En los agujeros fabriles crecieron los males

Límites

En esos agujeros negros que dejaron los esqueletos vacíos de talleres textiles y metalúrgicos florecieron dos de los principales negocios del capitalismo: armas y narcotráfico. Con el gobierno antidemocrático de las bandas narcopoliciales.

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Por Carlos Del Frade

(APe).- “Sendero entre dos campos”, es la definición etimológica de la palabra límite que apareció en el idioma castellano en el año 1438. Su derivación “limitare” significa, siempre según la etimología, “rodear de fronteras”.

Los límites de la vida cotidiana parecen haber cambiado.

Quizás por eso la muerte aparece como desbocada.

Lo cierto es que la ciudad de Rosario parece haberse reducido a las superficiales variaciones de los grandes aparatos partidarios que dependen de la discusión política provincial y nacional en un año electoral.

Las recetas de siempre solamente traerán los resultados de siempre: dolor para la gente sencilla que habita los barrios sencillos.

¿Qué pasó en aquellos barrios de la ex ciudad obrera?.

¿Cuándo fueron desbordados aquellos senderos de los que habla la etimología?.

Uno de los límites desbordados fue el democrático.

Por eso es preciso señalar una de las causas más profundas de lo que sucede en esas geografías estragadas desde la desaparición del tejido que alguna vez caracterizó a la ciudad como obrera, industrial, portuaria y ferroviaria.

En esos agujeros negros que dejaron los esqueletos vacíos de talleres textiles y metalúrgicos florecieron dos de los principales negocios del capitalismo: armas y narcotráfico.

Pero para desarrollarlos fue fundamental la constitución de un gobierno antidemocrático ejercido por las bandas narcopoliciales.

Es preciso, entonces, recordar una resolución judicial provincial.

El juez de instrucción de la 14ª Nominación de los tribunales provinciales rosarinos, Juan Carlos Vienna, procesó el miércoles 19 de febrero de 2014, a 36 personas, entre ellos 13 integrantes de las fuerzas de seguridad (11 de La Santafesina SA, uno de la Federal y otro de Prefectura) como integrantes de una asociación ilícita que, entre otros fines, vende drogas, asesina por encargo y tiene estrechas relaciones con las distintas fuerzas de seguridad, nacionales y provinciales, que supuestamente actúan en el territorio para combatir esos mismos delitos.  Fue la primera causa que llevaría presos a los integrantes de Los Monos.

Lo más importante es un párrafo de aquella resolución de 408 páginas: “…la presente investigación  ha permitido determinar que aquí, la asociación ilícita no existe para cometer tal o cual figura delictiva individual -o unas accesorias de otras-, sino a los fines de asegurar el control de ciertas zonas geográfica de la ciudad de Rosario y de ciertas personas y autoridades y el usufructo de dicho control, el ejercicio de cierto gobierno de facto por sobre toda otra autoridad”, dice el punto cuarto de aquel escrito de hace nueve años atrás.

Gobierno de facto sobre tres barrios rosarinos: Las Flores, 17 de Agosto y La Granada a partir del año 2007, precisa aquella resolución judicial.

Quedaba afuera la democracia.

Las relaciones económicas, laborales, sociales, el dominio de las calles, las casas y hasta las celebraciones estaban manejadas por las bandas narcopoliciales.

Desde entonces al presente ese el drama en varios barrios rosarinos.

No es una cuestión militar.

Se trata de recuperar la democracia en los barrios desde la política.

En febrero de 2023, aquella definición de gobierno de facto reapareció de la mano de fiscales federales.

“Durante 2022 hubo ocho homicidios en el barrio Vía Honda, todos ocurridos entre agosto y diciembre y con pocos metros de distancia entre sí”, escribieron los diarios rosarinos.

Desde la Fiscalía Federal Nº 2, Claudio Kishimoto y el auxiliar Franco Benetti, sostienen que en “ese sector del sudoeste rosarino como un "Estado paralelo" donde "florecen puestos de venta ambulante de estupefacientes".

“Estado paralelo” significa, una vez más, el desplazamiento de la democracia y la subordinación a los integrantes de las bandas narcopoliciales.

La necesidad primaria, entonces, para que no se multipliquen las muertes de las chicas y los chicos en los barrios rosarinos es recuperar la vida cotidiana desde la democracia para eliminar esos gobiernos de facto que, de hecho, alimentan la circulación impune del dinero que se registra en el centro.

Mientras no sean eliminados esos gobiernos de facto, los límites de la democracia serán cada vez más estrechos.


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