Ladrones del tiempo

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Por Alfredo Grande
  (APe).- El tiempo es oro. Una de las sentencias que la cultura represora acuñó en sus designios sobre cómo se organiza la vida y cómo se organiza la muerte. Si el tiempo es oro, no conviene que demasiados tengan el oro. Entonces organizaron las diferentes formas de robar el tiempo. En forma individual, grupal, comunitaria, social. Algunos cálculos establecen que el mapa genético habilita a una vida promedio de 100 años. O más. Las poblaciones más vulnerables padecen el robo de por lo menos la mitad de ese tiempo. Agregar que además ese tiempo restante casi siempre es de padecimientos.

Los ciclos de la naturaleza implican tiempos: tiempos de sembrar, tiempos de cosechar. Ciclos naturales, ciclos culturales, ciclos vitales. En una época no demasiado lejana se decía que el tiempo curaba todas las heridas. Ahora no es así. Ahora el tiempo las agrava. Como todo presente es peor, parece que todo pasado fue mejor.

Los ladrones del tiempo secuestran la dimensión del futuro contabilizado en años y décadas. Recién nacidos asesinados, una niña sin fuerzas para defender su vida, son víctimas indefensas de las manadas de los ladrones del tiempo. Uno de los derechos vulnerados en el derecho al tiempo. Y el derecho a que ese tiempo sea garante de la vida y no heraldo de la muerte. “El mundo sigue girando mientras siete de cada diez niñas y niños están en estos rincones bajo la línea de pobreza. Los gremios y movimientos sociales afines al gobierno salen a las calles para hacer oír su apoyo al Ejecutivo y a sus decisiones, la Tierra sigue dando vueltas pero se murió una niña de 11. El humo y el fuego se van devorando el futuro y este presente de la mano de quienes sólo ponen sus mega ganancias en el centro de sus vidas mientras el planeta continúa en su frenesí alocado y Maylén, con sus 11 años, ya no es.Claudia Rafael lo señala con claridad.

El frenesí alocado es el consumo adictivo del tiempo. A la niña que ya no es, le robaron el tiempo. Entre tantas y tantas y tantas distribuciones injustas de las riquezas, también hay injustas distribuciones de los tiempos. Tendremos que aceptar, y por cierto mal nos pesa, que hay dueños del tiempo. Del espacio es más que evidente, y no es casual que ya nadie hable ni piense de reforma agraria. Nos quedamos con el chupete financiero de las retenciones.

Los dueños del tiempo se evidencian por sus estrategias a largo plazo. Sus predicciones milenarias. En la economía de penuria, según definió hace dos décadas el economista Jorge Beinstein, el cálculo es el día a día. O ni siquiera. Es el día a la tarde, es la tarde a la noche. Es un tiempo que se mide por instantes.

Seguirá habiendo goteo. Pero la gota termina horadando la roca de la vida. Los ladrones del tiempo son copartícipes necesarios, cómplices a tiempo completo, de los asesinos por naturaleza de la cultura represora.

Tendremos que ir en busca del tiempo perdido. Pero también recuperar el tiempo robado.

Y mientras escribo escucho una vez más Para no Olvidar, de Andrés Calamaro. “De un tiempo perdido a esta parte esta noche ha venido un recuerdo encontrado para quedarse conmigo De un tiempo lejano a esta parte ha venido esta noche otro recuerdo prohibido, olvidado en el olvido

Edición: 4169


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