Batalla de Acosta Ñu

La romantización de los “niños héroes”

En Paraguay, el mito en torno al episodio bélico dio origen al Día del Niño y ubica a las infancias víctimas de la Guerra de la Triple Alianza en el lugar de mártires patrióticos. Voces del presente convocan a desmontar el relato oficial, y establecer un sentido crítico que permita incluso cuestionar la falta de  políticas de cuidado efectivas para las infancias en la actualidad.

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Por Sergio Alvez

(APe).- La Guerra de la Triple Alianza (1865-1870) plasmó la destrucción del único país de América del Sur que hasta entonces podía ostentar independencia real de los poderes externos e imperialistas: la República del Paraguay.

Argentina, que formó parte  -junto a Brasil y Uruguay - del exterminio al vecino país, terminó quedándose con 94.090 kilómetros cuadrados de tierras del Paraguay.

El 16 de agosto de 1869 se libró la que es considerada como “la última gran batalla” de aquel genocidio: Acosta Ñu. Con las tropas paraguayas aniquiladas casi en su totalidad, el emperador Pedro II ordenó  la cacería final. El ejército brasileño, con más de 20 mil hombres,  inició así una persecución por la retaguardia a un grupo paraguayo que huía en dirección contraria. El emperador quería que el presidente paraguayo, Solano López, asentara  por escrito su rendición.

Existen controversias entre  las múltiples reseñas históricas acerca de La Batalla de Acosta Ñu. Hay una disputa de sentido que se mantiene incluso hasta hoy, en relación al desarrollo de los hechos en sí mismo, como en la interpretación política del episodio. En líneas generales, por un lado encontramos la historiografía oficial y su retrato cuasi mitológico acerca de “los niños héroes” que combatieron en Acosta Ñu. Esta versión sostiene que fueron casi 3500 niños y adolescentes de entre 9 y 15 años, quienes “lucharon valientemente por su Patria”. 

Dicen los versos de Acosta Ñú, canción del reconocido compositor paraguayo Emilio Bigg, adoptada como himno de esa batalla:

Niños y ancianos, todos cayeron

al juramento de “antes morir”

solo una cosa quedó en su puesto:

la raza heroica del Guaraní.

Acosta Ñu desde una mirada crítica

Del otro lado, están las voces, estudios y posiciones que advierten acerca de “el peligro de romantizar la muerte de niños en Acosta Ñu”, convocan a complejizar el análisis y establecer un revisionismo con sentido crítico, que habilite incluso a pensar en la situación de las  infancias paraguayas desde el presente.

“Mi campaña es de concienciación para que no disfracen más a los niños. Lo que hicieron en Acosta Ñu no puede ser llamado una batalla. El episodio fue teñido por un folklorisimo bastante absurdo, con todo ese relato ficticio de que a los niños paraguayos los disfrazaron y les pusieron barbas postizas; eso no tiene sentido, sino que es una fábula para exculpar a los verdaderos criminales de guerra que fueron los aliados” enuncia la historiadora y escritora paraguaya  Noelia Quintana Villasboa, quien además es  Máster en Planificación y Conducción Estratégica Nacional y docente universitaria. Pronto verá la luz su nuevo libro “Los crímenes de la Triple Alianza contra el Paraguay”, obra en coautoría con referentes del Derecho.

Si bien en Paraguay cada 16 de agosto se festeja el Día del Niño, Quintana Villasboa destaca la importancia de “discernir entre lo que es una celebración y lo que debe ser una conmemoración; cada 16 de agosto debemos dialogar con las infancias acerca de que hubo niños en edad de ellos, que no tuvieron posibilidad de ir a la escuela, de tener amigos, de seguir con su vida, porque se los asesinó”.

Para Villasboa, resulta clave contextualizar la Batalla de Acosta Ñu en el marco de “una estrategia militar deliberada, planificada por el Conde brasileño D'Eu (Gastón de Orleans), quien estaba fuertemente influenciado por el militarismo inglés y norteamericano. Esta estrategia se denominaba tierra quemada o tierra arrasada, y consistía en la destrucción de la población civil y sus territorio, para infligir pánico”.

En este sentido, la historiadora plantea la importancia de enmarcar este episodio dentro de la denominada Campaña de las Cordilleras, que fue la quinta y última fase de la Guerra de la Triple Alianza, y duró desde fines de julio de 1869 hasta el 1 de marzo de 1870. Encontramos allí, sucesos como la masacre de Valenzuela, en el que treinta mujeres obreras que – a falta de hombres- se habían hecho cargo de una fábrica de pólvora en  Minas Cué, y que terminaron siendo encerradas, violadas y finalmente quemadas vivas por las tropas del Conde D’Eu.

Otro hecho dentro de este marco histórico, ocurrió apenas unos días antes de Acosta Ñú:  la Batalla de Piribebuy, sucedida el 12 de agosto de 1869. Aquí, las tropas aliadas culminaron el brutal ataque incendiando el hospital de sangre con los heridos y personal que los cuidaban adentro.

