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Por Carlos del Frade
(APe).- Hay riqueza en Misiones.
En su tierra exuberante y en su pueblo.
Pero la tierra está en pocas manos y el pueblo no toma el destino entre las suyas.
Misiones fue una de las últimas provincias constituidas como tales en el siglo veinte.
Cuando recién asomaba el 1800, en este suelo colorado afloró uno de los primeros proyectos colectivos comunitarios del territorio americano, el estado de Paracuara.
Jesuitas y guaraníes lo llevaron adelante.
Fueron conscientes de las dos riquezas, la de la tierra y del pueblo, y comenzaron a producir para satisfacer sus propias necesidades sin depender de nadie ni ninguno.
Investigadores alemanes sostienen que llegaron a acumular la mitad del producto bruto interno de España y Portugal, coronas que se disputaban estos arrabales del mundo.
Semejante demostración de soberanía económica y política debía abortarse.
Una película de los años noventa graficó algo de la sangre derramada entonces, la película se llamó "La Misión" y más allá de sus desmesurados recortes individuales, el contexto resume aquella codicia ante semejante construcción colectiva.
Hay riqueza en Misiones.
En su tierra exuberante y en su pueblo.
Pero la tierra está en pocas manos y el pueblo no toma el destino entre las suyas como a finales del siglo dieciocho.
Las consecuencias están en las condiciones de sobrevivencia de las mayorías de Oberá, por ejemplo, fragmento de aquella parte del territorio argentino.
"Un promedio de dos familias se instalan por día sobre terrenos de la Municipalidad de Oberá en el barrio San Miguel, un verdadero microcosmos de necesidades, pobreza y asistencialismo permanente. Según datos de la comuna, actualmente residen unas 600 familias en el lugar, aunque referentes barriales elevaron la cifra a mil. Por ello, teniendo en cuenta que cada grupo familiar está compuesto en promedio por seis integrantes, la población del barrio ascendería a 6.000 personas", dicen las noticias que vienen desde Oberá.
Pero la pobreza impuesta también trae como consecuencia el arrebato de lo mejor del ser humano, la venta de chicos al mejor postor.
"No es casual que en el barrio operen bandas dedicadas a la venta de bebés y trata de personas, ya que las necesidades más básicas están a la orden del día y el hambre cala hondo en los cuerpos maltrechos", sostiene la crónica que apenas puede leerse por la dimensión del drama que describe.
Desde el municipio se distribuyen 70 mil litros de agua potable entre los tanques públicos, mientras funcionan tres comedores comunitarios que intentan saciar el hambre de medio millar de personas.
"La mayoría de la gente se instala en San Miguel y después viene a solicitar el permiso. Actualmente tenemos un promedio diario de dos familias nuevas en el barrio... Mucha gente viene de las colonias y también hay un movimiento interno en el barrio, porque hay que tener en cuenta que muchas chicas a los catorce años ya tienen un concubino y se van a vivir con él", señaló Silvia Ganduglia, directora de Acción Social.
Allí en Oberá, provincia de Misiones, una vez más queda demostrado que la riqueza exuberante de la tierra y el pueblo hace rato que no está en manos de las mayorías.
Fuente de datos:
Diario Territorio Digital - Misiones 02/02/09
Edición: 1443
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