Llaga sobre llaga

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Por Néstor Sappietro

(APe).- “Suazilandia es el país con mayor tasa de infectados de sida del mundo. La esperanza de vida en ese lugar del continente es 31 años, 13 menos que hace una década”.
Suazilandia es un pequeño país de África; allí donde los patrones del primer mundo arrojan su basura, sus miserias, sus pestes...
Suazilandia, África, el reino de la desolación y la inequidad. El continente estragado.

Allí, donde se aloja la mayor cantidad de desposeídos del planeta.
El primer ministro de Suazilandia, un tal Timothy Myeni, propone que las personas infectadas con sida lleven tatuado en sus nalgas el logo de la enfermedad para frenar la propagación del virus. Según relata la información, el método (por llamarlo de una manera elegante) fue recomendado por el doctor de la Universidad de Suazilandia, Eliot Tofa, quien el año pasado ya había sugerido al primer ministro la "solución" para evitar que la gente siguiera contagiándose.
El recurso propuesto por el tal Timothy no es otra cosa que la apología de la discriminación. Marginar sobre la marginación, para que no queden dudas.
A los que llevan las huellas del ultraje en la flacura de sus cuerpos, en la imposibilidad de concebir cualquier sueño; se los pretende condenar además a llevar una marca en las nalgas (sí, igualito que con el ganado) para que no quede lugar a la confusión.
El procedimiento viene a sumar un estigma a quienes ya lo llevan en sus miradas.
El estigma, la salida recurrente en la historia de la humanidad.
La marca para un oscuro reconocimiento del resto de la sociedad grabada sobre la piel; como se utilizó con los esclavos, los delincuentes, los judíos en los campos de exterminio.
El estigma, como la peor de las humillaciones.
Satanizar para la segregación, el castigo, la degradación...
Una llaga sobre otra llaga.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que el 26,1% de la población adulta de Suazilandia padece de HIV. Ningún otro país en el mundo tiene tan alta tasa de enfermos entre sus habitantes. Desde 1999, el país está en estado de "desastre nacional" por la propagación de la enfermedad que no encuentra freno.
Por año, 10.000 adultos mueren, de una población total de 1.000.000 de habitantes.
Las grandes cumbres de los países más ricos del planeta siguen reuniéndose. El tema de la pobreza y la mortalidad infantil en África siempre encuentran en esas cumbres promesas de ayuda para paliar la multiplicación de muertes tempranas. Esa ayuda nunca llega o termina siendo insuficiente. Sencillamente porque esas vidas no importan.
Eduardo Galeano al ser consultado sobre un informe de la ONG Oxfam previo a la cita del G20, según el cual con los 8 mil 420 billones de dólares de dinero público comprometidos por los Gobiernos del mundo rico para el rescate del sector bancario podría eliminarse la pobreza mundial durante los próximos cincuenta años, Galeano indicó que el informe "se queda corto" y agregó que con ese dinero se podría "dar de comer a los hambrientos de aquí a la eternidad con postre incluido".
Lo cierto es que el sida, la malaria, la tuberculosis asolan esa geografía porque son enfermedades de la pobreza. Son el fiel retrato del saqueo, de la indiferencia, del genocidio sistematizado.
Millones de pibes africanos son huérfanos por estas causas.
Por eso, no es cuestión de tatuar a los despojados. No es cuestión de añadirles otra humillación.
Es cuestión de entregarles la expectativa de una vida digna que le vienen arrancando.

Fuente de datos:
Diario Infobae 26-05-09 y Oxfam Internacional 01-04-09

Edición: 1523


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