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Por Carlos del Frade
(APe).- -Después de la pausa más capítulos sobre esto que está pasando…seguimos con el asesinato de Sheila en detalle…-anuncia el conductor de la cadena nacional privada sobre el asesinato de Sheila. Habrá que agradecerle la sinceridad: “…después de la pausa más capítulos”. La novela del morbo y la perversión. Sin chequeo de fuentes ni nadie que cuide la intimidad de ninguna familia. La matan y la vuelven a matar cada cinco minutos. Mientras tanto, los matadores seriales de guante blanco, los planificadores del saqueo que inauguran la sede del FMI en la Argentina colonial del siglo veintiuno, siguen su tarea silenciosa e impune.
En la misma semana que se transmiten capítulos del asesinato de Sheila en detalle, como dice el conductor televisivo, en la zona sur de la provincia de Santa Fe, en la geografía de la ex ciudad obrera de Rosario, en el barrio Santa Lucía, un muchacho muy joven viene en bicicleta. En uno de sus brazos tiene su hijo. Lo lleva upa. Se detiene frente a la casa de otro pibe. Discuten. Y, de pronto, el muchacho que tiene a su hijo en brazos, saca una pistola y dispara sobre el corazón del que lo recibió. El relato afirma que tomó la bicicleta, que nunca dejó al nene y que se fue para otro lugar del barrio. La postal tiene una ferocidad impactante que supera la capacidad intelectual del que escribe estas líneas.
Mientras los obispos reclaman por derechos de dos siglos atrás, en las calles de las ciudades que alguna vez fueron obreras e industriales, hay sacerdotes jóvenes que buscan garantizar algo de justicia para el presente, para este milenio donde Sheila es matada cada cinco minutos. Cuatro hermanos quedaron afuera de la escuela. No tienen trabajo. Buscan algo de dinero para intentar bancar el presente. Pero no aparece nada. El enamorado de los ideales del revolucionario de Galilea empieza a golpear puertas de empresarios del barrio. Y consigue tres changas. Con el tiempo, el cuarto muchacho que no sabía qué significaba la palabra presente ni mucho menos el concepto del futuro, recibe la propuesta de los que manejan la geografía íntima del barrio. Le dan armas y drogas para vender. Sabe que tiene zona liberada por los siempre vivos nichos corruptos de la policía. De pronto dispara contra aquel cristiano y amenaza de muerte a toda la comunidad.
Lo que no sigue después de la tanda en la cadena nacional privada que sigue mostrando el asesinato de Sheila en detalle, es la decisión de las empresas que importan soja de los Estados Unidos y que traen venenos más fuertes y poderosos que el glifosato. Se mete por los puertos, esos que ya no controla el SENASA porque la máscara del estado está a favor de las agroexportadoras. Por los mismos muelles que a fines de agosto de 2017 salió una tonelada de cocaína que fue denunciada en Ontario, Canadá y que venía de Bahía Blanca. Pero los que envenenan y exportan cocaína no son mostrados después de la tanda. No hay desarrollo en detalle de las poquísimas causas que hablan de los responsables de los que lavan dinero, importan armas y recaudan el dinero de las principales bandas narcos que proliferan en Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Tucumán y Mendoza.
-Después de la pausa más capítulos sobre esto que está pasando…seguimos con el asesinato de Sheila en detalle…-anuncia el conductor de la cadena nacional privada sobre el asesinato de Sheila. Habrá que agradecerle la sinceridad: “…después de la pausa más capítulos”. La novela del morbo y la perversión. Sin chequeo de fuentes ni nadie que cuide la intimidad de ninguna familia. La matan y la vuelven a matar cada cinco minutos.
Lo que no se ve, lo que no se muestra, forma parte de la consolidación de un país para pocos donde las chicas como Sheila son un capítulo más del show, siempre después de la pausa…
Fuente: Entrevistas del autor de la nota realizada en la semana del 15 al 19 de octubre de 2018 en varias partes de la provincia de Santa Fe, mientras las cadenas televisivas mostraban el asesinato de Sheila en detalle.
Edición: 3731
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