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Por Carlos del Frade
(APe).- El crecimiento económico de la Argentina a tasas asiáticas, según definían los economistas, fue crecimiento para unos pocos.
Salvo que las cifras dadas a conocer en las últimas semanas en relación a la mayor cantidad de familias que viven en las villas miserias de Capital Federal se trate de una extraña forma del mentado crecimiento.
En todo caso habrá que repetir que el sistema está cargado de obscenidad y cinismo.
En semejante punto privilegiado del estragado mapa del país, en la llamada Ciudad Autónoma de Buenos Aires, aparecieron veinticuatro nuevas villas miserias con una población estimada en 12 mil personas.
Pero el universo más dramático es el total de los habitantes de esos lugares en donde se le intenta empatar al día a día.
En 2001 había 108.056 personas viviendo en villas.
Siete años después, ya sumaban 167.500.
Por un lado, crecimiento económico para algunos.
Por el otro, crecimiento de la exclusión para muchos.
La marcha permanente e inalterable del capitalismo.
Y nada menos que en pleno corazón del orgullo argentino, en Capital Federal, en la ciudad luz que mira siempre extasiada hacia el exterior y no repara en lo que sucede en sus propias entrañas.
“Las cifras no bajan y conviven, sin embargo, con un período de crecimiento de la economía y el empleo: coexisten aún en la ciudad situaciones de extrema pobreza con altos niveles de riqueza. El 'derrame' es insuficiente, aseguran los economistas; los guarismos de la grieta son superiores a los de los noventa, lo que muestra que la recuperación económica no se tradujo en una recuperación social. El propio ministerio del área concluye en su informe que 'el problema de la pobreza no puede ser resuelto exclusivamente con políticas de empleo: con el nivel salarial actual, aún con pleno empleo la pobreza persistiría. Con respecto a la salud, el 22,2% de los porteños no cuenta con ninguna cobertura: ni obra social, ni PAMI, ni prepagas. Los sectores más desatendidos se encuentran geográficamente en el sur de la ciudad, donde también se ubica el 72 por ciento de las villas de emergencia'", dicen los medios de comunicación.
Para Facundo Di Filippo, legislador de la Coalición Cívica, presidente de la Comisión de Vivienda, “el boom inmobiliario que vivió Buenos Aires terminó perjudicando a las personas de menos recursos. Los más pobres no pueden acceder a un crédito y tampoco llegan a pagar un alquiler, o muchos vienen del interior, o son extranjeros y no tienen garantía en Capital. Están condenados a vivir en la informalidad de la casa tomada, de la villa, de los hoteles sociales, que cada vez son menos y más caros”, remarcó el funcionario.
En las entrañas de la ciudad que siempre se comparó con Europa, va creciendo el resultado de la exclusión.
Del otro lado de los números oficiales, la Argentina crepuscular del tercer milenio sigue sin ver la ferocidad de los que siempre ganan y multiplican las penas entre los que siempre pierden.
Algún día la cosa cambiará y desde esas ninguneadas entrañas de Buenos Aires asomará un sol que quemará tanta mentira e injusticia.
Fuente de datos:
Diario Crítica de la Argentina 26-01-09
Edición: 1434
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