Las raves y la vieja matriz

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Por Carlos Del Frade

(APe).- “Estamos ante una nueva cultura y ni el estado ni los medios están dando cuenta de esto. El problema no es el objeto de consumo, el problema es que se lo demoniza, que las drogas están en un limbo, entonces se las consume, están en todos lados pero el estado no se anima a controlarlo”, sostuvo Enzo Maquiera, autor del libro “Electrónica”, un estudio sobre las llamadas raves, las fiestas electrónicas.

Hace algunos días, en una de ellas, cinco chicos perdieron la vida como consecuencia, sostienen los medios, de un alto consumo de drogas sintéticas.

La raves parecen ser la nueva máscara pero la matriz ya tiene varios años.

Consumidores, consumidos.

Gran doble negocio del capitalismo: las pibas y los pibes mueven fortunas por un poco de alegría y generan mucho dinero y, por otra parte, están lejos de protagonizar una transformación social y política porque las cabezas ya dependen de las distintas químicas que puedan acceder según la clase social a la que pertenezcan. Gran doble negocio del capitalismo a través de la economía paraestatal del narcotráfico, económico y político. Mucho dinero y poco compromiso político.

En los barrios estragados de las ex ciudades obreras, como el Gran Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Tucumán y Mendoza, las pibas y los pibes habitan las crónicas policiales, muchas veces matándose entre ellos para vender lo que puedan, por eso seis de cada diez víctimas de homicidios son chicas y chicos menores de treinta años.

Entre los sectores medios y altos, previas entradas cuyos costos oscilan entre quinientos y mil pesos, en la llamadas raves, la muchachada va probando el resultado de la siempre renovada oferta de drogas sintéticas, uno de los lujos exportables de la Argentina, según el último informe mundial de las Naciones Unidas en torno al negocio del narcotráfico de junio de 2015. El país no solamente es el tercero en vender cocaína a Europa detrás de Colombia y Brasil, sino que está especializándose en la exportación de drogas sintéticas. Datos que no suelen ser tenidos en cuenta por las llamadas instituciones democráticas.

Hasta que cinco pibes menores de veinticinco años terminan muertos en medio de una de estas raves, en la llamada fiesta electrónica Time Warp en Costa Salguero y entonces, si, surgen voces que vienen hablando desde hace tiempo.

-Van llegando drogas nuevas a la velocidad de la luz. Le cambian una molécula y cada quince días aparece una nueva – sostuvo la doctora Martha Braschi, toxicóloga de los hospitales Gutiérrez y Alemán. Una colega suya, Mónica Napoli, del Santojani, afirmó que “es difícil saber el contenido de las pastillas porque son producidas en laboratorios clandestinos. Lo que sabemos es que pueden contener cafeína, éxtasis, efedrina y algún otro producto tóxico contaminante. Aparecen continuamente nuevos diseñadores de drogas que modifican o alteran la constitución de las pastillas”, apuntó la profesional.

En la Argentina del tercer milenio, las drogas que más matan siguen siendo las legales como el tabaco y el alcohol. Sin embargo, a pesar de su reconocida letalidad, gozan de excelentes niveles de publicidad porque se trata de un gran negocio.

Los cinco chicos que murieron querían gozar de la música y la vida pero se encontraron con la impunidad del negocio paraestatal del narcotráfico en una de sus vertientes más sofisticada pero cada vez más difundida como son las drogas sintéticas.

Una vez más, la tremenda demostración de la vigencia de aquella matriz conceptual que viene apareciendo en la realidad argentina desde los años noventa en adelante: pibas y pibes consumidores consumidos o soldaditos inmolados en el altar del dios dinero.

Tanto en los barrios saqueados de los ex cordones industriales de las grandes ciudades como en las fiestas caras de música electrónica.

Fuentes: Diario “Clarín”, domingo 17 de abril de 2016 – “Ciudad blanca, crónica negra”, libro del autor de esta nota.

Edición: 3135


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