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Por Alfredo Grande
(APe).- “Feos, Sucios y Malos”, dirigida por Ettore Scola, cuenta la historia de Giacinto y cuatro generaciones más de su familia, unas veinte personas que conviven en una casilla destartalada en los márgenes de Roma. La convivencia es una continua disputa por el dinero que custodia Giacinto, tacaño y miserable como el resto. El arte al servicio de una denuncia social y política en clave de grotesco. El título es un descubridor del sentido común de la mediocridad clase mediera para arriba. Si es feo, si está sucio entonces es malo.
Hoy hablamos de portación de rostro. Está el divino rostro y el santo sudario, y está el maldito rostro y el profano sudor. Rostros, manos, dientes, olores, texturas que enuncian y denuncian las cicatrices que la miseria, la indigencia feroz, el hambre y la peor comida decantan en superficies y cavidades corporales. Los barrios populares siguen siendo el country de los nadies. Que siguen esperando que los urbanicen, la catequesis evangélica de populismos y fascismos de consorcio.
Hace décadas dos alumnas de la Cátedra de Dinámica Grupal de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora escribieron una monografía cuyo título es: “Qué negocio es la pobreza”. Las fábricas de empobrecidos, que no es lo mismo que los pobres, siguen trabajando con prisa y sin pausa. Los beneficios colaterales es el excedente de enriquecidos. Altamente concentrados.
La racionalidad de la cultura represora debe ser invertida: para que haya una minoría concentrada de enriquecidos, tiene que generarse una mayoría dispersa de empobrecidos. Espantarse ante los niveles de indigencia, pobreza, desocupados, desterrados, es también una forma de encubrir la naturalización de la casta de enriquecidos. Siempre habrá ricos entre ustedes, podría leerse en un evangelio apócrifo.
El analizador privilegiado de esa grieta de la que poco se habla, es la farsa canalla del aporte solidario. También llamado impuesto a la riqueza, pero menos. Farsa canalla por el monto imponible: 2%. Farsa canalla porque es “por única vez”. Farsa canalla porque afecta al 0,01% de la población, lo que es indicador de la pornográfica concentración del dinero. Farsa canalla porque un diputado del Frente de Todos habló de “aporte solidario”. Unir lo solidario con el enriquecimiento ilícito es una pirueta grotesca. De pertenecer a un partido que supo luchar por el triunfo de la revolución comunista, a dar una versión edulcorada y descafeinada de la parasitaria gran burguesía, hay mucho más que una traición. Es la muestra impalpable de la rendición de la izquierda organizada a las reglas del capitalismo financiero.
Leemos en Página 12: “Esta es la Casa del pueblo, vamos a escuchar las explicaciones del diputado pero no podemos admitir que se den este tipo de situaciones”, concluyó sin ocultar su indignación. Mientras el diputado oficialista Carlos Heller exponía como miembro informante el proyecto del Gobierno, el propio Massa tuvo una vista privilegiada de lo que se veía en la pantalla a la que estaba conectado el diputado salteño”.
A mi criterio, el mérito de Amerí es haber elegido la sexoafectividad durante un discurso absolutamente deserotizante. Si lo hubieran sorprendido tomando un café, no creo que hubiera habido mayor problema. Los comentarios de la esposa de Massa rozan lo inquisitorial. Las niñas y niñas con hambre no generan ni la milésima parte de indignación.
Es necesario citar un párrafo de esta nota de Claudia Rafael. “Hoy la lupa debe necesariamente poner en foco a los alrededor de 3000 niñas y niños de la toma de Guernica. Mirarlos a los ojos y reconocer la médula de toda la historia de la toma. ¿Cuál es el corazón de la disputa? “La propiedad privada excede el ámbito de la economía: en su lógica están también la libertad y la paz”, finaliza una nota de opinión publicada en La Nación el 5 de septiembre que se acerca al núcleo de la disputa ideológica”.
La moralina partidaria y legislativa ponen la lupa en un acto puntual que les genera asco, indignación. Dormirse, esconderse, el cohecho activo, el panquequeo permanente, los diputruchos, las leyes de impunidad, no importan. Claudia pone la lupa donde hay que ponerla. Nuestras niñas y nuestros niños de Guernica, a pesar de los discursos, ya no son los “chicos del pueblo”. Son los chicos de la propiedad privada, en una versión acotada de la conquista de los desiertos. Terrenos privados de vida pero que no pueden ser intrusados.
El mismo presidente de la cámara de Diputados, Sergio Plastilina, propuso sacarles el ingreso familiar de emergencia (IFE) a las familias que ocupaban el terreno. Sin indignarse. Sin ofuscarse. Obviamente, en un frente de todos los sinceros y honestos, debería haber sido repudiado. Sin embargo, la canalla callada quedó.
Los lindos, limpios y malos lo tienen tan claro que alarma la negación que progresismos e izquierdismos no clasistas sostienen. "La vertiginosa puesta en escena de los avances en digitalización, robótica e Inteligencia Artificial pueden hacernos olvidar que tras esas bambalinas persiste una sociedad dividida, principalmente, en clases. Esta división no la olvidan nunca poderosos como Warren Buffet, uno de los hombres más ricos del mundo y muy alejado del marxismo, que hace unos años afirmaba que “hay una guerra de clases, de acuerdo, pero es la mía, la de los ricos, la que está haciendo esa guerra, y vamos ganando."
Si sólo se trata de vivir, también sólo se trata de leer. De la lucha de clases a la guerra de clases, que obviamente vamos perdiendo. La comunidad organizada de los enriquecidos totalmente convencida en desterrar y exterminar a la comunidad desorganizada de los empobrecidos. Lamentablemente, los feos, sucios y malos han idealizado a los lindos, limpios y malos. La idealización es enemiga del ideal. Los lindos, limpios cuando dan trabajo, no parecen tan malos. Los lindos, limpios cuando dan préstamos de la plata que previamente les han sacado a los trabajadores, no parecen tan malos. Los lindos, limpios cuando prometen revolución productiva y revolución de la alegría, no parecen tan malos. Aunque realicen la restauración conservadora malvendiendo los bienes del estado y arrasando la capacidad productiva de un país.
Los lindos, limpios y malos abarcan de mínimo un arco que empieza con Menem y termina con Macri. Veremos cómo sigue. Lo que más me preocupa es que los malos por ser lindos y limpios nos sigan pareciendo buenos. Muy buenos. Los meritócratas como forma de idealización del exterminio. Mientras los empobrecidos sigan sosteniendo la guerra de los enriquecidos, algo y mucho debe ser subvertido. Para llegar a una sencilla verdad: los malos también son los lindos y limpios. Más aún: los lindos y limpios son los únicos malos.
Otra película que debería filmar otro Scola.
Edición: 4086
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