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Por Carlos del Frade
(APe).- El presente de las chicas y los chicos de la Patria Grande parece resumir la historia del continente casi en carne viva. Dos niñas argentinas fueron asesinadas en Paraguay. La información decía, el 2 de septiembre de 2020, que Lilian y María, chiquitas argentinas de once años, fueron fusiladas por el ejército paraguayo.
-Peleamos mucho para que nos entreguen los cuerpitos, en principio dijeron que los familiares no se presentaron entonces peleamos mucho y tuvimos acceso a los cuerpitos de mi hija y mi sobrina. Y estamos seguros como familia que fueron torturadas, porque a Lílian la agarraron viva, la torturaron y la ejecutaron y la vistieron con ropa camuflada posterior a eso para cubrir todas las atrocidades que cometieron…trataron de deshacerse de todas las evidencias, le quemaron todas las ropitas. A mi hijita, luego de la autopsia que le hicieron, la enterraron en una fosa común en una caja de cartón – dijo Miriam Villalba, la mamá de una de las nenas.
Lilian y María, en la primera versión del Ejército paraguayo, eran integrantes del “Ejército del Pueblo Paraguayo”, calificado como una organización terrorista.
Las niñas, en realidad, estaban visitando a sus padres.
La abogada de las familias, Daisy Irala, explicó que “ante la barbaridad de la ejecución, el Ministerio Público empieza a realizar varios actos desesperados. Lo primero que hacen es vestirlas con un uniforme que no les corresponde para decir que ellas estaban 'enguerrilleradas', que son adolescentes, que se movieron y ni nos dimos cuenta que eran niñas... El uniforme posteriormente tenía que aparecer para que nosotros como víctimas o cualquier otra autoridad de derechos humanos pudiera revisar. Entonces vino el siguiente problema: se iba a revisar el uniforme pero no iba a ser la talla de las niñas, y no iba a tener sangre, y no iba a tener agujeros. O por más que le hagan los agujeros de los disparos, no iban a coincidir con las heridas que causaron la muerte de las niñas”, sostuvo.
La profesional agregó que “los familiares dicen que estaban ahí porque querían conocerle cada una a su padre. Ellas no pertenecían a la guerrilla, sí sus padres. Ellas tenían su vida en Puerto Rico, provincia de Misiones en Argentina. Iban a la escuela, las maestras pueden atestiguar que hicieron todo el ciclo lectivo y no solamente el año pasado. El problema es que las fronteras se cerraron y ellas no pudieron regresar al país”, concluyó en declaraciones periodísticas.
El asesinato de Lilian y María, de solamente once años, marca la matriz de aquella matanza de niños del 16 de agosto de 1869, en Acosta Ñu, una de las últimas batallas de la resistencia del heroico pueblo guaraní ante la invasión de los ejércitos brasileño, argentino y uruguayo, financiados por los capitales ingleses.
Aquella masacre generó que durante años se recordara el día del niño cada 16 de agosto en homenaje a las pibas y los pibes que dieron su vida para defender lo mismo que sus madres y padres.
En el presente, muchos años después, los descendientes de aquellos chicos guerreros que portan los uniformes del ejército paraguayo han puesto patas arriba la defensa de lo propio.
Como los matadores de los chicos de Acosta Ñu, los que mataron a Lilian y María parecen ser los cancerberos de los intereses de las minorías y no parecen tener conciencia de aquella heroica pelea.
El destino de Lilian y María, en todo caso, parece sumergirse en el profundo y denso río de la historia de la Patria Grande, donde la sangre derramada de las chicas y los chicos tiene más relación con los traidores de adentro que con los que vienen de afuera.
Edición: 4092
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