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Las múltiples desapariciones de Loan no pueden ser reducidas a esta desaparición. Hasta podría ser una estrategia de muchos que se desgarran las vestiduras e inmediatamente van a comprar otras más caras. Las múltiples desapariciones de Loan han producido ésta, y por lo tanto deben ser tomadas en cuenta.
Por Alfredo Grande
(APe).- Loan es un niño que han desaparecido. Con su lenguaje encubridor, la cultura represora llama investigación, a una formidable operación de encubrimiento. Ni siquiera es una investigación mal hecha, digna de inoperantes, cómplices, copartícipes y otras bazofias. Encubrimiento que se opone a descubrimiento. La cultura represora es cultivo puro de encubrimiento. La seguridad es apenas espionaje y las detenciones producto de causas armadas y la justicia es abundancia de gatillo fácil.
Especialmente, todo es después del día después, de la semana después, del mes después. Nunca antes. Prevenir es una palabra maldita en la cultura represora. Siempre hablan de accidente, infortunio, calamidad, situaciones excepcionales, destino y otras calibradas estupideces. En un texto anterior hablamos de la lógica cromañón. Sigue imperando especialmente en la vida y muerte de los desterrados de su propia tierra.
Un análisis sobre la desaparición de Loan no contribuye a que aparezca Loan. Al menos, yo pienso eso. Pero quizá contribuya un poco, un alguito, en que Loan sea mucho más que un “caso” o el testimonio viviente y desgarrador de la total ausencia de derechos de ciertas infancias.
Y ese “mucho más” es pensar a Loan como un analizador. O sea: la ventana abierta a la cual nos asomamos (si lo deseamos, si nos animamos) para ver e intentar entender el fundante. En este caso, el fundante psicosocial que nos constituye como sujetos en esta forma de feudalismo digital capitalista trasnacional.
Enrique Pichon Riviere nos enseñó a planificar la esperanza. Yo debo decir que nunca planifico nada, y menos la esperanza. Apenas intento planificar la confianza. Y en esa planificación la Agencia de Noticias Pelota de Trapo es mazo y es cantera. El grito del Movimiento Chicos del Pueblo se sigue escuchando: el hambre es un crimen. Diré que sigue siendo un crimen, atroz, cobarde y de lesa humanidad. No cesa nunca en sus efectos. Hambre que perfora la salud, la educación, la alegria, la maduración, incluso el deseo de libertad. Y la esclavitud, aun las más terribles, no son deseadas, pero a veces necesitadas para organizar precarias estrategias de supervivencia.
Loan es un analizador de múltiples desapariciones. Quizá la última sea ésta. Los “Loan” de nuestra historia siguen desapareciendo con el agravante que ya nadie los busca. Porque el que busca, encuentra. Pero la cultura represora no quiere encontrarlos. Ya forman parte del “precariado infantil y adolescente” que es otro camino sin retorno.
Las múltiples desapariciones de Loan no pueden ser reducidas a esta desaparición. Hasta podría ser una estrategia de muchos, muchas, que de desgarran las vestiduras e inmediatamente van a comprar otras más caras. Las múltiples desapariciones de Loan han producido ésta, y por lo tanto deben ser tomadas en cuenta. Estoy convencido de que muchas, muchos las tomamos en cuenta. Pero yo al menos estoy respirando los aires de una responsabilidad que todavía no tiene respuesta.
¿Hablo solo de mí? No creo.
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