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Por Carlos del Frade
(APe).- Mientras el gobernador de la provincia de Santa Fe, Miguel Lifschitz, discute en los medios de comunicación con el intendente de la ciudad capital, el radical macrista José Corral, sobre el futuro del llamado Frente Progresista Cívico y Social, ambos parecen estar relacionados por el desarrollo del narcotráfico en las principales intendencias del segundo estado argentino.
El miércoles 19 de febrero de 2014 el juez provincial rosarino, Juan Carlos Vienna, emitió una resolución judicial que marcaba el origen del poder de la banda narco conocida como “Los Monos”.
Dice Vienna en el punto cuarto que “la presente investigación ha permitido determinar que aquí, la asociación ilícita no existe para cometer tal o cual figura delictiva individual -o unas accesorias de otras-, sino a los fines de asegurar el control de ciertas zonas geográfica de la ciudad de Rosario y de ciertas personas y autoridades y el usufructo de dicho control, el ejercicio de cierto gobierno de facto por sobre toda otra autoridad”.
Esta “breve digresión”, tal como la califica el juez, es una notable observación sobre el grado de feudalización que se generó en el Gran Rosario desde finales de los años noventa. Neofeudalismo del tercer milenio: las bandas se quedan con las tierras, las calles, las casas y los cuerpos de mucha gente. Luego, semejante poder, es utilizado para cualquier negocio.
El intendente rosarino, en aquellos días de 2006 y 2007, era Miguel Lifschitz, el actual gobernador de la provincia de Santa Fe.
El 7 de junio de 2017, el fiscal federal de Santa Fe, Walter Rodríguez, le solicitó al juez federal Francisco Miño la elevación a juicio de la causa que tiene como principal imputado a Sergio Norberto Villarroel, más conocido como el “Zurdo”, apuntado como uno de los principales narcos de la ciudad, con una visible presencia en el distrito costero de Alto Verde.
Le atribuye una “influencia territorial a partir del asistencialismo social extraestatal” .
Villarroel era un importante dirigente del club Defensores de Alto Verde (que milita en la segunda división de la Liga Santafesina de Fútbol) y, a través de la empresa “Alto Verde Cable”, registrado a nombre de su pareja, brindaba ese servicio en la zona. Lo curioso es que, hasta el allanamiento, la autoridad de aplicación no se haya percatado sobre la existencia de un cable que operaba, sin autorización, en un sector de la ciudad que tiene casi 15 mil habitantes, dice el periodista de investigación, Nicolás Lovaisa.
En la causa consta que vecinos de Alto Verde se referían a Villarroel en términos elogiosos: “una gran dedicación por volcar a los chicos al deporte”, “un vecino solidario” que “construyó su vivienda durante más de 20 años”, destacaban que “la señal de cable que brindaba tenía un costo muy bajo si se compara con otras empresas" por lo que “prestaba un servicio que a todos nos favorecía". “El “Zurdo” eligió ese camino: hacerse fuerte en un lugar históricamente olvidado, con escasa presencia del Estado y que, según el Censo 2010, es el segundo distrito de la ciudad con mayor cantidad de habitantes con Necesidades Básicas Insatisfechas”, apunta Lovaisa.
La reflexión del fiscal federal santafesino describe un poder territorial de Villarroel casi similar a la forma con que Vienna cuenta del “gobierno de facto” de Los Monos en la zona sur de Rosario.
De tal manera, tanto Miguel Lifschitz como José Corral fueron y son protagonistas del desarrollo del narcotráfico en Rosario y Santa Fe, respectivamente, mirando para otro lado mientras crece el poder de estas bandas.
Estas definiciones de la justicia santafesina en torno al origen de dos estructuras delictivas emparentan a dos hombres que, en realidad, discuten quiénes gobernarán Santa Fe en 2019.
Definiciones sobre las que no discuten, no solamente Lifschitz y Corral, sino tampoco las principales organizaciones políticas de la provincia.
Y por detrás de estas palabras, del otro lado de las conclusiones judiciales, en medio de esta historia, también está la sangre derramada de decenas de pibas y pibes como consecuencia de la impunidad de esos negocios ilegales.
Fuente: “Ciudad blanca, crónica negra”, del autor de esta nota; blospot de Nicolás Lovaisa, de la ciudad de Santa Fe.
Edición: 3369
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