“Los niños y las mujeres paraguayas no iban tras el mariscal López o en defensa de la Patria. Seguían a los varones de sus familias, padres, esposos, hermanos, ya que no había ninguna garantía de vida. Mataban a quienes se quedaban en los pueblos e incluso, degollaban a los soldados que se rendían y entregaban las armas; no había cómo escapar de la muerte” observa Villasboa.

Nada que festejar

En la misma línea, consultada por Pelota de Trapo, la comunicadora social radicada en Ciudad del Este, Sofía Masi Verón, señala que “lo que puedo decir con respecto a la Batalla de Acosta Ñu es que existen muchos mitos y hasta desconocimiento sobre lo ocurrido. Un relato que viene desde el Estado, a través de todos sus gobiernos y los medios de comunicación hegemónicos, que construyen a los niños héroes de Acosta Ñu. Creo que con los niños y con las mujeres pasa algo similar, se les recuerda como héroes/heroínas, se romantiza el sacrificio que hicieron ‘por la Patria’ obviando una mirada más crítica hacia los hechos, que implicaría señalar estos sucesos como genocidios o crímenes de guerra”.

Masi Verón añade que “en Paraguay cada 16 de agosto hay muchos festejos con globos, regalos, golosinas para los niños y niñas, ‘celebrando la infancia’ pero sin mucha reflexión sobre la historia, las condiciones de vida de las infancias y sus derechos”.

Infancias hoy

El Observatorio de Políticas Públicas y Derechos de la Niñez y la Adolescencia de la Coordinadora por los Derechos de la Infancia y la Adolescencia (CDIA), este año presentó un documento titulado Paraguay, un país de los derechos de papel. Hoja de datos para el 16 de agosto de 2022. No es casual la elección de la fecha incluida en el título. Y allí se ofrecen una serie de datos estadísticos actualizados y una fuerte crítica a la falta de políticas públicas efectivas para la protección de los derechos de las infancias.

 En Paraguay, de una población de 2.515.498 niñas, niños y adolescentes (el 33,7% de la población total del país según datos del Instituto Nacional de Estadística), el 37,8% de las niñas, niños y adolescentes se encontraban en condición de pobreza hacia finales de 2021.  Se desgrana además que durante todo ese año fueron 13.552 niñas y adolescentes mujeres de entre 10 a 19 años de edad las que dieron a luz. De ellas,  493 tenían sólo entre 10 y 14 años, según datos del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social.

“Los escenarios que aumentan el riesgo de embarazos en niñas y adolescentes son diversos, entre los que priman las situaciones de abuso sexual contra las niñas, la falta de acceso a información oportuna y pertinente a través de la educación integral de la sexualidad con abordajes preventivos y el funcionamiento efectivo de las instituciones responsables de su protección” advierten desde el Observatorio.

Con respecto a la educación, cerca de 460.526 niñas, niños y adolescentes de 5 a 17 años no están inscriptos en el sistema educativo nacional. “La pobreza en Paraguay es una de las principales razones por las cuales niñas, niños y adolescentes no asisten a una institución educativa, es decir por dificultades económicas. En segundo lugar, se encuentran los motivos familiares que también pueden estar fuertemente vinculados a la primera situación; y en tercer lugar, la elección de no hacerlo, esto último indica que el sistema educativo y sus métodos no son atractivos y no cubren las necesidades e intereses específicos que tienen las niñas, niños y adolescentes, es decir, la pertinencia de la propuesta educativa está en entredicho” subraya el documento.

Sólo en 2021, 99 niñas, niños y adolescentes de entre 5 a 19 años se han suicidado, en Paraguay, de acuerdo a los registros oficiales del Ministerio de Salud Pública de la Nación.

“El suicidio es una de las principales causa de muertes en niñas, niños y adolescentes de entre 10 a 19 años en el país. Revelando la necesidad de promover y cuidar de la salud mental, además de examinar los escenarios que originan los casos de suicidios. Paraguay no tiene un marco legal específico sobre Salud Mental, y el presupuesto existente en el MSPBS para el Programa Nacional de Salud Mental es ínfimo” denuncia el Observatorio.

En Paraguay, en el año 2021, al menos 3.288 niñas, niños y adolescentes fueron víctimas de abuso sexual de acuerdo a los registros de denuncias de la Fiscalía. “Paraguay no tiene un programa de atención a personas víctimas de violencia sexual, con equipos interdisciplinarios y un acompañamiento especializado que les permita recomponer sus trayectorias de vida”.

A este panorama, puede sumarse la reciente conmemoración del segundo aniversario del asesinato de las niñas Lilian Mariana y María Carmen Villalba a manos de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) de Paraguay, que alerta acerca de la urgencia en necesidad de mecanismos estatales de prevención y protección de niñas, niños y adolescentes, tanto de las comunidades indígenas como campesinas, contra todas las formas de violencia, incluida la pobreza y el crimen organizado.

No es ajena a este presente complejo y desgarrador aquella historia de algo más de 150 años atrás. Como un círculo pertinaz, las infancias continúan ancladas en un lugar de vulneración. Hoy sigue siendo 16 de agosto, más allá de lo que puedan decir los calendarios.

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