vida cotidiana de la verdadera piel sensible de la historia, la realidad de las niñas y los niños, las pibas y los pibes.
Dice el informe, además, que la sociedad brasileña de Pediatría “ha empezado a exigir ese camino con fuerza, reclamando en su país, una política de reducción en el uso de agrotóxicos, en nuestro país también debemos solicitar ese tipo de políticas que se desarrollan en otros países del mundo con éxito. Necesitamos decisiones políticas en ese camino pero también que los pediatras garantes de los Derechos de las Niñas y los niños los reclamemos con firmeza”.
Fotos: Pablo Piovano
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Edición: 4356
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