La mosca Negroponte

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Por Sandra Russo

(APE).- Mamushkas: una muñeca adentro de otra muñeca adentro de otra muñeca. Algunas de las recientes decisiones de George Bush pueden ser leídas como mamushkas, pero es así: una mentira adentro de otra mentira adentro de otra mentira. Mal no le fue con las mentiras, ya que fue reelecto. Así que continúa, el presidente norteamericano, con su coherente línea de conducta, que es propalar su intención de importar a cualquier precio la democracia al resto del mundo, incluso por la fuerza.

La torpeza de semejante falacia puede escandalizar a cualquiera, menos, parece, a los norteamericanos que lo votaron e incluso a los que no, rendidos ante el goce imperial que los constituye como nación. El Congreso norteamericano deberá aprobar el nombramiento de John Negroponte como nuevo Director Nacional de Inteligencia. Semejante cargo no podía menos que recaer, en tal contexto, en los hombros de un hombre sobre el que pesan tremendas acusaciones de violación de derechos humanos. Es que la democracia de importación viene en otro packaging que la democracia que los norteamericanos mastican en casa.

Embajador norteamericano en Honduras desde 1981 hasta 1985, Negroponte ejerció su cargo en el pequeño país centroamericano como un emperador de la vida y la muerte, y esto no es rumor ni best seller veraniego. Cualquier latinoamericano sabe perfectamente cómo y de qué maneras brutales los Estados Unidos han sido no sólo permisivos, sino además impulsores de prácticas de exterminio absolutamente compatibles con las prácticas totalitarias que Estados Unidos afirma combatir. En Honduras, Negroponte ha sido señalado por diversas organizaciones de derechos humanos como uno de los principales referentes logísticos e ideológicos de los escuadrones de la muerte que desde hace décadas eliminan sumariamente a los que sobran o molestan, especialmente niños y niñas de la calle. Ya no se trata, como en otras épocas, de exterminar al presunto enemigo interno que podía competir políticamente por el favor de la población. Estos exterminios son los propios de un modelo y borran del mapa a los excluidos.

Aún hoy, niños y niñas hondureños continúan siendo masacrados. En los últimos seis años, se estima que las víctimas pasan de las 500. Paramilitares que actúan con el visto bueno del gobierno no son investigados ni detenidos. Mientras la política hondureña genera herramientas tales como la Ley del Control de Armas, que prohibe el uso de fusiles de asalto, los escuadrones hacen caso omiso y prosiguen la limpieza social. Casa Alianza, una ONG que provee apoyo legal para niños de la calle, evalúa que un 78 por ciento de las muertes de menores se produjeron por uso de armamento bélico, en especial de fusiles AK-47. Sólo en 2004 fueron asesinados 395 personas menores de 23 años. Las muertes se producen en centros de detenciones, institutos de menores y cárceles. Es decir, cuando los menores están bajo la tutela del Estado. ¿Cómo se explica? No se explica, claro. No hace falta explicar nada. La mosca en el plato ajeno será la excusa para desembarcar las tropas. Las mosca en el propio plato es una buena candidata a Jefe de Inteligencia.

Fuente de datos: Agencia de Noticias ADITAL 18-02-05

 


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