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Por Claudia Rafael
(APe).- En un mundo dispuesto para la mera supervivencia, el virus que serpentea y ataca está marcando hitos que demuelen la noción de futuro. Entre enero y abril unas 450 embarazadas o parturientas murieron por covid 19 en un Brasil ganado por la prepotencia del poder político y la usurpación de la utopía. El Observatorio Obstétrico Brasileño Covid-19, sostenido por investigadores de tres universidades, desnudó que la media semanal de muertes creció en un 62% en la población general, mientras que entre embarazadas y puérperas ese aumento se disparó al 186%.
Ha sido un desafío histórico a las prácticas genocidas de un sistema de exterminio la llegada al mundo de niñas y niños que, como aleteos de colibríes, diminutos, osados, mágicos, plantan bandera. Dispuestos a romper con las lógicas de un modelo para pocos. Gurisitos sabedores de que se precisan (niñas y) niños para amanecer, como cantaba Viglietti en tiempos en que la historia era un rompecabezas predispuesto a ser armado con piezas de promesa y de mañana.
En estos días que demuelen la esperanza, con una Colombia estallada por la crueldad en la que muchas y muchos dicen perder el miedo conscientes de las desapariciones y los crímenes de Estado, con una España convirtiéndose abiertamente al fascismo, con la inequidad al desnudo en países como Israel que vacunaron a casi toda su población pero no distribuyeron una sola dosis en los territorios palestinos ocupados, más de 130 naciones no recibirán siquiera una sola vacuna durante este segundo año pandémico.
Decenas de niñas y niños siguen internados en los hospitales Garrahan y Gutiérrez por covid y tantas otras decenas lo están, diseminados en centros de salud de cada ciudad, de cada pueblo, de cada provincia.
La utopía está en el horizonte, escribía Galeano. Y contaba los pasos en dos. Los de ella y los nuestros mientras el horizonte –decía- “se corre diez pasos más allá”. Hay que cambiar los números, ahora que Galeano ya no está. Correr la medida de los pasos con un metro capaz de abarcar nuestros deseos. Es necesario no seguir repitiendo la misma frase porque la historia juega una cruel pasada y nada basta. Es imprescindible saber cuántos pasos serán hacia adelante mientras la utopía se corre desventurada ya, por modelos que expulsan y sacian su sed devoradora de perversidades.
Es imperioso rearmar la táctica y la estrategia para no seguir aceptando mansamente que medio millar de embarazadas y parturientas mueren de covid en Brasil. Que en Varela, en José C. Paz, en Misión Chaqueña, en Bariloche se enferma la vida y se paraliza la reacción de los conscientes. Incapaces ya de asegurar una tierra de madreselvas y glicinas para las niñeces. En un mundo en el que los pobres se cuentan de a cientos de millones y las vacunas son, como las vaquitas, bien ajenas, no sirve la matemática del dos más dos es cuatro y la convicción de que la utopía está para seguir andando. Para que la primavera no sea una meta inconquistable y alguna vez, definitivamente, amanezca de frutos que puedan saborearse desde el fondo de la tierra.
Edición: 4312
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