La soja y el fantasma de Castelli

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Por Carlos del Frade

(APE).- La soja es el futuro, dicen las grandes aceiteras y repiten los productores. El boom sojero trajo el renacer de la vieja pampa húmeda, sostienen los economistas del sistema. Se esperan lograr las cien millones de toneladas para que la exportación sea record y el resultado de semejante sangría de los campos sean para las pocas manos de siempre.

 

No importan los estudios de las universidades del litoral argentino que señalan que por lo menos veinte mil familias dejaron sus tierras porque no pudieron seguir la marcha del boom sojero, del futuro marcado por las grandes multinacionales y los costos que achicó el número de hacedores del cereal.

La soja es la bandera del futuro. Miles de hectáreas de montes y bosques nativos forman parte del pasado. No se tienen en cuenta esas pérdidas aunque las inundaciones son cada vez peores en la mesopotamia y el litoral.

Los chacareros esperan los resultados de la cosecha y compran lo que pueden. No saben si la tierra heredada de sus padres podrá ser disfrutada por sus hijos. El tiempo es hoy, repiten las usinas del sistema.

Y el hoy y el mañana es la soja.

El Grupo de Reflexión Rural advierte que la expansión de la frontera sojera multiplicará los pobres en los campos y en las ciudades.

Pero hay que salvarse con la soja.

A cualquier precio.

Entre Ríos es una de las provincias más hermosas y ricas de la Argentina. Sus campos de varios colores van apagando los paisajes distintos. La soja manda talar, quemar e inventar espacios para una sola variedad de planta, la soja.

Y con ella vienen los herbicidas, los plaguicidas, las semillas modificadas genéticamente y los tiempos que no respetan los ciclos naturales.

Entre Ríos y Santa Fe se van quedando sin los ecosistemas que enriquecían su suelo.

Todo se inmola en el altar de las cotizaciones de la soja.

-Mi marido se dedica a las fumigaciones porque no tenemos otra cosa -dice Maricel, mamá de Axel, ahora internado en Buenos Aires a raíz de una enfermedad que le detectaron en Rosario del Tala, provincia de Entre Ríos. "Cuando estaba embarazada, las ecografías mostraban al bebé con dos manchas negras en la pancita que resultaron ser los riñones llenos de líquido. A raíz de esta complicación lo primero que me preguntaron los médicos fue si mi marido alguna vez estuvo expuesto a plaguicidas", recordó.

Según el médico Gastón Paltengui: "El varón que estuvo expuesto a tóxicos no influye sobre el embarazo de su mujer. En todo caso puede haber secuelas en las embarazadas expuestas directamente al producto y los hijos pueden nacer con problemas neurológicos, urinarios y malformaciones en los miembros". También dijo que “es impresionante la cantidad de gente que acude al hospital San Roque y a las salitas de atención primaria con los ojos rojos, llorosos, renorrea y un cuadro asfíctico. En el último mes, de 15 consultas diarias que recibo en mi consultorio, cinco responden a estos cuadros y muchos de los pacientes derivan en internaciones para aislarlos del medio tóxico. El 50 por ciento de los casos son empleados rurales que no tienen las medidas de protección básica", aseguró.

En Rosario del Tala existen casos concretos de intoxicados con agroquímicos “pero lo más difícil es determinar la causalidad de estos productos... Estamos bombardeados por tóxicos", sostuvo el médico. Algunos de esos casos ya se encuentran en el juzgado de instrucción en donde tramita el fiscal Samuel Rogkin.

Cuando recién se anunciaba que el futuro era sinónimo de soja, desde el gremio que reúne a los trabajadores rurales se informó que “siete de cada diez peones que llegan a atenderse a los consultorios de las grandes ciudades como Paraná, Santa Fe y Rosario, es porque están muertos en un setenta por ciento”, graficó de manera trágica un vocero sindical. Era la primera mitad de los años noventa.

La soja transgénica necesita de los agroquímicos tanto como de la deforestación y el aniquilamiento de la diversidad biológica. Tampoco reparan los dueños de la soja en la salud de los peones ni en la de sus hijos.

Nadie puede detener a la soja porque la soja es el futuro, explican.

Juan José Castelli, el orador de la revolución de mayo, el que murió de cáncer en la lengua escribió: “Si ves al futuro, dile que no venga...”.

Fuente de datos: Diario La Capital - Rosario 25-03-05


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