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Por Carlos del Frade
(APE).- En la provincia más grande y rica del país donde entran varios países europeos, los chicos empiezan a nacer con un peso menor al esperado. La primera productora de alimentos y de casi todo, ya no tiene nada que ver con aquella pampa ubérrima celebrada en los grandes palacios de la oligarquía.
Si la postal del centenario era la imagen de las minorías manejando las vacas desfilando en los predios de la Sociedad Rural, la radiografía del segundo centenario viene siendo su contracara.
El Foro Social de Salud y Medio Ambiente de la Ciudad de Buenos Aires informó que “en zonas marginales de la provincia de Buenos Aires como Lomas de Zamora, Ingeniero Budge y Villa Fiorito, cuatro de cada diez niños sufren las consecuencias de la desnutrición aguda. Son chicos con bajo peso en relación a la talla”, relata la crónica periodística.
Desnutrición aguda en el paisaje de la abundancia.
Pero la mítica Buenos Aires, la representante de los pueblos del interior frente a las naciones del mundo en tiempos de la Confederación y del estanciero Juan Manuel de Rosas, es apenas el reflejo del país.
Cabeza de Goliat y resumen del cuerpo estragado.
La mitad de los chicos de la Argentina, dice el Foro Social de Salud y Medio Ambiente, que tienen entre seis meses y dos años y un tercio de las mujeres embarazadas en el primer trimestre, “padecen anemia por falta de hierro a causa de problemas de alimentación según datos del Centro de Estudios Sobre Nutrición Infantil (CESNI) y la Fundación Argentina de Lucha Contra la Anemia”.
La conclusión es que por primera vez el peso de un chico argentino bajó treinta gramos como promedio. Mientras la tendencia mundial es hacia el aumento de peso. Para los investigadores del Foro “se evidencia desnutrición infantil como consecuencia de un cuadro de desnutrición de la madre antes del nacimiento”.
El saqueo del patrimonio colectivo perpetrado en las últimas décadas deja marcas en el cuerpo de los que son más.
Mamás mal alimentadas, pibes que nacen con menos peso, futuro limitado.
¿Y los responsables?
No parecen estar entre los números que presentó el mencionado Foro. Quizás se escondan detrás de esas cifras. En el origen de los guarismos.
Tal vez estén en aquellas imágenes que suelen pasarse a una velocidad mayor al ritmo acostumbrado de la tele o la pantalla de cine cuando muestran películas de la actualidad.
En esas imágenes de coquetas y risueñas señoras de la alta sociedad porteña que acompañan con miradas oblicuas el paseo de un gran campeón Holando, mientras aplauden a los militares de turno.
A punto de cumplir doscientos años, el país que suele presentarse a partir del poder histórico de la provincia de Buenos Aires, hoy ofrece el final de aquel sueño de minorías.
Los pibes en el país de la carne y el pan, ya nacen desnutridos.
Resultado de una historia que fue capturada por la pesadilla de unos pocos.
Un gobernador fusilado por aquellas fuerzas minoritarias, Manuel Dorrego, advirtió que lo peor que podía pasar era ser gobernados “por la aristocracia del dinero”.
Y casi doscientos años atrás, cuando la revolución de Mayo cambiaba su rumbo y aparecía la traición de sus principios, Juan José Castelli, el orador del Cabildo, apuntó a los días por venir: “Si ves al futuro, dile que no venga”.
Los chicos argentinos nacen con bajo peso, consecuencia directa de la desnutrición.
Pasa en la enorme provincia de Buenos Aires y en la extensa geografía nacional.
La estúpida mueca de las chicas de la oligarquía “con olor a bosta” que gobierna la república, como alguna vez denunciara Sarmiento, parece repetirse sobre los heraldos negros que brotan de los números difundidos por el Foro Social de Salud y Medio Ambiente de la Ciudad de Buenos Aires.
Fuente de datos: Foro Social de Salud y Medio Ambiente de la Ciudad de Buenos Aires
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