La noche de la bandera

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Por Alfredo Grande
      (APe).- La bandera tiene su día. La cultura represora se sostiene en cuatro pilares fundantes: mandato, amenaza, culpa y castigo. Como se organizan los mandatos, como se formulan las amenazas, como se prolonga y profundiza la culpa y como se instrumentan los castigos, es lo que llamamos el nivel convencional. O sea: diversas formas, la misma esencia. El mismo terror, distinta lluvia. Por lo tanto, también este día es capturado por la cultura represora. En tanto la bandera hace décadas que está escindida, disociada, separada de su fundante.

En palabra de Manuel Belgrano, militar pero no solamente. “¡Soldados de la Patria! En este punto hemos tenido la gloria de vestir la escarapela nacional que ha designado nuestro Excmo. Gobierno: en aquel, la batería de la Independencia, nuestras armas aumentaran las suyas; juremos vencer a nuestros enemigos interiores y exteriores, y la América del Sur será el templo de la Independencia y de la Libertad. En fe de que así lo juráis, decid conmigo ¡Viva la Patria!"

Una bandera cuyo fundamento no sea la independencia y la libertad, no es bandera. Es un trapo celeste y blanco, que incluso deshilachado y desteñido, simboliza lo opuesto a su origen. No somos independientes porque estamos sometidos. La libertad severamente vigilada y restringida, es un holograma de la esclavitud. La más perfecta, ya que se la siente y vive como la más perfecta libertad. Y apenas es libertinaje de mercado.

Los enemigos interiores no han sido vencidos. Incluso se les niega entidad política, con la piadosa denominación de adversarios. Un afiliado histórico de un partido mayoritario, se pasa a una candidatura top ten en el partido oficialista, y el presidente del partido traicionado dice: “¿y por qué lo vamos a expulsar?”. El mismo modus operandi que con el presidente que mintió para que lo votaran, y vino a cambiar la historia, o sea, anticipando al triunfo de “cambiemos” del 2015. Ahora al senador vitalicio lo tienen que pegar con “pulpito” para que siga pareciendo humano.

Pero subestimar a la cultura represora es suicida. El fantasma tétrico de la guerra civil española, que no solamente fue española, y tampoco fue solamente una guerra civil porque en realidad fue un ejército sublevado contra un pueblo, ese fantasma tétrico acecha. Algunos llaman a esto Plan Cóndor 2.

Las próximas elecciones serán, en el mejor de los casos, un nuevo maquillaje de la cultura represora. Que ningún partido haya pedido la renuncia del presidente y el urgente adelanto de las elecciones, desmiente el cacareo lacrimoso por la situación de los empobrecidos, el hambre, el genocidio por goteo (de grandes gotas) de ancianes y niñez. Uso el lenguaje inclusivo (¿será inclusive?) por imperativo de época. Pero más allá del lenguaje, la situación de calle mata, la situación de hambre, la situación de desnutrición mata, la situación de frío mata, la situación de desamparo absoluto mata. Todos los “mata” deben ser reemplazados por “asesina”.

El hambre es un crimen, como sentenció el Movimiento Nacional Chicos del Pueblo. Y la paz es un crimen, como sin sentenciar puse como título a mi segundo libro editado por APe. Hoy el crimen del hambre ha perforado el fundante mamífero del humano. No hay leche para tomar. No digo rhodesias, yummy, alfajorcitos, etc. Digo leche. Los mamíferos, incluso el mamífero humano, tienen como alimento básico, necesario y no sustituible, la leche. Hoy la eutanasia gubernamental ha desalojado la leche como alimento.

Pero al decir de los nuevos candidatos, somos todos buenos muchachos. Impunidad como pacto de gobernabilidad perversa. Nadie se hará cargo de por qué llegaron los malísimos, y ahora la esperanza es volver y si es posible, sin la frente marchita. Volver a un lugar que ya no existe más. La cultura represora se ha encargado de eso. Ni siquiera en la década ganada se pudo o quiso arrasar con lo que dejó atado, y bien atado, al decir del Generalísimo, la dictadura genocida y el menemato.

Algunos llaman a esto ley de entidades financieras y privatización de los servicios públicos. Pero todo tiene lejanos antecedentes: “El 3 de marzo de 1812, el Triunvirato responde la carta de Belgrano y le ordena disimular y ocultar la nueva bandera y que, en su lugar, usase la que se usaba en la Capital. La orden se debió a la preocupación por las relaciones con el exterior. Pero, al momento en que la orden salía de Buenos Aires, Belgrano había emprendido la marcha hacia el norte; por esa razón, no se enteró del rotundo rechazo del Gobierno a la nueva bandera” . Por suerte no había wasap.

El exterior es el imperio. Granaderos desfilando con la bandera española. Más que granaderos eran ganaderos.

Para que la bandera tenga sus días, debería ser abrigo para el congelado, alimento para el hambriento, cobijo para el desamparado, cura para el enfermo, alegría para el desolado, esperanza para el suicida, aire para el sofocado, antídotos para el envenenado, música para el desolado, poesía para el desbellezado, amor para el olvidado. Hasta que no lo sea, entonces no será nada. Apenas será la noche de la bandera.

Edición: 3891


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