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Por Alfredo Grande
(APe).- Si optamos por la batalla cultural, entonces cumpliremos la profecía de Gregorio Baremblitt: “cualquiera que quiera puede ser crítico social”. O sea: la batalla cultural es las batallas contra todas las formas de la cultura represora. Quizá análogo a uno de los trabajos de Hércules.
En la mitología griega, Hércules y la Hydra de Lerna es una historia en la que el hijo de Zeus y Alcmena se enfrenta a un monstruo de muchas cabezas para completar uno de sus doce trabajos. El monstruo, la Hydra, era una serpiente gigante con muchas cabezas que volvían a crecer cada vez que se cortaban. Representaba los males y vicios que Hércules debía vencer. Agrego: no de una vez y para siempre. Sino infinidad de veces y para cada momento que sea necesario.
Si como enseñó Oesterheld pasamos del héroe individual al héroe colectivo, entonces se cumple otra profecía: todos somos Hércules. Y es un trabajo colectivo cortar tantas cabezas como sea posible.
El año nuevo huele a repetición. Lo nuevo del año nuevo es una cosa bien distinta. Hace más de 20 años que el héroe colectivo no despierta. La Hydra aprendió a cuidar de sus cabezas. Lo nuevo del año nuevo quizá sea un Hércules colectivo que retome la tarea inconclusa. Quizá una tarea congelada, análoga a la descripta por el gran Raymundo Gleyzer sobre la revolución mexicana.
Hubo una cierta similitud entre el “que se vayan todos” con el ansia de cortar todas las cabezas. Quizá finalmente sea cierto que veinte años no es nada. Es algo más que suficiente para descongelar casi cualquier cosa. Lo nuevo del año nuevo será el intento de descongelar la rebelión congelada. Incluso descongelar la visión de que hay Hydras más buenas que otras.
Incluso llegando a lo que denomino el alucinatorio político social que ve Hydras con rostro humano.
Nuestra convicción de cortar todas las cabezas de la Hydra se nutre en la tradición de Hércules, el semidiós de los más difíciles trabajos.
La Hydra nos vence cuando por descuido, complicidad, temor, incluso amor por la Hydra, algunas cabezas dejan de ser cortadas.
La Hydra se alimenta preferentemente de niños, niñas, jubilados, jubiladas, trabajadores sin trabajo, los denominados excedentarios, y fundamentalmente de los pobres de la tierra. Aunque en realidad empobrecidos por los socios de la Hydra.
Hay posmodernos señores tecno feudales que trabajan levantando cabezas, algo parecido al famoso resucitando muertos o levantando cadáveres políticos. Las castas que rodean a la Hydra son numerosas, y una trampa astuta de la Hydra es reducir las castas a una sola de tal modo que todas las demás castas (empresarial, clerical, militar, sindical, financiera) siguen vivitas y coleando, por ser suave en la descripción.
Lo nuevo del año puede ser salir del sonambulismo democrático que empezó en un lejano 1983. La Hydra fue corroyendo toda concepción clasista, y la lucha empezó a ser un disvalor. Mezcló crueldad con violencia y por lo tanto la resistencia violenta a la autoridad violenta no pudo ser defendida. Hoy la violencia es tabú y queda reducida a tipificar la resistencia legítima al autoritarismo.
Es obvio, al menos para mí, que los votos no son una licencia para matar. Y hoy la Hydra tiene un plan sistemático de asesinatos agravados por el vínculo y en concurso demasiado real. Una especie de solución final para el problema laboral.
La robotización de la producción ayuda, la reducción de la natalidad ayuda, pero aún hay gente, demasiada gente. Que incluso pretende comer, ser educada, vivir en una casa, progresar, estudiar. La Hydra no puede permitirlo.
La vocación de Hércules no está hoy demasiado difundida. Pretender dialogar con la Hydra. A Hércules no se le hubiera ocurrido una politica de consenso con la Hydra. Y mucho menos separar, disociar, la macroeconomía de la vida cotidiana. No hay que ser demasiado nada para darse cuenta de que la miseria cotidiana es lo que sustenta el déficit cero y la bonanza macroeconómica.
Recuerdo que soy médico y en la época de estudiante había un dicho: La operación fue un éxito, pero el paciente murió. Me importa que el paciente no muera, poco importa que la operación Hydra sea un éxito. O sea: me importa que la operación sea un fracaso. Si a la Hydra le va bien, a Hércules le va mal. Los sonámbulos democráticos, para los cuales la legalidad da legitimidad, son los que sustentan a la Hydra y a todas sus cabezas.
Lo nuevo del año nuevo será entre los que sigan los mandatos de la Hydra y los que, atravesando el terror, construyan un Hércules colectivo.
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